martes, 19 de febrero de 2013

HOSTAL (Cuento)


Esteban se sentó en la fría cama del pequeño hostal, el lugar era sencillo pero no desagradable. Una cama de dos plazas, con algunas tristes marcas de quemadura de cigarro de distraídos amantes en el edredón, una austera mesa, dos sillas, una cómoda de cuatro cajones, una mesa de noche y un pequeño televisor. Se desató los pasadores, buscó el control del televisor y lo encendió. Pasó rápidamente por los canales y nada le llamó la atención, lo apagó nuevamente. Se incorporó y caminó hacia la silla donde había dejado su mochila, extrajo su computador portátil, lo colocó sobre la mesa y lo encendió, luego extrajo una botella de agua de dos litros, la abrió y tomó un largo trago directamente de la botella.

Una vez que se sentó frente al ordenador,  colocó los dedos sobre el teclado e inició la escritura. Escribió el título que ya había pensado con anterioridad y en el primer párrafo se describió él mismo sentado en la fría cama de un pequeño hostal, describió la habitación y la manera cómo se puso a buscar canales de televisión, sin que ninguno llame su atención. Luego describió con detalle el momento en que se acercó a su mochila y extrajo su ordenador, su botella de agua de la que bebió un largo trago y de cómo empezó a escribir su novela soñada.

La trama de la novela era sencilla, se trataba de un tipo que cuenta como otro llega a un hostal, sencillo por cierto pero no desagradable. Se sienta en la fría cama, se distrae con la televisión, luego la apaga, se incorpora y busca su mochila donde llevaba su ordenador, y empieza a escribir una novela, con la que sueña todo escritor, todo ello luego de describir la habitación donde inicia su aventura y tomar un largo trago de agua de una botella de dos litros que había llevado consigo.

Decidió que el personaje de su novela, el escritor, se llamaría Esteban también. Este Esteban había decidido escribir la novela de su vida, la novela soñada y para ello se recluiría en un hostal, uno pequeño pero no desagradable, a ese hostal llevaría su computador portátil y se dedicaría escribir acompañado de una botella de agua para no deshidratarse. Empezaría la novela describiéndose a sí mismo, la habitación y cómo se ponía a escribir.

Una vez que Esteban terminó de darle forma al primer párrafo, tuvo la clara sensación de que alguien lo observaba, miró hacia atrás y no había nadie, se le ocurrió que pasaba como en la casa de los espejos, sentirse observado por él mismo a través de infinitos espejos que multiplicaban al infinito su imagen sin poder distinguir cual era la verdadera.

Regresó las manos al computador, las colocó cerca del teclado y no pudo escribir, sus dedos quedaron tiesos, dolorosamente inmóviles, sintió de pronto una sed sofocante que lo abrasó, estiró la mano para tomar la botella de agua y no la alcanzó, la sed se hacía intensa y la botella misteriosamente había desaparecido, trató de gritar y su garganta no emitía sonido alguno, el aire ya no ingresaba a su pulmones, se ahogaba en su propia desesperación, exhaló un gemido lastimero, tenue… De pronto adquirió consciencia, apretó los dientes y exhaló. Estaba allí, sobre la cama, agitado, saliendo de una pesadilla, su frente empapada de sudor. La botella de agua estaba sobre la mesa, se acercó. Tomó un trago largo y presionó una tecla del ordenador. En la pantalla apareció el primer párrafo de la novela que estaba escribiendo y a pesar de sus esfuerzos no recordó en qué momento durmió, se sabía despierto y leyó el párrafo del tal Esteban que estaba por escribir la novela de sus sueños, luego de haber visto un rato la televisión en un hotel sencillo pero no desagradable, luego de un largo trago de agua. Cuando terminó se miró y no recordaba haber llegado con esa ropa y observó que los pasadores de sus zapatillas seguían atados, estiró la mano hacia su mochila y no pudo alcanzarla, nuevamente la garganta se le cerró, era un nuevo sueño, estaba soñando dentro de un sueño pero que no era un sueño, era parte de la novela, el segundo párrafo, en el que Esteban es atrapado en un sueño, pero ya no sabía qué sueño ni qué Esteban, se había perdido entre uno de los infinitos espejos que eran sus sueños y sus personajes, trató de despertar con la incertidumbre de que no sabía si despertaría en otro sueño, si sería otro Esteban, uno de los que lo espiaba desde atrás cuando escribía la novela, la novela de sus sueños, de los sueños donde se había quedado atrapado para siempre, sin saber nunca más cómo volver a la realidad.

2 comentarios:

  1. Nos tenias abandonados con los cuentos! bien ahi, me gusto, distinto para tu estilo, super fumado!

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