viernes, 7 de enero de 2011

EL AMOR, LA DOPAMINA, LA OXITOCINA Y OTRAS DROGAS

Una noche sales de tu casa, te has alistado previamente, eres soltero o soltera y vas a un lugar bonito con tus amigos. A estas alturas de tu vida tus ojos han visto cientos de miles de ojos, narices, rostros y cuerpos frente a ti en vivo, en las revistas o en la televisión. Tu cerebro ha construido un modelo a partir del promedio de todas personas que has registrado visualmente y por tanto (aunque tú probablemente no eres consciente) ya tienes un patrón preestablecido de lo que puede considerarse bello o agraciado para ti.

Llegas al bar o club, durante la reunión te presentan a una persona que te parece sumamente guapa (no te percatas de que en realidad encaja en un alto porcentaje con el modelo que tu mente ha preestablecido) y te sientes a gusto.

Entablas conversación y no te has dado cuenta que tu cuerpo desde hace algunos minutos (desde que lo/la viste por primera vez y te agradó) está segregando grandes cantidades de feromonas, feromonas que la otra persona percibe y que su mente asume como seducción. Afortunadamente para ti, tu estructura ósea, tu peso, el color de tu piel y ojos, facciones y rasgos coinciden con el patrón mental que la otra persona también tiene registrado en su archivo cerebral. Ambos se atraen.

Mientras conversas te sientes cada vez más cerca a esta persona, empiezas a olvidar el entorno y la hora, empiezas a ser víctima de la dopamina, droga que tu organismo segrega y te proporciona esa sensación de bienestar que te lleva a olvidarte de todo cuanto te rodea. Gracias a la feniletilamina que surgió luego de la atracción inicial, se activa la secreción de torrentes de dopamina, esta además incluye a la sensación de lo que llamamos ternura, lo que te obligará a irte acercando poco a poco a la otra persona a fin de encontrar confort y protección en sus brazos.

Una vez cerca a la otra persona, tu cerebro relaciona tu conducta con otras conductas tuyas en el pasado, los primeros besos de la adolescencia y esa sensación placentera, al recordarlos tu cuerpo segrega más dopamina. Te besas con esta persona y te corresponde, sientes mucho placer. Mientras más placer sientes, más dopamina produces, es un círculo vicioso, por ello es que sientes una necesidad irrefrenable de que esos besos no terminen nunca. Tus amigos te indican que ya es hora de irse, pero tú no accedes y les pides que esperen unos minutos más. La dopamina ya ha hecho estragos en tu capacidad de razonar y esta disminuye a cada minuto.

Te despides de tu nueva conquista y repentinamente piensas en que quieres volverla a ver, le pides su teléfono. Al día siguiente recuerdas los besos y la dopamina que es un neurotransmisor, es responsable de ese escalofrío que recorre tu espalda, de la sensación de mariposas en tu barriga y tus ganas de volver a repetir los besos de la noche anterior y que te dieron tanto placer. Levantas el teléfono y a pesar de cualquier consideración de orden racional que pueda advertirte de no hacerlo, igual llamas y quedas para verte con esta persona en la noche. La dopamina te genera también la sensación de ansiedad que te acompañará hasta que vuelvas a ver a esta persona.

En la noche, en tu casa preparas velas, compras vino, pones música apropiada, la persona llega y se relajan conversando y escuchando la música, tu organismo empieza a segregar norepinefrina, la que sumada a los efectos de la dopamina (que ya ha aumentado en siete mil veces su cantidad habitual) eliminan las últimas barreras de la razón y cedes al deseo sexual.

Durante días y hasta meses, no te aburrirás de ver a esa persona, de hacer el amor incansablemente una y otra vez. Luego de cada orgasmo tu cuerpo segrega enormes cantidades de oxitocina, esta droga cambia las conexiones neuronales y te obliga a repetir una y otra vez el mismo acto que en otra oportunidad te dio placer. Sin embargo, la oxitocina tiene un efecto perturbador: Cuando se mezcla con la testosterona en el caso de los hombres, produce una incontenible necesidad de dormir. Cuando se mezcla con los estrógenos en el caso de las mujeres, produce una necesidad de dar ternura y activa los centros de la comunicación procurando la conversación. Al principio las altas dosis de dopamina no dejan advertir esos efectos, pero con el tiempo, inevitablemente la cantidad de dopamina en tu cuerpo disminuye, hasta alcanzar sus niveles normales y los efectos de la oxitocina son más visibles. Ellos sólo desean dormir después del sexo, a ellas se les da por conversar.

Luego de unos meses el sistema de defensa del cuerpo te hace menos sensible a la dopamina, es una precaución vinculada a la supervivencia, si pudieras segregar grandes cantidades de dopamina todo el tiempo, morirías en la cama junto a tu pareja de inanición. El organismo se defiende y los mecanismos de supervivencia restablecen los niveles normales de dopamina en tu cuerpo. Ya no sientes lo mismo del principio luego de hacer el amor, buscas excusas para ya no estar tanto tiempo juntos y reclamas tu espacio.

Acaba de empezar el fin de la pasión.

3 comentarios:

  1. por eso hay que ser creativo para volver a buscar la dopamina no? por eso es que alguna parejas inventan fantasías?
    me mató de la risa lo de morir de inanición jajaja,
    buen aporte, muy instructivo.

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  2. Gracias Barbarina por leer el blog y comentarlo.
    Si pues, es cierto, una forma de que la pasión no se pierda por completo es mediante la creatividad, pero tengo la sensación de que los niveles de dopamina aunque puedan acercarse a los de una primera vez, nunca serán iguales. Por eso la primera vez será siempre LA PRIMERA VEZ. Un fuerte abrazo y muchos éxitos!

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