lunes, 2 de julio de 2018

LA MÁS MÁS DEL AÑO

La Más Más de radio Panamericana era un ranking anual de las mejores canciones del año. No sé si era por voto del público o decisión arbitraria de los productores. Se decía que era por votos, supongo que telefónico, como era entonces. En aquel entonces esa radio no transmitía salsa, era considerada una emisora de rock y pop y era de lo más sintonizada. Lo cierto es que con la llegada de la era de MTV, con los vídeo clips en los años ochenta, el ranking se convirtíó en un enorme espectáculo de coliseo cerrado, con pantalla gigante y grandes amplificadores de sonido. En Lima se hacía en el Amauta, en mi ciudad, se hacía en el coliseo Arequipa.

Era el año 1982 y yo recorría los primeros años de la secundaria. Nos enteramos del show y todos queríamos ir. Así eramos nosotros, así son los adolescentes de todos los tiempos. Solo eran vídeos proyectados en una pantalla, nada más.  El show no era ese, el espectáculo era conseguir permiso, el dinero para las entradas, algunos incluso ingresaban bebidas alcohólicas - que estaba prohibido - y otros bebían afuera antes de entrar. Pero lo más importante era esperar que se apagara la luz, doblegar a los efectivos policiales que custodiaban la zona preferencial - donde estaba la pista de baile - y que impedían el paso de los que poblábamos las tribunas, para al fin juntarnos con los ricos y finalmente coronar la noche conociendo y tal vez - si los astros eran propicios - besando a una muchacha. Esto último casi nunca pasaba, pero la expectativa siempre era la misma. La esperanza es lo último que muere.

El coliseo - sobre todo al principio - tenia lleno total, el éxito era tan grande que una emisora local empezó a hacer un espectáculo similar. Si mal no recuerdo era radio Super Estereo o Aerostereo, o tal vez las dos, por que ese tipo de espectáculos se hicieron muy populares, sin embargo con los años entraron en decadencia y no sobrevivieron a los noventas.

Yo casi nunca tuve dinero para las entradas, alguna vez me invitó un amigo que finalmente no quería ir solo. En otra ocasión este mismo amigo tampoco tenía dinero y estábamos pensando cómo hacer cuando alguien nos dijo medio en broma que vayamos a cargar los parlantes, nos miramos y pensamos "¡Qué buena idea!". El día anterior a la presentación fuimos a esperar toda la tarde en las afueras del coliseo, cuando estábamos a punto de desistir llegaron los camiones, esperamos al que tenía aspecto de ser el encargado y nos presentamos. Nos dijo que no tenía dinero y nosotros dijimos que solo queríamos entradas. Fuimos inocentes, pudimos haber sido estafados, pero nos contrató verbalmente y pasamos hasta las nueve de la noche acarreando fierros y cajas. El terminar fuimos por nuestras entradas y nos dijo que fuéramos al día siguiente y preguntemos por él al inicio del espectáculo.

Al día siguiente fuimos y lo buscamos, confiados, y esta vez la confianza dio frutos, nos hizo pasar gratis y no solo a nosotros, pasaron dos amigos más gracias a nuestro trabajo.

En alguna otra oportunidad vendimos ropa usada y en otra un primo de un amigo que era Guardia Republicano nos hizo pasar diciendo que éramos sus sobrinos, en una de las primeras otro amigo que era pariente de Iván Márquez, locutor estrella de la radio y que a la sazón era el presentador oficial de La Más Más, nos regaló algunos tickets de ingreso. Hacíamos de todo para ir, sin contar con todo el trabajo que costaba conseguir los permisos de nuestros padres.

Corria en sus últimos estertores el año 1984 y fuimos al coliseo Arequipa, no estoy seguro si fue era la Más Más de Panamericana o uno de los shows locales. La pasamos bien y repetimos el ritual de siempre, esperar que las luces casi desaparezcan para bajar a la cancha de basquet, ya sea para bailar o solo saltar, en la mayoría de casos solo ver a las chicas de otros colegios pasar mientras nosotros fumábamos cigarros. En ese entonces los policías ya no ponían mayor empeño y se dedicaban a ver también los vídeos; nosotros pasábamos de las tribunas de cemento a la zona preferencial y viceversa sin mayor dificultad.

En ese ínterin, de subir y bajar, perdí a mis amigos. Bajé y empecé a buscarlos cerca del lugar donde estaban los proyectores, no había nada, estábamos en las siete u ocho canciones más importantes, yo estaba totalmente despistado en medio del coliseo, caminé por el centro, rumbo a la pantalla buscando a mis amigos, y nada. Me quedé parado, anunciaron el siguiente tema y cerca a mi había un grupo, dos chicas se quedaron sin pareja y una de ellas me miró, yo le hice un gesto para bailar y ella aceptó. Bailamos. Mientras lo hacíamos me acerqué a su oído y le pregunté su nombre, "Inés" me dijo, yo le dije que me llamaba Miguel y seguimos bailando. Terminó esa canción y anunciaron en el siguiente puesto a Querida, de Juan Gabriel; yo miré a Inés y ella pasó sus brazos sobre mis hombros y detrás de mi cuello, yo la tomé por la cintura y empezamos a bailar y de pronto ella me besó.

Ese fue mi primer beso de verdad, un beso de adultos, yo era un adolescente e Inés era por pocos años mayor que yo - lo supe después -, me besó con pasión y esa noche marcó mi vida. No sabia que se podían sentir tantas cosas con un beso, por los breves minutos que duró la canción sentí que éramos los únicos en el coliseo, en la ciudad, en el planeta, en el universo. Inés sabia perfectamente lo que hacía y gracias a ella la gente alrededor se vaporizó mágicamente y solo volvió cuando las ultimas melodías de Querida se perdieron en el infinito. Yo no dije nada, solo la tomé de la mano y escuchamos algunas canciones más, luego incluso la abrazaba desde atrás mientras veíamos los vídeos de Stevie Wonder y Billy Idol, y al final bailamos la ganadora Footloose. Encendieron las luces y ella empezó a irse con sus amigos. Le pregunté recién donde vivía y cuantos años tenia. Ella sonrió, me dijo dieciocho y me dio una dirección. Yo la vi irse mientras mis amigos me encontraban y a los empujones me llevaban con ellos.

Hoy, cada vez que escucho Querida vuelve a mi ese momento de absoluta certeza visceral y fascinación. Momento inefable, muy parecido al amor. En una sola canción, Inés, me enseño a besar. Esa noche aprendí también que horas de palabras y retórica pueden ahorrarse con un buen beso. Un beso lo dice todo, lo que hay, lo que no hay, lo que falta, lo que podría completarse, lo que nunca podrá haber. En el primer beso uno puede saber si existe posibilidad de que esa persona se quede para siempre o si solo será una relación ocasional. Los labios, la respiración, el calor del cuerpo, las fibras nerviosas, las papilas gustativas... no mienten.

* * *

Días después, una tarde, bien bañado, correctamente peinado y con la ropa perfectamente planchada, estaba parado en la entrada de un taller de mecánica en la zona industrial de Apima. Yo me resistía a creerlo pero esa era la dirección que me dio Inés y que yo memoricé. Pude escuchar con claridad cuando le dijeron "te busca un mocoso, Miguel, dice que se llama" y luego risas, voces, seguramente un "dile que no estoy"; luego me informaron que no vivía allí ninguna Inés. Me fui dolido pero aún sonriente. Desde aquí Inés, donde estés, en mi nombre y en el de todas las chicas que alguna vez me han dicho que les gustaron mis besos, ¡gracias!