martes, 19 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DEL PAPA


Como todos saben no soy religioso. Creo en una divinidad, un ser superior, pero no confío en las instituciones religiosas. Tengo fe en que un día el Perú sea un estado laico y que el credo de cada uno sea un tema del ámbito de la intimidad personal. Es decir realmente libre, tan libre que nadie sea discriminado por tener un culto distinto y tan libre que nadie se vea en la posición de tener que ser catequizado o convertido contra su voluntad.

Pese a que la Iglesia Católica ya no es el credo mayoritario que muchos creen, para mejor información, esta afirma que de los siete mil millones de habitantes que tiene el mundo, mil millones son católicos, sumados a ellos los evangélicos, protestantes y otros, los cristianos llegarían a los dos mil millones (según los reportes de estos credos).

El Islam en todas sus variantes afirma llegar a los mil setecientos millones. Las personas sin religión llegarían al impresionante número de mil cien millones y el hinduismo a los mil millones. No son despreciables tampoco novecientos millones que tendrían las religiones tradicionales chinas.

En otras palabras, cerca del veintiocho por ciento de la población mundial sería cristiana y solo el catorce por ciento católica. Los musulmanes tendrían un importante veinticuatro por ciento, las personas sin credo un quince por ciento, los hindúes otro catorce por ciento y trece por ciento las religiones tradicionales chinas.

El agudo lector a este punto ya debe haberse dado cuenta que los porcentajes ya superan el noventa y cuatro por ciento de la población mundial. Faltan todavía contabilizar las etnias africanas, asiáticas y americanas, el budismo, el resto de credos minoritarios y se apreciará que se supera fácilmente el cien por ciento que deberían sumar todos los credos.  Es decir que hay más creyentes que pobladores del planeta. 

Bueno, esto tiene una explicación lógica: Como los números son aportados por cada credo, estos tienden a inflar sus números. Adicionalmente una segunda variable es el hecho de que una misma persona puede reportar varios credos a la vez, en primer lugar porque en realidad es politeísta y en un segundo, pero no menos importante término, porque muchas personas se reportan como creyentes o no dependiendo de requerimientos que hacen las instituciones públicas o privadas en función a los beneficios que puedan recibir de estas o los requisitos que imponen para proveer de determinados servicios. Ejemplo de ello, muchos colegios que exigen que los padres sean católicos por citar uno.

El saber estos datos estadísticos ayuda mucho para entender las falacias de los fundamentalistas. No existe una religión universal. Nadie se va a condenar por no conocer una determinada religión. Sin importar el credo, lo importante es sencillamente vivir con rectitud.

Regresando al tema de fondo, el Papa resulta ser el líder de un importante catorce por ciento de la población e influye de manera indirecta en otro catorce por ciento. Es por ello que el actual Papa tomando en cuenta este liderazgo, decide, inteligentemente creo yo, renunciar.

Me explico: La regla establece que el cargo es vitalicio. Esta es la regla general. Esto es importante desde el punto de vista de unidad. No es apropiado para un credo tener pugnas por el poder y si las hay, estas deben estar ocultas y estar distanciadas cuanto más se pueda en el tiempo. Por ello también existe la regla del cónclave cerrado. Los espectadores de afuera percibimos una elección en ambiente de santidad. No siempre ha sido así y nada nos garantiza que ahora sea distinto.

El Papa es consciente de que la realidad no es la misma que en la Edad Media, en esa época en el mejor de los casos el Papa agonizante era recluido y cuidado en sus aposentos hasta su deceso. Era fácil pasar desapercibido. En la actualidad el puesto de Papa está mediatizado, la experiencia de los últimos meses de Juan Pablo II mostraron lo difícil que es permanecer en el cargo cuando el cuerpo no da para más. Por cierto Juan Pablo II tenía un prestigio y un aura que le permitió obtener el respeto del mundo pese a su lamentable estado. Ratzinger no es Juan Pablo II y él lo sabe.

Siendo así, el cálculo es brillante. Un Papa debilitado no le hace ningún bien a la Iglesia Católica y ahora menos que nunca. Ratzinger sabe esto y sabe también que los problemas que afronta su rebaño requieren con urgencia de un prelado con la disposición de ánimo y fortaleza física suficientes como para reconducir sus principales políticas.

Dicho esto, mi posición personal es que es demasiado tarde como para que la Iglesia Católica pueda retomar el rol protagónico que tuvo en su momento. La globalización no lo permitirá pese a sus bien intencionados intentos, como por ejemplo la cuestionable cuenta de Twitter. Me parece que se requieren serias reformas, nuevos principios, lamentablemente la iglesia no tiene los mecanismos necesarios para modificar el dogma sin perder más credibilidad. Pese a ello mi pensamiento está con los católicos creyentes de corazón, quienes depositan buena parte de su fe en el Papa como vocero de Dios en la tierra, conforme sus preceptos. 

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