viernes, 4 de febrero de 2011

LOS AMIGOS QUE FALTABAN

Hoy releía la nota que colgué en la madrugada y me di cuenta que había incurrido en imperdonables omisiones que voy a procurar subsanar.

No puedo dejar de mencionar de ninguna manera a “Dorian Grey” del inglés Oscar Wilde, quien a costa de su propia vida nos dio un notable ejemplo de cómo la intolerancia puede a veces ser más fuerte que la creatividad y el arte. De la misma manera Jonathan Swift talentosamente logró representar la decadente clase política de su época mediante “Los viajes de Gulliver”, una novela cuyo mayor logro es su aparente inocuidad. Nota aparte la breve pero brillante obra de Stevenson “El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde” que caló profundamente en mí por la cruda representación de ese lado oscuro que todo ser humano tiene.

De Edgar Allan Poe no se puede mencionar una sola obra, pero “El gato negro” y “El barril de amontillado” sin duda se encuentran en un especial lugar en mi memoria. De la misma manera vienen a mi mente poetas como Gustavo Adolfo Bécquer y sus imperdibles “Rimas”, Neruda y sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, Manrique y sus dolidas “Coplas por la muerte de su padre”, los poemas dispersos de Santos Chocano, las décimas de Melgar, la muy poco conocida obra poética de un poeta arequipeño de delicados versos: Edgar Guillén. No puedo dejar de mencionar a otro ejemplo de genialidad destruida en manos de la intolerancia: Federico García Lorca, a quien tengo especial cariño primero por sus intensos poemas andaluces, llenos de simbolismo desangrado y por ser el autor una obra de teatro – entre muchas otras que escribió – que me tocó protagonizar sobre las tablas en mi juventud: “El público”.

Interesante Dan Brown que sin ser un escritor de jerarquía ha aportado mucho a quitar la venda de los ojos de las personas, y como dije, sin ser joyas de la narrativa, “El código Da Vinci”, “Ángeles y demonios” y “Fortaleza digital” entretienen y aportan con lo suyo. Sigo pensando que me olvido de muchos libros que me han acompañado en las buenas y las malas, pero a estas horas y a mil kilómetros de distancia de mi biblioteca personal es difícil recordarlos a todos.

Para terminar sólo quiero referirme a tres cosas: El libro de la biografía de García Márquez “El viaje a la semilla” fue un regalo, un regalo invaluable de la persona que más admiro, quiero y respeto en el mundo, a quien a pesar de su aprecio por mí, yo nunca supe corresponderle de la mejor manera. Sé que debo cargar con eso, pero es el precio de ser como soy. Otra cosa es recomendar una novela, que si bien no está en las grandes marquesinas de la literatura, es la única que me arrancó lágrimas en la última página y me dejó con esa sensación terrible de un ser querido que muere: “Del amor y otros demonios” de García Márquez. Y tres, no dejen de leer. Una persona que no lee es un ser anodino, inocuo, casi una ameba. No sean amebas por favor.

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