sábado, 22 de octubre de 2011

IDEAS SUELTAS PARA UNA EDUCACION SUPERIOR MODERNA

Hace algunos años dejé de enseñar en la universidad con mucha pena y no porque que no haya querido hacerlo, si no por serias limitaciones geográficas. Los trabajos que he tenido en los últimos cinco años han tenido su sede en ciudades donde no hay universidades.

Ahora que me pongo a pensar, empecé a enseñar hace más de veinte años. Mi primera clase la dicté cuando tenía diecinueve años y la recuerdo claramente, en el aula del departamento de educación de Sistemas Wang, la clase era de diagramación de sistemas y mis cuarenta alumnos eran, sin excepción, todos mayores que yo.

Sistemas Wang tenía sus oficinas en el Centro Comercial Arequipa, al que muchos llamaban Centro Comercial La Salle porque quedaba en la avenida del mismo nombre. Como curiosidad, la Avenida La Salle ostenta el record de ser la avenida más corta de Arequipa, solo tiene una cuadra, que va desde la avenida Independencia hasta la avenida Goyeneche. Si bien al lado izquierdo tiene algunas bocacalles, al lado derecho, donde queda el Centro Comercial, es una sola cuadra.

Uno de los recuerdos más intensos de aquella clase, es que las piernas me temblaban mientras llamaba la lista de asistencia y la voz se me quebraba en los primeros cinco nombres. Por si esto no fuera poco, a través del ventanal de vidrio templado que había al fondo del salón podía ver a uno de los profesores antiguos del instituto monitoreándome. Sin embargo luego de algunos minutos dominé la escena y pude lograr desenvolverme de manera aceptable.

En Sistemas Wang nunca fui profesor titular, solo hice reemplazos como aquella primera vez, luego si dicté cursos completos en otras empresas, e incluso en la misma Wang cuando cambió de razón social y quedaba cerca del Club Internacional. Enseñé mucho tiempo en el Instituto de Informática de la UNSA. Luego de ello fui ayudante de cátedra en mi propia facultad de derecho y a pesar de que lo hacía ad honorem, las envidias y mezquindades de la universidad nacional evitaron que lo haga al siguiente semestre. Finalmente el año 2001 si mal no recuerdo, ingresé enseñar en una universidad privada de Arequipa donde estuve hasta fines del 2006.

Durante estos más aprendí muchas cosas, sobre todo respecto a la técnica de enseñar. Al principio el conocimiento fue totalmente empírico: aprender haciendo, en el camino. Finalmente el año 2003 hice un diplomado de educación universitaria. Eso me permitió redondear muchas ideas.

Lo cierto es que las nuevas ideas acerca de la educación declaran al fin de la educación escolástica y promulgan que el profesor ya no debe estar en el atrio si no tan solo un acompañante de los alumnos en el camino del conocimiento. También dice que los sistemas de evaluación deben cambiar, ya no se pueden hacer exámenes para medir la capacidad de memoria (para rellenar) o para marcar (opción simple)

Estas ideas las conocen nuestros educadores, sobre todo en las escuelas, pero no las aplican.

Como decía la señora Hildebrant, en el Perú antes los profesores sabían muchas cosas, pero no sabían cómo llegar a los alumnos y transmitirla, hoy saben la técnica pero no saben cosas que puedan trasmitir. Yo agregaría que saben la teoría de la técnica, pero rara vez la aplican.

En mi experiencia hay varios factores que contribuyen a ello. Se pueden tomar exámenes eficientes por ejemplo, pero eso requiere tiempo para preparar los exámenes y muchos profesores, ya sea de escuela o universitarios (sobre todo estos últimos) no están dispuestos a ello.

Preparar un examen de opciones abiertas o temático, demora cinco minutos. Muchos profesores dictan las preguntas en el examen mismo, lo que prueba que las están inventando sobre la marcha. Yo mismo he hecho eso algunas veces. Preparar un examen de opciones cerradas simples demanda entre treinta minutos a una hora. Preparar un buen examen de opciones complejas demanda entre una hora a dos. Conozco a muchos profesores que toman el mismo examen todos los años, los alumnos también lo saben.

Preparar un examen de opciones abiertas que realmente pueda medir lo aprendido por los alumnos toma entre dos a tres horas. Calificarlo toma más tiempo también, pero es el mejor mecanismo de evaluación. Me explico: muchas veces hice este procedimiento y lo interesante es que elimina la variable del plagio. Con un examen bien hecho no se puede plagiar. En temas de derecho por ejemplo, la idea era plantear casos complejos donde los estudiantes puedan aplicar conocimientos adquiridos en las clases. Tiene varias ventajas: Se privilegia de alguna manera a los que asisten. Se privilegia también a los que usan su sentido práctico y de análisis sea que hayan asistido o no.

Alguna vez les pregunté a mis alumnos si les gustaba que los traten como delincuentes. Ellos no entendieron y les expliqué algo que seguramente el lector ha experimentado muchas veces: Cuando se inicia un examen en la mayoría de las universidades peruanas y en casi todas la escuelas, el profesor advierte que va a desaprobar a quien plagie, luego mira a la clase y cambia de sitio a algunos alumnos, (como con los delincuentes de alta peligrosidad en los penales), luego señala la posición en la que deben quedar las carpetas y a veces hace dejar una fila de carpetas por medio vacía y toma el examen en dos grupos. Pide que los alumnos guarden sus cosas, que se mantengan en absoluto silencio, que miren solo su examen y en muchas ocasiones revisa carpeta por carpeta. ¿No es acaso este el procedimiento que se utilizaría en un penal o centro penitenciario? Los profesores inician el examen partiendo de la premisa de que los estudiantes son unos pillos que tratarán de plagiar a toda costa.

Este sistema degradante no brinda ningún resultado útil. En los exámenes de casos mis reglas eran: Pueden caminar, leer, eventualmente hacer interconsultas breves con sus compañeros, usar libros, apuntes, ir a la biblioteca si lo requieren y quienes tengan internet móvil, la pueden usar. La única prohibición era hacer ruido que perturbe el trabajo de sus compañeros. ¿Cómo? Se estará preguntando el lector. ¿Cuál es el truco? Pues sí, hay un truco: El tiempo. Debe otorgarse un tiempo que permita tres finalidades: la primera es que los más preparados puedan resolver el problema sin mayor dificultad en el tiempo concedido. La segunda es que los menos preparados puedan resolver el problema ajustadamente con el mismo tiempo. La tercera es que los menos diligentes y más displicentes no puedan superar la prueba. La idea es que estos últimos no existan en una universidad, pero nunca faltan uno o dos en cada aula.

La experiencia señala que los más aplicados procurarán no perder tiempo en las interconsultas, ellos mismos rechazarán a los más flojos ya que si no, se perjudicaría su propio trabajo. El segundo grupo es muy interesante porque muchos de ellos aprenden cosas en el desarrollo del examen y rara vez las olvidan. El tercer grupo se da cuenta que sin preparación previa, los libros, códigos y apuntes (sobre todo ajenos) no sirven para nada, en la mayoría de los casos para el siguiente examen pasan fácilmente al segundo grupo.

Los problemas deben diseñarse también para que la respuesta no sea de dos líneas, sino, carece de sentido. Tampoco pueden ser respuestas de más de diez líneas porque se hacen imposibles de calificar.

Otro tema: Los trabajos en grupo y las llamadas exposiciones.

Primero, respecto a los trabajos en grupo, mal llamados monografías. Categóricamente no creo en ellos. Siempre los hace uno o dos máximo y agregan el nombre de los demás. Yo lo hacía a cambio de que mis compañeros más flojos paguen las impresiones y el anillado. Hoy en día además la teoría del google+copiar+pegar está cada día más difundida, lo que hace más grave el problema.

A ver, ¿Cómo resolvía yo el problema?: En primer lugar no a los trabajos grupales y menos a las monografías. ¿De verdad creen que un profesor lee diez o veinte monografías, por salón? ¡Por favor! Los alumnos lo saben y se aprovechan de ello. La otra pregunta es ¿Quiénes ganan con los trabajos universitarios? Solo los dueños de negocios de impresiones, fotocopiado y anillado. Nadie más. ¡Ah! Últimamente también ganan unos señores que se anuncia indiscriminadamente en los periódicos vendiendo monografías de temas varios. A veces me pregunto si no serán los mismos profesores los que venden esas monografías.

Entonces la solución es que los alumnos hagan ensayos individuales, y poner reglas claras:

Citas textuales opcionales, de preferencia con un límite, tres como máximo, planteamiento propio respecto a un determinado tema, varios alumnos pueden desarrollar el mismo tema si desean, eso permite confrontar distintos puntos de vista. Extensión mínimo una hoja, máximo dos a espacio y medio, fuente Arial de 11 puntos. Sin carátula. Sin folder o file. Solo el título del ensayo y el nombre del alumno. Nada de introducción, dedicatoria ni cosas por el estilo.

Estos ensayos se leen rápidamente, se identifica fácilmente si el lenguaje usado es propio del alumno o es demasiado técnico y permite sospechar. En mi caso me daba el trabajo de meter rápidamente una frase al azar de cada trabajo en el google, usualmente la búsqueda arroja sorpresas. Yo escribía con lapicero rojo la dirección electrónica donde había encontrado el texto al lado del cero.

Alguna vez encontraba trabajos idénticos, sobre todo las primeras veces. Los engrapaba y dividía la nota del trabajo entre dos. Y el último filtro consistía en separar los mejores trabajos junto con aquellos que no siendo notables me despertaban sospechas y en la clase siguiente les pedía a los alumnos que me expliquen brevemente el porqué de sus interesantes puntos de vista, nuevamente sorpresas.

Respecto a las llamadas exposiciones, siempre me pareció una forma vil de hacer que los alumnos hagan el trabajo de los profesores. Con las exposiciones los profesores se la llevan fácil, no preparan clases y se limitan a sentarse en una silla a escuchar a los alumnos y al final hacer una o dos preguntas fútiles.

En mi caso siempre evité las famosas exposiciones, pero adicionalmente debo mencionar que me parecía terrible que muchos profesores (la mayoría) obligaran a los alumnos a ir a exponer de saco y corbata y a las alumnas de vestido. Primero porque supe de cerca que muchos alumnos hacían grandes esfuerzos para poder conseguir ropa para las exposiciones cuando ese no es el objetivo ni de lejos de la universidad. Yo creo que una camisa limpia y un buen baño son suficientes para la ocasión. De otro lado, nunca vi en las clases de mis colegas una exposición decente a pesar de las elegantes vestimentas. Se incentivaba a los alumnos a leer el texto del papelógrafo o de la diapositiva de power point. Exposiciones verdaderas rara vez vi. Incluso en mis clases de postgrado o maestría, rara vez vi usar a algún profesional el power point en su verdadero y correcto potencial.

El otro problema del trabajo grupal es la calificación. No me parece justo que todos tengan la misma nota. Es obvio que no todos trabajan igual. Pero estos últimos dos años aprendí que incentivar el trabajo en grupo es vital, siempre que se comprenda como es el verdadero trabajo en grupo. La existencia de un líder no resuelve el problema. No es líder el que hace el trabajo “colocándose a la espalda el grupo” y luego agrega los nombres. El verdadero liderazgo debe consistir en que todos aporten todo lo que puedan equitativamente. Por eso es que cuando vuelva a las aulas universitarias aplicaré esta nueva teoría si llego a solicitar trabajos grupales. Actualmente los profesores ponen la nota del mejor a todo el grupo o les ponen la nota del promedio. Mi teoría es que el grupo debe recibir la nota del peor. Eso debe enseñarles que la obligación del equipo es impedir que ninguno de los miembros quede rezagado.

No creo haber sido un excelente profesor universitario, creo que me faltó ensayar más y probar más técnicas y dedicarles más tiempo a mis alumnos. Pero no cabe duda que hice todo mi esfuerzo tratando de salir del esquema de la educación escolástica. A veces es decepcionante lanzar una pregunta simple o de cultura general a una clase y tener por respuesta solo el sonido de los grillos, pero se trata de cambiar eso. Sin embargo a pesar de ello, la enseñanza es una experiencia maravillosa. Según mis planes y si todo sale bien, debo regresar a la enseñanza universitaria a más tardar el 2013. Cuando esto suceda, espero dar nuevamente mi mejor esfuerzo.

5 comentarios:

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  2. Hola Miguel, pues tengo varios comentarios que compartir respecto a tu nota. Primero respecto al conocimiento en cultura general que tenían los maestros antiguos, mucho de eso tiene que ver con la modificación en los pensums para las carreras de docencia y de los mismos pensums para los alumnos en sistema educativo, realmente es una tristeza. En mi tiempo de universidad sin duda disfrutaba mucho más los éxamenes de casos pues mi capacidad de memorizarme los cuadernos como lo hacía en el colegio disminuyo, y no voy fingir realmente no fui una estudiante muy aplicada en la universidad por lo que tenía mejores resultados en los éxamenes de casos. Respecto al tema de las exposiciones dependiendo de las carreras creo este tipo de evaluación te refuerzan en seguridad para hablar en público o te trauman a mi me sirvió, en los trabajos grupales estuve en ambos lados de los que hacen el trabajo para el grupo y de los que solo participan poniendo su nombre en el mismo y toca aceptar el resultado. Como maestra solo tuve experiencia con niños entre las edades 8-14 años y fue una linda vivencia, también quiero en algún momento impartir clases en la universidad para entonces trataré de mejorar y crecer para no ser del grupo de catedráticos que terminan sin pena ni gloria. Un besote.

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  3. Hola Arely! Gracias por leer y comentar el post. Pienso que el conocimiento memorístico ya no tiene cabida en el mundo actual, eso no significa que no se deba usar la memoria, pero un profesional responsable aprenderá de memoria lo que tenga que aprender y definitivamente en estudios superiores no debe ser un factor de calificación. Me parece que el mismo efecto de la exposición respecto a vencer el miedo se obtiene que los alumnos participen en clase con intervenciones complejas, hay mecanismos mucho más creativos. Se que si te lo propones serás una excelente profesora. Un beso enorme!!!

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  4. Qué interesante nota Miguel. Concuerdo contigo en que la enseñanza es una experiencia maravillosa. Una vez asistí a un taller en donde se nos pidió que levantasemos la mano quienes recordaban a 1 buen profesor o profesora que hayamos tenido en toda nuestra vida. Casi todos lo hicimos pero fueron pocos quienes levantaron la mano al preguntarseles por un cuarto buen profesor o profesora. Esto siempre lo he recordadado en mi vida de profesora. Pienso que como escuché una vez la educación se ha prostituido y es una pena. Felicitaciones por tu nota!
    Brenda

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  5. Gracias Brenda y gracias por seguir el blog, me alegra que la nota te haya parecido interesante. Saludos.

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