viernes, 26 de agosto de 2011

UN DIAMANTE, EL FACEBOOK, LA INMODESTIA Y OTRAS IDEAS SUELTAS

“Había una vez una caja pequeña que contenía un bello diamante, pero como este estaba sobre finos cojines no hacía ruido, entonces cuando el gran consejero del reino se la ofreció a la princesa, esta lo rechazó para aceptar en cambio una caja llamativa y vistosa que al moverla hacía mucho ruido. Sucedió entonces que cuando la abrieron, esta última contenía baratijas que dejaron a la princesa llorando. “

“¿Seremos como la primera o la segunda caja? Las personas valiosas y que tienen un tesoro en su corazón no hablan mucho de ellas mismas ni alardean, mientras que las que son vacías necesitan escuchar su propia voz para convencerse de su valía.”

Una amiga me contó esta historia hoy. Aparentemente es un lindo ejemplo de humildad y de cómo es que las personas de gran valía deben limitarse a hacer gala de su humildad y esperar que los demás reconozcan dicha valía y talentos.

El problema es que el cuento, como todos los cuentos de hadas, tiene fallas estructurales, este tiene básicamente dos:

a)Para que la historia funcione cuando menos una persona (en este caso el gran consejero del reino) tiene que saber que la caja silenciosa tiene un diamante, en caso contrario nunca nadie la hubiese abierto.

b)Para que la princesa se haya echado a llorar por no haber escogido el diamante, este tenía que haber estado precedido por su reputación, sin esta información el saber el contenido de la caja no tiene valor útil.

Tal vez el siguiente ejemplo sea algo exagerado, pero sirve en la medida que las redes sociales reflejan la sociedad real en cierto grado. El concepto de humildad absoluta que esbozaba mi querida amiga es equivalente a crear un perfil en facebook, sin foto, sin información más allá que el nombre y luego esperar silenciosamente, sin postear ni comentar posts, que las demás personas descubran la valía de uno sin mayor información. Ese sería el ejemplo de humildad absoluta.

Como rápidamente habrán percibido los cultos lectores, es materialmente imposible descubrir la valía de alguien sin un previo levantamiento de datos, e incluso aceptando que la persona en cuestión no alardee, tiene que haber cuando menos un elemento, aunque sea uno, que despierte el interés de quienes harán el levantamiento de datos para el eventual descubrimiento de la valía del sujeto.

Cuando una persona coloca un post, revela algo de su personalidad, cuando sube una foto de igual manera. No se me ocurre a nadie que coloque una foto de perfil con la cara recién lavada luego de levantarse. Las personas colocan su mejor foto, posan, la seleccionan y a veces editan. Incluso cuando una persona coloca una foto en que no aparece bien, está enviando un mensaje: “No soy como los demás (y me jacto de ello)”.

¿Qué quiero decir con esto? Todos nos vendemos, en el mejor sentido de la palabra, aquél que implica promocionarse. Quienes en este momento estén pensando “No, yo no lo hago, yo me muestro como soy” se darán cuenta rápidamente que están equivocados si revisan su perfil. ¿Ese perfil que tiene usted revela lo que “realmente es”? ¿No será más bien la imagen que usted tiene de usted mismo (que no necesariamente es la real) pero que es la que quiere transmitir a los demás?

Si usted es un humilde absoluto, su muro debería estar en blanco.

Una frase como “Hoy almorcé un cebichito con conchas negras” dice cosas. Dice que tiene usted la capacidad adquisitiva como para comprar o preparar un cebiche. Si además agregó que lo hizo en un restaurant y además agrega el nombre del restaurant dice muchas cosas más, como por ejemplo en qué círculos se desenvuelve o cuando menos quisiera desenvolverse.

“Vuelo retrasado” dice que usted tiene la capacidad económica suficiente como para permitirse un viaje en avión, y si la empresa en la que trabaja es la que le está pagando el vuelo, el mensaje dice que usted tiene un trabajo, que además trabaja en una empresa cuando menos mediana y que le paga viajes de trabajo probablemente porque usted es un buen empleado o funcionario.

Hasta la frase más simple encierra mensajes: “Estoy feliz” dice no solamente que la persona es feliz, sino que se merece esa felicidad y ello le permite compartir esa felicidad con los demás, sin importar que haya otras personas que no lo sean. Es decir implica también que uno es feliz a pesar de la infelicidad de otros. ¿Interesante no?

Siempre nos vendemos, estamos permanentemente promocionándonos, la ropa que escogemos, el perfume que usamos, el terno que adquirimos, el carro que tenemos, la casa donde vivimos.

También nos promocionamos mediante la música que escuchamos, los enlaces que compartimos, los libros que leemos.

Sin embargo el problema no radica en promocionarse, a mi me parece que es bueno y necesario en estos tiempo, lo complicado es que muchas personas lo niegan. Por mi parte no tengo ningún problema en hacerlo, soy consciente de ello. No me gusta la idea de “pretender” ser humilde. Cosa que se reflejaría más o menos así en un post:
Yo: Comprando pasajes
Alguien: ¿A donde?
Yo: ¡Ah! A Lima.
Alguien: ¿Para qué?
Yo. Este… una premiación.
Alguien: ¿Premiación? ¿De qué?
Yo: Ah… de un concurso
Alguien: ¿De qué?
Yo: Uno literario…
Alguien: Dónde…
Etc. Etc.

En mi caso y tal como les consta a mis amigos y contactos, opto por:
Yo: Muy contento, hoy me comunicaron que gané el primer premio en un concurso organizado por X con el cuento titulado Y. Tengo que ir a Lima para la premiación, ya tengo los pasajes.

El problema con no ser directo es: ¿Qué pasaría si nadie comenta el post de “Comprando pasajes”? Si de verdad no quisiera que nadie me pregunte, no lo postearía y mucho menos en esos términos.

Como ya indiqué, yo asumo mi no humildad o inmodestia. Me molesta que muchos lo nieguen y además, como señalé hace buen tiempo en este mismo blog, en una nota acerca de la humildad, que lo exijan. Regresando al ejemplo de la modestia absoluta, el humilde verdadero no debería tener ni foto ni comentarios. Solo su nombre y esperar ser descubierto.

Lo que sucede creo yo, es que todavía no se asume que los valores no son absolutos. Sí, alguien debe estar leyendo esto mientras menea la cabeza. Bueno, quien no ha mentido a un pariente cercano grave, acerca precisamente de la gravedad de su enfermedad. Si usted sabe que el pariente cercano, un hermano o un hijo, al saber que tiene cáncer por ejemplo, agravaría su situación, ¿le diría la verdad? Dudo que no. Ser un “sincero absoluto” bordea la brutalidad: Verdad brutal ante todo.

Claro, hay gente que miente por cualquier cosa, pero igual la mentira es mentira sin importar que tan grande o chiquita sea esta.

Si su jefe se le acerca y resulta que es un cascarrabias y además tiene mal aliento, ¿le dice usted que tiene mal aliento?

Los valores a veces incluso pierden su aparente fuerza absoluta frente a las convenciones sociales, lo que no es poco.

Usted es leal. ¿Al 100%? ¿Incluso ante la posibilidad de perder su trabajo y dejar sin sustento a sus pequeños hijos?

Peor aún resulta el caso cuando se tiene que ponderar un valor frente a otro. Tiene usted el conflicto entre decir la verdad o ser leal, siendo que si hace una cosa deja de hacer la otra. ¿Cuál escoge? Los valores se ponderan frente al caso concreto, pero siempre escogerá usted uno en desmedro del otro.

¿Es usted un cristiano creyente? ¿Y obedece los diez mandamientos? ¿Todos? ¿Está usted seguro?

Claro, es fácil no matar. Eso ya es delito. ¿Honra a su padre y su madre? ¿Santifica los domingos? ¿Ha evitado desear la mujer o marido de su prójimo o prójima? ¿Ha santificado las fiestas o se fue de campamento a beber cervezas? ¿Ha fornicado? En el entendido que para el catecismo toda relación sexual que no tenga como fin la procreación es fornicar.

Si usted está meneando la cabeza otra vez y pensando “Bueno, pero uno no puede cumplirlos todos” está haciendo una ponderación. Es decir, ni siquiera los mandamientos de su propio credo son absolutos.

Algunos antiguos filósofos griegos y ciertas religiones orientales procuraron buscar la perfección en todas las virtudes, es decir el ejercicio de las virtudes absolutas. Descubrieron que la única forma de lograrlo es mediante el apartamiento total de la humanidad y el ascetismo.

Un ejemplo cercano de humildad absoluta es la de aquél filósofo que se fue a la montaña a vivir como ermitaño para encontrar la verdad, lejos del contacto humano. Su fama y sabiduría trascendieron, como el diamante de nuestro cuento y un día un Rey fue visitarlo. El Rey le hizo una pregunta y el ermitaño contestó acertadamente. Entonces el Rey admirado, le preguntó si podía hacer alguna cosa por él, cualquiera, solo tenía que pedirla. El ermitaño respondió: “Sí, si pudiera quitarse del medio, porque me está tapando el sol…” Verdad absoluta.

¿Está usted dispuesto a ser un ermitaño asceta? Si la respuesta es no, entonces no niegue que de alguna u otra manera… nos vendemos, y vendernos significa que en mayor o menor grado, somos inevitablemente inmodestos.

6 comentarios:

  1. Muy interesante Miguel. Como tu nota dice nos promocionamos consciente o inconscientemente desde el perfume que utilizamos. Quizás la cosa es que nos damos cuenta o lo aceptamos como dices. Felicitaciones por tan interesante nota. Un abrazo :)

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  2. Pues si, le has dado en el clavo, no te olvides que el ser humano esta en una constante competencia para posicionarse, desde el cavernicola para ser jefe y respetado por la tribu, hasta hoy por ganarse (no necesariamente a una mujer) si no un espacio y reconocimiento en la sociedad, las redes sociales ayudan a eso y de alguna forma tambien te ayuda a entender a alguien… viste que ahora para un trabajo tambien analizan tu perfil social en las redes?

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  3. Muchas gracias Gretha por el comentario. Asi es, nos promocionamos todo el tiempo. Hay que aceptarlo.

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  4. Gracias Claudio. No sabia lo último acerca de las entrevistas de trabajo, pero era previsible y tiene mucho sentido. Muchas gracias por el comentario y por seguir el blog. Muaack!!

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  5. Miguel de nuevo excelente, creo que todos nos vendemos nuestra imagen todos los días, ahora bien creo que es interesante el analizar hasta que punto de forma conciente o inconciente creamos una imagen distorsionada de nosotros mismos para ser aceptados o admirados. Creo que el marketing personal es una herramienta excelente tanto para tu vida diaria como profesional, pero creo que lo mejor es tratar de ser lo más genuinos posibles, la esencia de alguien no cambia con simple maquillaje. Un abrazo.

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  6. Gracias por el comentario Arely!!! Si,pues, a veces la distorsión se genera por ese lado. Respecto a lo otro, concuerdo, cuando digo venderse, mi sugerencia es vender el producto genuino, también puedes vender lo que no es, pero tarde o temprano se descubre el fraude. Un besotoe.!!!

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