sábado, 27 de agosto de 2011

SEXO, EROTISMO Y AMOR

Usted necesita contratar un gerente para su empresa. Luego de evaluar cuidadosamente las hojas de vida de los candidatos, realiza la verificación de los datos consignados en ellas, toma los exámenes, practica largas entrevistas y tediosas evaluaciones, finalmente medita profundamente acerca de la información recogida, ajusta los datos al perfil deseado y escoge al más adecuado para el puesto.

Ahora usted necesita contratar para su empresa obreros. Acepta usted a diez de ellos sin más requisito que la copia de su documento de identidad y los pone en periodo de prueba. En el camino los menos calificados o problemáticos serán despedidos y finalmente se quedará con los que mejor se hayan adaptado a las necesidades de la empresa.

Seguramente y al margen de que sea usted un empresario real o esté participando hipotéticamente de este ensayo, usted concordará conmigo en lo siguiente:

– Un obrero no calificado difícilmente llegará a ser gerente.
– Usted no puede correr el riesgo de poner gerentes a prueba “para ver cómo les va”.
– Usted no puede paralizar las actividades de la empresa para hacer un largo proceso de selección de obreros.
– El daño que causa una mala decisión de un gerente no se compara al daño que causa una mala decisión de un obrero.
– Los buenos gerentes son mucho más difíciles de conseguir que los buenos obreros.
– Un obrero por bueno que sea, es prescindible, y
– Cualquier gerente podría realizar el trabajo de un obrero no calificado, satisfactoriamente. Ningún obrero puede realizar el trabajo de un gerente de manera satisfactoria.

Ahora, cuando una persona busca el amor de su vida, debería buscarlo como si se tratara de un gerente. Entonces: ¿Por qué insistimos en buscar gerentes usando procedimientos para obreros y viceversa?

El sexo puro es una necesidad biológica cuyo único fin es la perpetuación de la especie. A diferencia de él, el erotismo y el amor son creaciones del intelecto humano y por tanto propios solo de nuestra especie.

La mezcla aparentemente inseparable de sexo, al que llamaremos apropiadamente erotismo o sexo erótico, y el amor proviene de la tradición cristiana, donde el discurso inculcado es que el sexo (erotismo) es un pecado y que solo se justifica cuando está legitimado con el manto del amor.

Esta concepción es estrictamente cristiana. Los griegos y romanos habían separado apropiadamente el sexo erótico, del amor, al punto que incluso tenían deidades distintas para su culto. Los romanos en particular establecieron el matrimonio como una institución de derecho civil, donde el amor poco o nada tenía que ver, y que servía básicamente para asegurar el patrimonio de las familias. Así el Pater Familias podía tener concubinas e hijos extramatrimoniales sin que esto afectara los derechos de la cónyuge y los hijos nacidos dentro del matrimonio. Los griegos por su parte tenían amantes jóvenes del mismo sexo, en el entendido que el amor solo podía darse entre personas igualmente educadas y sensibles, la contraparte eran varones jóvenes llamados efebos. Cuando el griego decidía casarse y formar una familia, en una ceremonia culminaba la relación con su efebo y le entregaba algún valioso regalo de despedida. En el oriente, para los samurái, el amor verdadero solo era posible entre dos samuráis (entiéndase entre dos hombres) y la relación con la mujer era básicamente reproductiva.

Entonces, en la cultura occidental y luego de la instauración del cristianismo, ante el miedo al pecado, que está profundamente arraigado gracias a dos mil años de un adoctrinamiento religioso y notablemente machista, a la mujer le costó durante mucho tiempo aceptar la idea de tener solo sexo o del encuentro erótico puro.

A esto se debe agregar la variable que durante casi la totalidad de estos últimos dos mil años, la virginidad y el sexo han sido las únicas herramientas de poder de las mujeres. Cosa que afortunadamente viene cambiando en décadas recientes, gracias al empoderamiento de ellas y su capacidad de acceder a profesiones, posiciones de negocio y cargos importantes. Ello ha determinado que la herramienta del sexo como aseguramiento de un marido y eventualmente un patrimonio vaya siendo dejada de lado.

Sin embargo, el paradigma del sexo ligado al amor todavía se sigue transmitiendo a las nuevas generaciones en muchas familias. Las madres enseñan a sus hijas a soñar con príncipes azules, gerentes diremos en nuestro ejemplo. Pero en el manual de instrucciones que les entregan a estas, está el procedimiento de búsqueda de obrero. Luego de allí vienen las decepciones y las inevitables frustraciones.

Analicemos:

Una muchacha joven sabe que no debe entregar “su prenda” fácilmente, porque es una chica de su casa. Eso le garantiza además una buena reputación. Sale con algún muchacho, este como cualquier muchacho adolescente sabe que debe derribar estas barreras. Esto provoca una situación no esperada por las madres: El muchacho se ve obligado a mentir. Claro, si dijera directamente que solo desea sexo erótico, sería inmediatamente expulsado. Entonces juega con la idea del amor, con expresa conciencia de que está mintiendo. Lo hace por un objetivo claro, no olvidemos que a esas alturas de su vida la urgencia hormonal es mayor que cualquier valor inculcado. Finalmente a costa de la mentira consigue su objetivo. Dos consecuencias: La primera es que luego inventará una excusa para terminar la relación. La muchacha comprenderá que ha sido utilizada y culpará al género, luego, los hombres tienen la culpa de su desgracia. La segunda es que el muchacho habrá comprendido que la mentira es un vehículo útil para conseguir sus objetivos, y que la verdad en estos casos solo asegura el fracaso. Optará por la mentira y hará de esta una práctica cotidiana, reforzando el concepto de que la responsabilidad de la desgracia femenina es del género: los hombres.

Súmese a esto el drama si la muchacha era virgen y le reclama este hecho al enamorado. Como a casi todos seguramente les consta ya sea por experiencia personal o de alguien cercano, tendremos una relación que durará meses y tal vez años, con una serie de altibajos tormentosos, hasta terminar finalmente. Su único sustento durante el tiempo que duró fue la culpa.

Las muchachas que tienen más claro el panorama podrán discriminar entre si lo que desean es una relación a largo plazo (un gerente) o algo más sencillo y ligero (un obrero). Tal vez se me puede tildar de demasiado liberal al exponer estos conceptos, pero obsérvese el impacto colateral. Es mínimo. El muchacho al saber que puede exponer libremente lo que desea, probablemente no se verá obligado a mentir. Ella no se decepcionará.

El único problema que tiene esta variable es la llamada reputación de la muchacha. Pero nótese que el tema de la reputación viene con el paquete del paradigma cristiano machista. Es decir que ese paradigma también deberá cambiar con el tiempo. Pero mientras cambia, una forma inteligente es la selectividad. Una muchacha debe ser lo suficientemente inteligente como para no buscar una relación esporádica con el “lengua larga” del barrio. Tal vez alguna muchacha que lea esto esté pensando en este momento “pero uno no elige de quien enamorarse”. Ojo, no estoy hablando del gerente, estoy hablando del obrero.

Cuando se vincula el sexo con el amor, aceptando que el segundo es mucho más complejo que el primero, sin entrar en definiciones, resulta que se mezclan los requerimientos de gerente y obrero. Recordemos: cualquier gerente podría realizar el trabajo de un obrero no calificado satisfactoriamente. Ningún obrero puede realizar el trabajo de un gerente de manera satisfactoria.

El sexo erótico tiene fines muy específicos, el amor es una cuestión que aborda una serie de sentimientos y situaciones colaterales, una de ellas, el sexo, pero no se agota en él.

Si usted es una muchacha joven, no tan joven o madura, pero está buscando el amor de su vida. Hágalo, todos tienen el derecho a hacer esa búsqueda. Busque un gerente, tómese su tiempo. Tome un café, converse, averigüe que lee él, que come, si cocina, si lava su ropa, si su mamá lo engríe, si le pega a sus hermanas, si lastima a los animales o los cura, si lanza botellas de plástico en bosque, si se expresa con groserías o no, si tiene buena cabeza cuando bebe. El aspecto físico es importante, pero secundario, usted está buscando un gerente. No lo olvide. Si por el contrario, usted piensa salir esta noche a pasar un buen rato, escoja un buen espécimen y cuénteme mañana que tan bien calificado estaba ese obrero.

4 comentarios:

  1. Tan cierto Miguel, el sexo y el amor son dos cosas distintas, claro que encontrarse teniendo sexo con amor es una cosa especial pero no es un requisito, ya las nuevas generaciones no sufren de estos obstáculos mentales, suelen ser mas sueltas para interactuar… pero lo intresante es que entendieran mejor el concepto, buena nota Miguel! saludos

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  2. Lo bueno es que las cosas están cambiando, afortunadamente para todos. Muchas gracias Claudio por el comment!! Un fuerte abrazo!!

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  3. Miguel excelente, el análisis es muy correcto, como dice Claudio los adolescentes de hoy tienen mucho menos conflictos (al menos no demuestran tenerlos) de los que podíamos tener en nuestra época, aún cuando se esté demostrando una aceptación de las mujeres por su sexualidad, pero para muchas sobre todo las nacidas en familias muy devotas al cristianismo jamás se permitirían a si mismas tener una aventura con un "obrero", en la triste realidad la mayoría terminan casadas no con el "gerente" sino con otro "obrero" que les propuso matrimonio a cambio de su "virtud". Saludos.

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  4. Gracias por el comentario Arely. Tienes mucha razón en la concusión final, efectivamente por causa de estos erróneos paradigmas muchas mujeres terminan casadas con el primero que apareció, solo porque ligan la relación a la pérdida de la virginidad, al embarazo y situaciones similares.

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