sábado, 24 de diciembre de 2011

SIN ENGAÑARNOS: ¿QUÉ ES LA NAVIDAD ACTUAL?

No es necesario ahondar a estas alturas del siglo XXI en el tema de que el veinticinco de diciembre no es la fecha real del nacimiento de Jesús, y que lo que estamos celebrando es en realidad el cambio de estación – a verano en el hemisferio sur e invierno en el hemisferio norte – y que tanto árboles, como papá noeles, calcetines y guirnaldas no tienen nada que ver con un antiguo pueblo hebreo subyugado por el Imperio Romano hace más de dos mil años.

¿Pero qué es la navidad actual? Sin engañarnos. Honestamente.

¿Será acaso que en el interior de las personas realmente mora un espíritu de paz y amor referido al nacimiento del niño Jesús? ¿Todas las personas que usan este argumento realmente lo comprenden? Y si es así, ¿Cuál es ese mensaje de paz y amor? ¿Hemos comprendido el mensaje si existe alguno?

Si el nacimiento de Jesús se aborda desde la perspectiva de la religión, dudo mucho que sea un mensaje de paz. El nacimiento de Jesús y el advenimiento del cristianismo generaron una serie de conflictos de grandes magnitudes propiciados precisamente por la fe. Desde los enfrentamientos en Roma contra los cristianos primitivos, pasando por las cruzadas y los recientes enfrentamientos en medio oriente. A ello súmense los saqueos e invasiones en las colonias de América, África y Oriente en nombre de la fe y los estragos causados por la Inquisición y se verá que la religión no ha aportado paz precisamente.

Sigue entonces la pregunta, ¿a qué nos referimos con mensaje de paz y amor?

Al parecer el mensaje no tiene que ver con el nacimiento de Jesús si no con su palabra. No importa si se es agnóstico, ateo, musulmán, cátaro, cristiano o hindú, el mensaje tiene validez, siempre que quien lo enarbole como bandera haga de él una práctica diaria y permanente.

Tengo mis serias dudas acerca de que la Navidad sea realmente hoy, en medio de tanto mensaje mediático, en medio del libre mercado y la era de la información, una fecha de reflexión.

El sistema mediático ha generado una presión de tal magnitud que incluso quien tiene claro que la navidad no tiene el significado que se le pretende atribuir – como yo – se encuentra con un grave problema en la propia fecha por la expectativa que el sistema genera en quienes están a nuestro alrededor, sobre todo en los niños que son las víctimas inocentes de este perverso sistema. ¿Cómo explicar a estos niños que la expectativa generada en ellos es producto de los medios? Al final resulta más barato en términos de costo – beneficio comprarles un regalo, y al parecer eso es precisamente lo único que quieren los comercios.

Si la presión es tan fuerte para quienes tienen medios económicos como para comprar regalos, no quiero siquiera imaginar cómo debe ser para quienes no cuentan con los recursos, lo que normalmente terminan endeudándose por encima de su capacidad adquisitiva o en muchos casos son empujados a delinquir.

Es evidente que un obsequio en navidad o rendirse a la agradable sensación de compartir solo por el día, no resuelve el problema de nadie. Ni del que da ni del que recibe.

Los romanos respecto a la justicia tenían un concepto interesante. No decían que la justicia fuese la acción de dar a cada quien lo que correspondiese. Decían inteligentemente que la justicia es la permanente voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde. Lo mismo puede aplicarse a la paz y el amor. Sin importar la definición, debe ser una conducta permanente para que pueda dar frutos.

Siento que la navidad hoy es una festividad llena de hipocresía, con clara responsabilidad de ello por parte de los comercios y los medios que finalmente son comercios también y se rinden al poder económico de los anunciantes.

Seamos honestos, no me lo diga a mí, yo no lo voy a juzgar en la medida que al igual que usted soy una víctima complaciente de la hipocresía imperante. Dígaselo a usted mismo, reflexione. ¿Piensa en Jesús y su palabra cuando está metido en la vorágine de los supermercados escogiendo un regalo? ¿Piensa en ese mensaje cuando abre su billetera y paga? ¿Reflexiona respecto al amor a sus semejantes cuando firma el voucher de su tarjeta de crédito? ¿Piensa en la parábola de los talentos o la de la viuda cuando está horneando el pavo o el lechón? ¿Recuerda la frase “ama a tu prójimo a como a ti mismo” cuando está discutiendo con la dependiente que no lo quiere atender en el mercadillo o grita severamente a los irresponsables que no separaron el pavo por el que usted pagó por adelantado? ¿Piensa en la parábola del buen samaritano cuando a su lado asaltan a alguien y usted corre con sus bolsas a tomar el taxi más próximo?

Hace poco una amiga decía que no iba a encender luces de navidad en homenaje a los niños que no tienen luz y que no iba a preparar abundante comida para estas fiestas en homenaje a los niños que no tienen qué comer. Bueno está bien, pero es el mismo fenómeno, si solo es por navidad no tiene ningún sentido de orden práctico. Es el mismo sentimiento falso pero en orden inverso. En lugar de dar, no doy, pero solo por la fecha. Ahorremos energía eléctrica todo el año y nunca preparemos más comida de la que realmente necesitamos. Si no se hace eso se incurre en el error de pretender resolver el problema de otros mediante un inteligente mecanismo de prestidigitación que hace nuestro ego para hacernos creer que somos mejores, cuando en realidad no hemos resuelto el problema de nadie.

Hoy yo, como usted, también compraré regalos, buscaré el punto medio en su precio: ni tan caros que me hagan menear la cabeza ni tan baratos que me hagan quedar mal. Los forraré en papel regalo y los entregaré como parte de un ritual que no tiene nada que ver con el nacimiento de Jesús y el mensaje de paz y amor que este legó.

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