viernes, 23 de diciembre de 2011

CRONICA DE UNA RELACIÓN DESTRUCTIVA: EL CIGARRO Y YO

Yo no fumo. Pero sí fumé y mucho hace años.

Debo empezar diciendo que firmar es una desagradable y nada saludable costumbre a la que se llega normalmente por la enorme presión de la necesidad de aceptación social en la adolescencia, la que a su vez es alimentada por la fuerte campaña a favor del consumo del tabaco, desarrollada ésta de manera directa o indirecta por las compañías tabacaleras a través de los medios.

Como todos recuerdan en las películas de los sesenta, setenta y ochentas inclusive, los principales actores y actrices de Hollywood aparecían en ellas fumando. Lo que tal vez no sepan muchos, es que estos actores recibían un bono aparte del salario como actor por parte de la tabacalera si salían fumando. De hecho muchas tabacaleras eran las principales financistas de las películas de Hollywood. Esta práctica se acentuó cuando se prohibieron los comerciales explícitos de tabaco. Entonces aparecieron una serie de héroes de acción con el cigarrillo sobre los labios. Claro ejemplo de ello el actor alemán (de nacimiento) Walter Bruce Willis en las primeras entregas de la saga Die Hard o Duro de Matar. Estos actores recibían (y todavía reciben) fuertes cantidades de dinero por parte de las tabacaleras si aparecen fumando en las películas. Las tabacaleras practican con maestría la estrategia de “una imagen vale más que mil palabras” solo que ellas cambian la palabra “vale” por “vende”.

Historia similar de la fórmula 1, que es de público conocimiento y que por su complejidad seguramente requeriría de una nota aparte.

Hoy en día hay, afortunadamente, una fuerte campaña a nivel mundial para hacer que las personas abandonen el uso del tabaco. El Perú parece que no se ha tomado muy en serio el asunto, pero veo fuertes campañas sobre ese tema en el Brasil.

También noto que entre los fumadores hay dos grupos claramente definidos, aquellos que desean dejar de fumar, pero no saben cómo y otro grupo que sencillamente no les interesa dejar de hacerlo. Mi nota va dedicada a los primeros.

Sinceramente no sé si sea de plena utilidad lo que les contaré como mecanismo válido para dejar de fumar, porque he notado que en cada persona existe un universo distinto de motivaciones y justificaciones, pero igual espero que le sirva a algún lector.

Empezaré con decir que en alguna época de mi vida fumaba dos cajetillas diarias. Empecé como todo el mundo con un cigarro para probar, a escondidas, inventándole alguna historia al tendero del barrio. A los quince ya fumaba socialmente en fiestas y reuniones, en aquel entonces cigarrillos Ducal o Premier. Luego aparecieron los Hamilton. Cuando tenía veinte años los cigarrillos Hamilton me parecían demasiado suaves, pasé de ellos a los Premier y luego a los Minister, finalmente por una cuestión de economía y de adicción a los baratísimos Gold Coast, dos cajetillas diarias cuando aún no cumplía los veintidós.

En ese entonces, poeta empedernido de larga cabellera y fumador impenitente – encendía un cigarro nuevo con la colilla del que estaba terminando – costumbre gracias a la cual, terminé con una especie de taquicardia a tan temprana edad que me dio el primer aviso. Para ese entonces ya había hecho algunos intentos de hacer ejercicio pero no habían sido permanentes a largo plazo. Me tomé en serio el asunto y decidí dejar de fumar.

Un elemento que me parece fundamental para dejar de fumar es desarrollar actividad física. No sé si habrá alguien que lo haya logrado de manera distinta, pero creo que hacer ejercicio paralelamente al proceso es fundamental. En mi caso, cuando empecé a hacer ejercicio en serio, recuerdo claramente la sensación de dificultad al respirar en los primeros días. Sentía como si mi garganta fuese una cañería llena de hollín limpiándose, podía sentir el aire raspando mi garganta y con los días sentir como la molestia se aliviaba, a ello el aumento notorio de la capacidad física y respiratoria.

Una estrategia que usé con relativo éxito fue tener siempre un único cigarro a la mano. Me explico: yo solía en ese entonces encender un cigarro cada vez que quería pensar o meditar. Entonces este cigarro solitario se llamaba mi “último cigarro” y estaba reservado para algún momento especial, sumamente especial que realmente amerite un cigarro. Luego cuando me pasaba algo y estaba a punto de encenderlo, pensaba si ese momento realmente lo ameritaba y me ponía en la idea de qué pasaría si luego me sucedía algo más intenso y entonces no tendría mi “último cigarro” y postergaba la oportunidad de fumar.

Tiempo después había reducido considerablemente el número de cigarrillos diarios, a veces pasaba meses sin fumar, pero eventualmente regresaba –pero nunca más al nivel de dos cajetillas diarias –, pero noté que volvía a fumar precisamente en las fechas que dejaba de hacer ejercicio. Bajé a tres o cuatro cigarrillos diarios y solo de noche. En reuniones sociales seguía fumando media cajetilla aproximadamente.

A medida que pasaba el tiempo fumaba cada vez menos. A los treinta ya fumaba dos o tres cigarrillos por semana. Sin embargo seguía siendo mucho. El verdadero momento en el que dejé de fumar fue cuando me dije en serio y contundentemente: “no voy a fumar más”; así de simple, sin auto engaños ni falsas justificaciones. Creo que el asunto tiene que ver con un firme acto de voluntad. Para ser sincero todavía fumo, pero solo cuando me encuentro con viejos amigos, o un cigarrillo solitario en alguna reunión. Calculo que ahora fumo unos diez cigarrillos al año.

Insisto que en mi caso el ejercicio hizo lo que para otros hacen las pastillas o parches de nicotina o los chicles y caramelos. No es una tarea tan complicada como parece, pero estoy convencido de que el ingrediente principal es la decisión firme de dejar de fumar. Me parece que para los todavía fumadores que me leen, un buen propósito para el próximo año podría ser dejar de fumar. No se olvide, una firme y clara decisión, determinación en el propósito y adelante.

2 comentarios:

  1. buena nota Miguel, gracias por compartir tu experiencia, sabes que yo creo que el problema para dejar de fumar es la asociación que tiene el cigarro en tu vida, si lo usas para ir al baño por ejemplo, es facilmente reemplazable, si lo usas para no estar triste, como remplazas eso? ya es un tema mas complejo a tratar... y no creas, en otros paises he visto que la campaña para dejar de fumar aun es mas baja que en lima al menos...

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  2. Tienes razón primo, claro que es un tema de salud pública y deberiamos meterle más puche, hoy en día latino américa, asia y áfrica son los continentes donde más tabaco se vende. Respecto a la asociación, pues tienes toda la razón, yo fumaba en estado depre, ahora que lo pienso, tiene sentido, el gym te da adrenalina y te pone alerta y aleja la depresión. Tiene mucho sentido. Claro, dejé de fumar y también de escribir poesía, porque para escribir poesía la depresión es un buen combustible. En todo caso prefiero no fumar, escribir cuentos y ser feliz.:!!

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