miércoles, 2 de noviembre de 2011

LAS VISITAS

Me gusta la idea tener visitas, pero no me gusta mucho la realidad que se genera producto de esa idea. En otras palabras las visitas me gustan en teoría nada más.

Lo que pasa es que hay un punto en que uno quiere decirle a las vistas que ya es hora de irse y a veces es tan complicado

Hay ciertos protocolos sociales que son útiles. Por ejemplo, en una reunión social en la que se sirve y bebe alcohol, la forma de decir que ya es hora es sirviendo café. El problema de este protocolo es que requiere de varias premisas previas, las más importantes son que la gente con la que uno esté compartiendo sea lo suficientemente educada como para conocer del protocolo y que no haya bebido tanto como para ignorarlo.

En otros casos hay ciertas expresiones como “Bueno…” con su correspondiente movimiento de silla. Sirve a veces el silencio incómodo o recoger los vasos de refresco. Cuando se tienen hijos se presta mucho el “Pepito, ya guarda tus juguetes que es tarde…” pero no en todos los casos funciona.

Es cierto que hay personas con las que sucede todo lo contrario (poquísimas) y que son aquellas que uno quisiera que no se vayan nunca. O los amigos con quien se ha llegado a tal grado de confianza que no perturban. A ese punto de confianza uno puede salir de casa indicándoles cómo se enciente la hornilla de la cocina y el televisor, y asunto resuelto.

Uno de los problemas que tengo muchas veces, son los invitados colaboradores. El que quiere limpiar todo, lavar los platos, secar las cucharas y a veces hasta agarrar la escoba… no sé porqué pero no puedo con eso. En el otro extremo está el comodón, se sienta a que lo atiendan y punto sin ofrecerse siquiera de palabra a colaborar. Será que soy muy complicado, pero mi invitado perfecto tiene que tener el gesto de dar una mano, pero no perturbar. Es decir, cuando ve que estoy por llevar los platos debe ofrecerse a ayudar, yo le diré por supuesto que no se moleste y ¡debe quedarse en su sitio sin molestar!

Hay especímenes raros e insoportables, detallaré tres de los más emblemáticos:

1. El que te visita borracho. No hay manera de soportarlo, si ya me molestan los borrachos en general, imagínense uno en mi propia casa. Y ese no entiende de protocolos. Yo solo soporto a los borrachos que empezaron a emborracharse conmigo.

2. El que visita sin avisar, pero con el detalle adicional de que después de haber escuchado tus excusas como “Estoy resfriado”, “tengo un millón de cosas por hacer, ando algo ocupado” o “en un rato tengo que salir” igual se mete en tu casa y se queda con la frase: “No te preocupes.. TÚ sigue haciendo tus cosas…”

3. El visitante impropio. Es ese que no es tu amigo, es normalmente la más reciente pareja sentimental de tu amigo o del amigo de tu esposa o esposo. Ese al que te enchufan mientras el que es tu amigo o el que sí conoces se va al supermercado a comprar lo que falta y además se demora una eternidad. Terminas sentado en algún lugar de TU PROPIA CASA con un ilustre desconocido con el que normalmente no tienes nada en común y que además el noventa por ciento de los casos es monosilábico. Entonces uno termina tratando de conversar frente al horno parrillero:
– ¿Y cómo estás?
– Bien.
– ¿Y cuando tiempo conoces a Pepita?
– Poco.
– ¿Comes ají?
– No.
– ¿Te gusta la parrillada?
– No.
– ¿Te hace mal?
– No, soy vegetariano.

Otra visita complicada, por decirlo de alguna manera, es la familia intermedia, los que superan el cuarto grado de consanguineidad o de afinidad, los primos lejanos, (salvo las primas guapas que son siempre bienvenidas), los tíos abuelos, los hermanos de los concuñados (¿quién inventó esa palabra?) y sobre todo las tías chismosas. ¿Cómo hacer para que se vaya una tía chismosa? Es una tarea casi imposible y además normalmente requiere exorcizar la casa después.

Alguna vez escuché a alguien decir una frase que decía más o menos así: “Cuando uno está de visita, el mejor momento para irse es cuando todavía quieren que te quedes.” Y creo que es acertadísima. No hay nada tan feo como cerrar la puerta después de que una visita se va y decir: “¡Uf! ¡Por fin!”

4 comentarios:

  1. jejejejej si es cierto! la verdad que muchas veces sucede así, pero recurre a las tradiciones de nuestra tierra natal, cuando tengas una visita que no quieres pon una escoba detrás de alguna puerta y mágicamente se va!! ;) exitos!

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  2. Sí!mi viejita hacía eso con la escoba, pero por supuesto!, me has hecho acordar, decia: "un ratito, creo que he dejado agua hirviendo" se iba a la cocina y aprovechaba para poner la escoba detrás de la puerta. Lo máximo! Gracias por el coment primo, un abrazo!

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  3. En mi antigua casa tenía más visitas que ahora :( y en la última que me visitó uno de mis amigos, casi llego al extremo de decirle "Hey bicho ya andate que tengo sueño", pero aguante ya que casi siempre la situación era a la inversa. Ahora eso de la escoba yo tenía entendido que era detrás de entrada principal, alguna vez lo hice pero no me ha funcionado :S Espero si algún día llego de visita a tu casa no digas ufff ya era hora de que se fuera. Besitos

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  4. Claro, es tras la puerta principal, yo creo que funciona cuando pasas delante de la visita con tu escoba y te pregunta "¿Qué haces con eso?" y le contestas: "Voy a ponerla detrás de la puerta..." jajajajajajja!! Un abrazo Arely y cuando me visites... mmmmm jajajjaja

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