lunes, 27 de junio de 2011

ESPERANTO, METALENGUAJE, CIBERLENGUAJE Y OTROS CODIGOS

¿Quién no ha usado un paréntesis con dos puntos para expresar una sonrisa o una mueca de tristeza (dependiendo de la orientación del paréntesis)? o ¿Quién no ha enviado un beso con dos puntos y un asterisco? Hoy en día muchos adolescentes han adoptado una forma de comunicarse, sobre todo por medio de plataformas informáticas (celulares incluidos) que no es otra cosa que una evolución de estos mecanismo para abreviar palabras y frases.

Si bien parece algo extraño, al reflexionarlo bien no lo parece tanto, ya hace años nos hemos acostumbrado a usar siglas y abreviaciones como ONU, UNESCO, OTAN, FBI, CIA, KGB, ETC, SR., MR. y nadie se ha escandalizado cuando aparecían en los diarios. También hemos escrito cartas usando OK, PD, PS y firmándolas con un TQM y tampoco ha pasado nada.

Luego aparecieron los salones de chat y empezaron a usar LOL (los gringos particularmente) en lugar de un sonoro “JAJAJA” y tampoco nadie se escandalizó, hasta que empezaron a aparecer los ya referidos signos de sonrisas, tristeza, guiños de ojo, sacadas de lengua y más, a partir de la creatividad de los usuarios de los canales de comunicación.

Me parece correcto distinguir entre dos niveles: El primero que trata de abreviar, de hacer más fluida la comunicación vía texto, así es más rápido escribir “LOL” que “Lo que me acabas de decir me hace reír un montón” o “:)” a “me acabas de hacer sonreír”. El segundo es el de variar radicalmente el sentido de las palabras, no es lo mismo escribir “pz” para abreviar “pues” a escribir “deve" en lugar de “debe” o “xevere” en lugar de “chévere” o “perfecto”. En algunos casos incluso la palabra nueva tiene más letras que la que se pretende reemplazar, con lo que queda descartada entonces la posibilidad del ahorro de tiempo.

Me parece que no solo se trata de ahorrar tiempo, es un tema generacional, como se sabe cualquier adolescente (de esta época o de cualquier otra) se encuentra en una permanente búsqueda de identidad. Normalmente además el adolescente busca que esta identidad sea lo más individual posible y distinta, marcar un espacio diferente respecto a los adultos. Si el lector pasa los cincuenta, habrá lidiado con sus padres respecto a escuchar o no los Beatles, si está llegando a los cuarentas probablemente habrá querido escuchar a Metallica a todo volumen contra la opinión de los adultos, más recientemente Korn o poco más cerca el reggaetón. Lo cierto es que el fenómeno sucede siempre y no debería escandalizarnos tanto en ese extremo.

Se puede decir que este pseudo lenguaje no es otra cosa que un lenguaje grupal propio además de una búsqueda de identidad colectiva, casi un metalenguaje. Me incluyo en los que alguna vez se han rasgado las vestiduras diciendo “¡Cómo es posible!” al ver a un adolescente escribiendo de esta manera extraña. Sin embargo hay que abrir la mente y ampliar los horizontes: ¿Acaso la gramática formal no es también un metalenguaje?

Ya hace un buen tiempo, Gabriel García Márquez había sugerido, como muchas otras notables personalidades, que en el idioma español no se percibe ya mucha diferencia entre la “b” y la “v”, motivo por el cual una de las dos debería desaparecer, así como no hay mucha diferencia ya entre las palabras que llevan “h” y las que no la llevan, al igual que los sonidos de “que” y “ke” o “ko” y “co”. En contra parte están los puristas del idioma que mantienen la idea de que eso no sería aceptable, ya que el idioma lleva una larga tradición que se debe respetar y mantener por medio de la observancia de las reglas.

Yo me adscribo al sector de los puristas, creo que el lenguaje es como la ropa, es decir, la ropa no es determinante, pero en la vida real la vestimenta dice mucho de quien la porta. Si está limpia, si está pulcramente llevada, si está correctamente combinada, sin entrar en consideraciones de costo o valor económico. En la forma de escribir o comunicarse pasa lo mismo, a lo que hay que agregar que el uso de determinados argots nos dicen a qué estrato socio cultural pertenece determinado sujeto.

Sin abandonar mi posición creo que hay dos temas a tratar en este nuevo metalenguaje:

En primer lugar la capacidad de uso, un matemático usa metalenguaje en sus ecuaciones y fórmulas, a nadie se le ocurre cuestionarlo por su uso, y esto es porque ese uso está revestido por un manto de utilidad, cosa que no pasa con el metalenguaje juvenil. Pero esto no lo hace cuestionable per se. El matemático se despoja del uso de sus fórmulas cuando escribe un texto serio o se comunica con otras personas. Si el adolescente tiene la capacidad de comunicarse con otras personas en un lenguaje normal, no me parece nada mal que use el metalenguaje.

Es decir que si entre adolescentes se comunican usando estos códigos, no puede hacerse ninguna crítica o cuestionamiento, es solamente un código o protocolo, muchachos jugando a la sociedad secreta como seguramente todos lo hemos hecho en algún momento de la vida. El problema es cuando el adolescente deja de distinguir el código de grupo y pierde la habilidad de comunicarse con adultos o el entorno académico, por ejemplo en sus asignaciones en la universidad, en los exámenes o cuando sencillamente le deja una nota a sus padres.

Esto me lleva al segundo punto. El problema de este metalenguaje es su carácter global, gracias a internet, estos usos ya no son solo de un grupo de muchachos en una determinada localidad, si no que muchos términos son usados en todo el mundo. Esto me recuerda a Lázaro Zamenhof, creador del Esperanto, que los anarquistas del siglo pasado quisieron instaurar como idioma del mundo en rechazo de los ya imperantes como el inglés o el francés. ¿Será que este lenguaje juvenil es el nuevo esperanto? No lo sé, pero haciendo un ejercicio mental de proyección, se me ocurre que puede suceder algún día lo mismo que sucedió con el latín. En algún momento de la historia, el latín era la lengua culta en casi toda Europa y parte de Asia y África. Esto gracias a la expansión del Imperio Romano, luego la iglesia católica hizo suyo el idioma para tratar de mantener una hegemonía cultural heredada del imperio. Nuestros idiomas (correctamente hablados y escritos) serian el equivalente actual del latín. Paralelamente al latín se desarrollaron una serie de lenguas, muchas de ellas derivadas del propio latín, como las lenguas romance, que se mezclaron con lenguas locales, lenguas de bárbaros. Estas lenguas originalmente fueron rechazadas por los sectores educados y cultos, sin embargo poco se pudo hacer para que el latín sobreviviera posteriormente, con el desarrollo de los estados nación, cada estado adoptó su propia lengua regional y sus propias leyes como un gesto de autonomía e independencia.

Nadie duda que hoy en día, el latín, a pesar de ser una lengua muerta, siga siendo una lengua culta. Hay personas que leen y hablan latín, se leen aun textos en latín. Nadie negará que agregar en el currículum “latín” como lengua, si bien no brinda muchas utilidades prácticas, da cierto toque de distinción cultural.

Se me ocurre que puede pasar algo similar (guardando las proporciones) con este metalenguaje juvenil. El fenómeno de la globalización hará que sea casi imposible que estos códigos sean solo una moda pasajera, pienso que este metalenguaje ha llegado para quedarse, pero creo también que los que hacemos uso correcto de la gramática y el lenguaje (o nos esforzamos por ello) también tomaremos posesión sobre un espacio particular. Esto abona a la teoría de la polarización. Se ha hablado mucho de la polarización causada por la globalización a nivel económico, pero creo que también sucederá (ya viene sucediendo) a niveles culturales. Ya se ve que los jóvenes son cada vez menos propensos a buscar soluciones creativas a los problemas, cada día se ve que los problemas se resuelven de manera violenta. El metalenguaje es también una forma de violencia, es una forma de decirle no al “status quo” o “stablishment”, pero que a la larga va a generar dos grupos separados por una enorme brecha.

Se me ocurren tres grupos en el futuro: Uno, el grupo de siempre, los que dictan las reglas, los que toman las decisiones (no necesariamente los gobernantes), al lado de ellos los intelectuales, ya sea a favor o en contra de orden establecido, pero manteniendo a esta altura ciertos protocolos de comunicación. No se me ocurre un libro de García Márquez, de Vargas Llosa, Borges, Sábato, Neruda, Cortázar, Vallejo e incluso Coelho traducido a metalenguaje juvenil. Menos aún tratados de derecho, física, biología, medicina o historia escritos en esos códigos, por muy populares que sean (precisamente por “demasiado” populares). Un segundo grupo masivo, de personas lejos, muy lejos del primero, en niveles educativos, culturales y también desdichadamente económicos y sociales, al borde del analfabetismo funcional, resolviendo sus problemas con violencia y comunicándose con muy marcadas limitaciones. Y un tercer grupo muy minoritario, de personas que puedan transitar entre los dos niveles previos, perteneciendo a uno u otro o a los dos.

Esta perspectiva es casi apocalíptica, pero me duele pensar que no estoy muy equivocado. Los hechos lo demuestran. Lo único que queda es ver si nuestros jóvenes y adolescentes pueden darse cuenta de ello. No se puede reprimir el uso del metalenguaje juvenil, se me ocurre que en el caso de muchos jóvenes de clases acomodadas o medias que han tenido la suerte de recibir una buena educación, comunicarse en este lenguaje es solo como hablar un idioma más, en la medida que no han perdido la capacidad de comunicarse formalmente y pueden distinguir el uso, sin embargo para la gran mayoría esa es “la forma” de comunicarse y difícilmente se les podrá enseñar lo contrario.

2 comentarios:

  1. Muy bien soportados tus puntos de vista, realmente reflexivos. Igual yo me situo entre los puristas, y no me imagino enviando cartas corporativas o haciendo negociaciones con este metalenguaje, mas bien no veo a nadie haciendolo, quizá por ese motivo es que me crea un poco de molestia verlo, porque adicional veo que cada día se pone menos atención en la ortografía y yo quizá sea medio clavada con eso pero es parte de la educación que me brindaron.

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  2. Claro, la primera reacción es esa. Y es normal, siempre nos causa molestia lo que no compartimos. Ahora como te dije si quien usa el metalenguaje sabe moverse entre ambos mundos, ok, pero si no. No.

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