sábado, 5 de marzo de 2011

¿QUE TIENEN EN COMUN JUDAS ISCARIOTE, ANTHONY HOPKINS, UMBERTO ECO, NATALIE PORTMAN, EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE ARAÑA Y EL REFRIGERADOR FANTASMA?

Llegando a Lima, después de un increíble viaje como les conté en una nota previa, llegué a la casa de Claudio, mi mejor amigo y primo de cariño. El trayecto del aeropuerto no tuvo mayor relevancia a excepción de que tuve la suerte de que el taxista tomara la ruta de la costanera para llegar a Surco y ver el océano al atardecer es siempre una experiencia que me reconforta gratamente.

Una vez en casa fui recibido cálidamente por la guapa tía Cecilia e inmediatamente después por mi muy querida tía putativa María Eugenia, a quien vi bastante recuperada luego de un feo incidente de salud. La abracé muy fuerte lleno de alegría y presumí que el viaje por la costanera y las visibles mejoras en María Eugenia no eran otra cosa que el preludio de un inolvidable fin de semana.

Luego hablé con Claudio por teléfono y quedamos para encontrarnos en Miraflores a la salida de su trabajo. En el Haití. ¡No! No sean malpensados, Claudio no trabaja en el Haití, trabaja a la vuelta en una importante empresa dedicada a... ahora que lo pienso no tengo claro a qué se dedican principalmente, pero sé que entre otras cosas se dedican a pagarle bien y tratar mejor a Claudio y eso es lo que me importa. ¡Adoro a esa empresa!

Terminando de hablar por teléfono, María Eugenia me dio las instrucciones acerca de la suite de huéspedes y me advirtió que el refrigerador de Piero que también vive en la casa (No es que Piero sea un refrigerador, aunque últimamente parece uno gracias a los kilos ganados, si no el refrigerador de propiedad de Piero que es primo de Claudio y por tanto una especie de primo mío, porque los primos de mi primo... ¡son mis primos!), venía haciendo unos ruidos extraños por la noche. Advertido tomé un baño, me afeité y me alisté para salir.

Una vez en Miraflores, a la altura del Haití, me encontré con Claudio y luego de los abrazos de rigor, nos fuimos caminando a Larcomar, nos pusimos al día y nos dirigimos al teatro de la USIL, allí pudimos disfrutar de “Los últimos días de Judas Iscariote”, Claudio había comprado las entradas unos días antes para garantizar una buena ubicación, obviamente no voy a hacer una ficha técnica porque no es el objetivo de este blog y porque me da flojera y también porque no me da la gana particularmente hoy. Sin embargo pueden abrir una ventanita en el navegador y colocar “google.com” y más abajo buscan “Los últimos días de Judas Iscariote” y les aseguro que obtendrán todos los datos necesarios para regodearse frente a sus amigos de saber que existe una puesta en escena de una obra que se llama “Los últimos días de Judas Iscariote” y si viven en Lima creo que todavía alcanzan a irla a ver. Lo cierto es que me gustó la puesta, un Lucifer (Lou) magistralmente interpretado por Iza. Me gustó mucho Julio César, Pilatos, el Juez… ¡Oh! ¡El Juez!, el fiscal muy bien puesto, judío como tenía que ser y la abogada tibia tibia... Un Judas más o menos convincente y un Jesús que si se hubiese quedado calladito hubiese quedado bien bonito, como los pingüinos de Madagascar. Santa Mónica y la Madre Teresa de Calcuta, interpretadas ambas por la misma actriz, bien caracterizadas. Personajes muy válidos para los fines de la obra. En resumen, bien pagados los treinta y cinco soles de la entrada, que dicho sea de paso, nunca le devolví a Claudio. ¡Bien pagados los setenta soles Claudio! ¡Gracias Totales!

Luego nos fuimos al Café sofá (¿O Sofá café? Nunca puedo acordarme) también en Larcomar y nos metimos una conversa de las cosas de la vida como siempre que nos encontramos. Unas cervezas y a casa, antes de salir de Larcomar nos detuvimos en uno de esos lugares llenos de juegos y cosas raras, así que Claudio (él y sus ideas raras) me invitó a jugar un especie de fulbito de mesa con una pieza circular plana que funge de bola y luego hicimos carreras en una suerte de simulador. ¡Qué difícil es manejar a doscientos cuarenta kilómetros por hora! Felizmente era sólo un simulador, si no estaría escribiendo esta nota desde una camilla de hospital.

Una vez en casa acomodé mi suite, así llamamos a un enorme sofá (muy cómodo por cierto) donde siempre me quedo cuando voy a Lima. Incluso a veces me quedo allí cuando voy por trabajo. Si se están preguntando si no puedo pagar un hotel, pues si puedo, pero hay dos razones principalmente para preferir el sofá: Primero, el calor de hogar: odio levantarme en las mañanas en un sitio tan impersonal como un hotel, así tenga todas las comodidades del mundo y segundo, porque son tan pocas las veces que veo a Claudio, Sergio y Maria Eugenia últimamente, que no quiero perderme ni un minuto de los que podría pasar con ellos.

Apagué la luz (serían las dos de la madrugada) y traté de dormir y fue entonces que advertí el misterioso sonido que venía de la cocina. Efectivamente parecía un fantasma, pero muy similar al sonido o arrullo que hacen las palomas en los tejados y ventanas de las casas: Uhuhuuuu... Uhuhuuuuu... Cerraba los ojos y trataba de dormir y allí estaba el Uhuhuuuu... Uhuhuuuuu... Me levanté y cerré la puerta de la cocina, el sonido disminuyó y pude dormir por fin, creo que en mayor grado por la hora y el efecto de las cervezas que por el hecho de cerrar la puerta de la cocina.

Al día siguiente nos levantamos tarde, como era de esperarse, Claudio se fue a trabajar y yo... yo no pues, ya que estaba de vacaciones y además en Lima. Me levanté con calma y desayuné con María Eugenia, quien fiel a su costumbre hizo cólera con los eventos del día. Como ya les comenté ella tuvo un problema de salud, así lo que menos debe hacer es cólera. Trate de imbuirle de mi espíritu “¡relájate! que no te importe” pero creo que no logré mi objetivo... Conversamos un buen rato, desayunamos y se fue a caminar. Yo me di un baño y luego me fui nuevamente a Miraflores, esta vez sí subí hasta el noveno piso a conocer la oficina del primo Claudio y me gustó. Bonita vista (no podía ser menos a un noveno piso) y ambiente agradable, Claudio sentado por allí en una ubicación preferente y sus secuaces no muy lejos de él. Un ambiente moderno y agradable. Estuvimos allí un rato y luego nos fuimos de compras a San Isidro. No les contaré qué compré en detalle ni cómo. Esto por ninguna razón de privacidad ni nada parecido. Sólo me da flojera, nuevamente. En fin sólo les puedo decir que compré una cámara digital que ya venía necesitando y ropa, uno disfruta más comprando en Lima que en cualquier lugar del país y si es en San Isidro, mejor.

Entre compra y compra se nos fue el día, almorzamos en el patio de comidas de Saga me parece y compramos unas cosas más, luego de regreso a casa. Descansamos un poco y volvimos a Larcomar para ir al cine esta vez. Vimos “El Rito” con Anthony Hopkins, el adelanto de la televisión prometía más. Sin ser una súper película, estuvo bien nomás. Es obvio que una actuación de carácter como la de Anthony Hopkins salva en buena cuenta la película. Hopkins es un actor galés por si acaso, para los que piensen erróneamente que es gringo. Más allá todavía es caballero de la Corte. Sir Philip Anthony Hopkins es de los brillantes actores británicos que con mucho talento son capaces de sacar adelante cualquier personaje, como Sean Connery o Hugh Laurie también.

Luego del cine un café en el Sofá café (¿o Café sofá?) y una larga conversa acerca de metafísica. ¡Qué conversa! Cuántas cosas aprendí esa noche, a través de información directa y a través de feedback, reanalizando mis puntos de vista y replanteándolos. Que nutritivo (intelectualmente hablando) es conversar con alguien como el primo Claudio, que a pesar de ser más o menos diez años menor que yo, tiene un punto de vista de las cosas que no he podido identificar en otras personas que se jactan de sabias y con muchos más años de experiencia.

De regreso a la casa, un poco de navegar la red y a dormir. De pronto de nuevo Uhuhuuuu... Uhuhuuuuu... desde el refrigerador fantasma, nuevamente a cerrar la puerta de la cocina y tratar de dormir. La verdad es que si Maria Eugenia no me hubiese advertido con la debida anticipación, menudo susto que me hubiese llevado la primera noche hasta descubrir que se trataba del bendito aparato.

El sábado nuevamente despertamos tarde, me di una ducha y me puse mi último calzoncillo limpio. Esperé por Claudio y nos fuimos a Polvos Rosados, precisamente para comprar ropa interior, calcetines, música pirata y algunas otras chucherías. Aprovechamos también para ir a Plaza Vea y compramos el tradicional “twelve pack” de Brahma, además de pasta dental, cepillos, máquinas de afeitar, embutidos, queso, aceitunas y etcétera. Al retorno pusimos a helar las correspondientes cervezas y almorzamos un delicioso calentado del día anterior. Por la tarde, luego de descansar un poco, nos fuimos a Crisol, frente al Ovalo Gutiérrez en Miraflores y felizmente ya estaba allí, esperándome como supuse, la más reciente novela de Umberto Eco: “El Cementerio de Praga”, nos pusimos a hojear algunos libros, tristemente no pudimos hojear el de fotografías de Metallica, porque todos los ejemplares estaban embolsados. En eso nos avisan que van a cerrar debido al simulacro nacional de sismo, así que tuve que escoger casi sin pensar algunos títulos más para llevar a casa: El sueño del Celta, Travesuras de la niña mala y El símbolo perdido. Pagamos y nos fuimos a participar del simulacro.

Afortunadamente nadie salió simuladamente herido en el Ovalo Gutiérrez, luego de las sirenas y los “!ohh¡” “¡ahh!” de la gente, entramos al cine para ver esta vez y casi al azar una película ligera, “Amigos con derechos” o sea “trampita nomás” con Ashton Kutcher y Natalie Portman. Película divertida y de formato predecible. Agradable para pasar el rato y para tratar de adivinar las desnudeces de Natalie Portman, que algún maldito editor malditamente cuidadoso tuvo el maldito cuidado de editar cuidadosamente.

Luego del cine nos fuimos al Starbucks Café, frente al cine y a unos pasos. De acuerdo a lo que me cuenta Claudio es el más antiguo de Lima. Allí seguimos conversando un buen rato, de todo un poco y en particular de tecnología. Rato después regresamos a casa, donde aún está despierto el primo Sergio (hermano de Claudio) y nos ponemos a conversar hasta tarde acompañando el verbo con cerveza, aceitunas y cabanossi.

El domingo definitivamente era un día playero, mientras desayunábamos, me quejé con María Eugenia que el refrigerador sonaba más que como un fantasma como una paloma y me dejó confundido la risa de mi tía. La miré y entre carcajadas me dijo:

- Es que Paloma se llama la enamorada de Piero.

Ese Piero, dos palomas por las qué preocuparse. Bueno, lo cierto es que nos alistamos, extendiendo la invitación a Sergio y los tres nos fuimos a la playa El Silencio. Conseguimos un taxista amable que nos llevó por módicos cuarenta soles y no sólo eso, además accedió a quedarse por ahí hasta la tarde para recogernos y llevarnos de vuelta a Surco. En la playa nos asoleamos un poco (no era un día particularmente caluroso) tomamos un par de cervezas y comimos cebiche como debe ser. No nos metimos al mar, porque (recién me enteré) la playa de El Silencio no tiene fondo de mar con declive leve, sino más bien como una especie de pequeño acantilado submarino, motivo por el cual cualquiera que quiera meterse al mar, debe cuando menos saber flotar bien.

Regresando a Lima descansamos un poco y volvimos a Larcomar otra vez, ahora para ver 127 días con James Franco, quien hizo del mejor amigo de Peter Parker en el hombre araña. Yo no tenía muchas expectativas con esta película, pero la verdad es que me atrapó y al final resultó gustándome bastante. Muy buena dirección y se crea convenientemente la ilusión de que el espectador está efectivamente allí sufriendo lo mismo que sufre el protagonista. Noté también que en esta película James Franco se parece mucho a Sam Rockwell cuando interpreta a William "Billy the kid " en Milagros Inesperados o la Milla Verde con Tom Hanks.

Luego fuimos un rato a pasear tiendas en Miraflores, siempre conversando y finalmente a casa. En casa conversamos todavía un poco más. Vimos algo de los Oscars y luego alisté mis cosas para partir. El día lunes temprano Claudio me acompañó a tomar el taxi para el aeropuerto y nos hicimos la promesa de volvernos a ver lo más pronto. No es necesario agregar que fue uno de los mejores fines de semana que he pasado en mucho tiempo. Y ahora ya saben que tienen en común (por lo menos para mí y para Claudio) Judas Iscariote, Anthony Hopkins, Umberto Eco, Natalie Portman, el mejor amigo del Hombre Araña y el refrigerador fantasma con complejo de paloma.

4 comentarios:

  1. Mi supr Primo, gracias!! mil gracias por tan generosas palabras, por estar siempre ahi y cultivar nuestra amistad, nos conocemos desde hace muchos años y hemos pasado muchas cosas juntos, sonre todo hemos crecido y valorado como personas, y creeme que todo lo que dices es reciprocro, sobre todo la admiración y respeto a tu caracter e inteligencia, eres un muy buen amigo, de los mejores, y una miembro de mi familia, tienes el sillon cuando quieras, y a la siguiente vez te prometo matar la paloma jajajaja nos vemos pronto!! y siempre!! gracias gracias gracias

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  2. Gracias por todo Claudio!! Eres un buen amigo y mejor persona!!! Un abrazo grandote!!!! Y nos vemos reprontooo!!!

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  3. Me hiciste recordar al Claudio del 2000, un hombre admirable para mis 22 años.
    De hecho que lo sigue siendo, solo que ya no lo conozco tanto, además de mi indiferencia por los chicos ahora jejejje.
    Pero me da mucho gusto que tenga a un “primo” como tú cerca... Congratulaciones por esa amistad.

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  4. Gracias Josefina. Claudio es un gran primo y una excelente persona. Lamento mucho lo de tu "indiferencia" pero las otras dos opciones también sirven... jajaa (broma)

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