domingo, 22 de mayo de 2011

KUBRICK

No fue sino hasta muy crecido que supe recién quien era Stanley Kubrick, mi interés en el cine en mi primera juventud (y hasta ahora en la mayoría de casos) era absolutamente visual, las películas me gustaban o no, sin importar los pergaminos de los actores, directores o realizadores.

Stanley Kubrick fue para mí una revelación, de aquellas experiencias místicas, casi religiosas; fue casi como una transfiguración, una conversión al credo de lo bien hecho, de la perfección en escena.

¿Qué se puede decir de Stanley Kubrick que no se haya dicho ya en biografías, homenajes y documentales? Creo que nada más, pero no quiero hablar de él, si no de mi encuentro con él.

De chico escuché a mis tíos y primos mayores hablar de la Naranja Mecánica, sabía por esta referencia que la película era buena (hay que tener hipermetropía para decir que la Naranja Mecánica es solamente “buena”), luego en la escuela alguien comentó que trataba de la historia de alguien que cometía un delito y era rehabilitado poniéndole escenas violentas en una pantalla y obligándole a verlas. Luego pasaron los años y vino un mundial de fútbol, no recuerdo bien cual ya que no me gusta mucho el fútbol, y desde entonces el término “naranja mecánica” encendía en mi mente la imagen visual de un equipo notable de fútbol que funcionaba como una naranja en cuyo interior había un sofisticado mecanismo de relojería.

Otro evento fue en la escuela también, y creo que antes del asunto de la naranja, que algún compañero se fue al cine un fin de semana y regresó emocionado hablando de Odisea en el Espacio. En esa época era casi imposible ir al cine, la única vez que fui por esos años fue para ver en el viejo cine Benique (hoy convertido en templo pentecostal) “La Pasión” en semana santa y salí traumatizado.

En aquél entonces yo no contaba con más de siete años creo, hoy me sorprende que esas películas hayan llegado al Perú cerca de ocho o nueve años luego de su estreno en los Estados Unidos, pero bueno, así era en ese entonces. Luego cuando ya tenía diecisiete años vi un pequeño fragmento de Odisea en el Espacio un domingo en Panamericana Televisión. No sé por qué pero en Arequipa Panamericana siempre tuvo mala imagen, o sería el televisor de la casa, no lo sé. Pero vi quince minutos y me pareció la cosa más nefasta que se pudiera ver un domingo por la tarde y me fui.

Así pasaron años, sabiendo que Nicholson se había hecho famoso en una película llamada El Resplandor pero que nunca pude ver. No se debe olvidar que en los ochentas era muy complicado conseguir películas antiguas y en los noventas el mercado del VHS en Arequipa era tan malo que era preferible no ver nada a ver esas horrendas películas mal grabadas, con lluvia en las imágenes y los costos de alquiler de películas originales eran prohibitivos en las pocas tiendas que las tenían, además de que los catálogos eran sumamente limitados.

Con la aparición del DVD todo cambió. Fui al cine casi de casualidad (y con más de treinta años encima) a ver “Con los ojos bien cerrados” y para ese momento Kubrick ya había fallecido. No sé si les gustará la película. A mi sí me gustó. Pero lo que me impresionó más no fue el argumento ni la trama, fue lo limpio de la imagen. Nunca había visto una película tan limpia. Desde el punto de vista del trabajo de producción, dirección y fotografía era sencillamente perfecta. El sonido era peculiar, incluso hasta hoy me sigue erizando la piel ese sonido de las teclas más agudas del piano en las escenas de la mansión y que luego acompañan permanentemente a la película.

Interesado por el creador de esta maravilla me documenté acerca del director, aprendí cosas de él y lamenté que haya fallecido. Compré (en DVD original o por lo menos “copia original”) sus películas y me senté a verlas. Vi La Naranja Mecánica por primera vez y temblando. ¡Qué maravilla! Otra vez me llamó la atención la conceptualización de las escenas, cada cuadro, cada adorno, cada pedazo de basura en la calle, cada arruga en la cama, cada color, cada mueble, todo está puesto por alguna razón, todo tiene que ver con lo demás, como una pintura en movimiento. La casi inexistencia de sombras. Cada vez que vuelvo a ver La Naranja Mecánica me imagino a Kubrick pasando un paño a todo, a los muebles, a los pisos, a todo, desinfectándolo con alcohol. Es todo tan aséptico.

Obviamente la película no trata de un tipo que se porta mal y al que luego rehabilitan obligándolo a ver escenas desagradables. El concepto filosófico va mucho más allá, hacia problemas que todavía nos atormentan, como el saber si de verdad se puede cambiar la esencia de las personas. Si la sociedad en realidad tiene la posibilidad de “reinsertar” seres humanos, pero mucho más importante, si el sistema es tal o tal vez es en realidad un “antisistema” que contraría nuestras miserias más instintivas. Otra cosa fascinante es cómo se logra que un psicópata y drugo tan malvado como Alex resulte en casi todos los casos tan simpático, incluso en los extremos más aterradores de su maldad.

Luego vi El Resplandor, pasó lo mismo, las escenas están tan cuidadosamente bien hechas que casi no se puede concebir tanta perfección. Es el tipo de terror que me encanta y me mantiene atento. Nada de bichos computarizados ni maquillajes inverosímiles, no. Noté que en las películas de horror modernas, el miedo (si hubo) se acaba cuando aparecen los créditos. En El Resplandor el miedo se queda presente en la habitación, incluso mucho tiempo después de haber apagado el televisor. Este resultado es producto del trabajo, trabajo puro, pasión, amor, esfuerzo, sudor, fascinación por lo que uno hace y mucha, pero mucha perfección.

Más adelante tomé aliento y vi Odisea en el Espacio. A pesar de ser más antigua tiene el mismo sello. En realidad es una película especial, resulta evidente que un chico de doce años o diecisiete no podría entenderla. Tiene muchas entradas y salidas al mundo interno a través de la relación de los personajes con la inteligencia suprema y la artificial, componentes no visuales que abren la mente del espectador. Creo que la vi a la edad apropiada.

Luego alguna noche de insomnio tuve la suerte de ver Lolita en la tv y gracias a las pantallas de LCD y la televisión por cable, la pude ver con buena calidad. Kubrick nuevamente, no me decepcionó. Hace poco vi Espartaco y recordé que sí la había visto hace más de treinta años, pero junto con las otras películas de Semana Santa en la televisión. Noté que no tiene el sello de Kubrick que tanto me gusta, pero ¡vamos, es de 1960!, si uno se pone a pensar en los recursos de la época, es una maravilla también.

No voy a mentir para alardear diciendo que he visto todas las películas de Kubrick, aún no, pero espero tener suerte y encontrarlas algún día en la tv. Pero las que les comenté me dejaron una huella notable. Creo, como ya dije, que las vi en el momento adecuado, probablemente en mis veinte no las hubiese entendido, probablemente si no hubiese leído primero a García Lorca, no las hubiese entendido, es muy probable que si no hubiese visto con fanatismo las películas de Tim Burton previamente, tampoco las hubiese entendido. Tal vez se estén preguntando qué tienen que ver García Lorca y Tim Burton con Stanley Kubrick. Bueno no sé, creo que entender a Kubrick es algo visceral, yo nunca entendí a García Lorca hasta que leí El Público y tuve la suerte de interpretar a Gonzalo en el teatro. No habría entendido qué es un Pez Luna, qué es la Luna, qué es un cuchillo o qué es un pámpano en la literatura de Lorca. Estoy seguro de que mi profesor de literatura de la secundaria no tenía la menor idea de Lorca cuando explicaba Yerma o Bodas de Sangre. Hay que entender la fascinación de Lorca cuando visitó Nueva York y vio el circuito underground para comprender sus referencias al “teatro bajo la arena”. De la misma manera, hay algo en las conexiones cerebrales de Burton que producen una magia similar. Kubrick es muy diferente a Burton en cuanto a lo visual, pero no están muy lejos en cuanto a lo conceptual, me parece que todo lo que hay de oscuridad en Burton lo tiene Kubrick en luminosidad. ¿Complicado? No creo.

Lo cierto es que pienso positivamente que Kubrick es probablemente el mejor director de cine que ha habido y su películas las mejores que he visto en mi vida y no he visto pocas. Sépase que Kubrick diseñó, inventó e introdujo, una serie de mejoras en la forma de hacer cine, de las cuales muchas de ellas son básicas para el cine actual. Pero no solo eso, su trabajo, que felizmente todos podemos ver, es una clara muestra de los niveles de perfección a los que puede llegar el ser humano cuando decide hacer las cosas bien.

4 comentarios:

  1. buena reseña, hasta ahora solo he visto Ojos bien cerrados, ya me picaste la curiosidad

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  2. lo mismo digo.. ya me picaste la curiosidad... y eso es lo bacan de las cosas que te leo... me pica... me dan ganas de ir a cuba, fumar un abano en el piso 30 de algun hotel de la habana, ver peliculas de kubrick; conocer el kiosko y sobre todo el rostro de la mujer que vende chicha infectada con una mano humana dentro... ver un rodeo.. conocer la selva e invocar deseos que se cumplan... deseando que nada malo suceda... ya me picaste la curiosidad...

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