martes, 31 de mayo de 2011

EL FUTBOL Y YO

El fútbol y yo no nos entendimos, no nos entendemos ni nos entenderemos.

Entiendo las reglas del juego, pero no tengo el talento para jugarlo.

Nunca nadie se propuso explicarme las técnicas del juego en mi niñez, así que luego ya fue demasiado tarde.

No hay nada mejor para dormir que el monótono arrullo de los comentaristas de fútbol hablando rápido y el fondo de pitidos, silbatinas, cantos y alaridos; todo ello mezclado con la permanente publicidad. Normalmente no puedo dormir de día, pero si un domingo por la tarde deseo dormir, sintonizo en la televisión un partido de fútbol (de preferencia peruano) a volumen moderado y duermo plácidamente.

Alguna vez, el dueño del gimnasio al que iba firmó un convenio con un equipo de fútbol profesional para que hagan uso de las máquinas. Aprendí que los futbolistas (casi sin excepción) son escandalosos, hablan demasiado fuerte o se comunican a los gritos casi siempre para llamar la atención, escupen impunemente en los pisos y paredes, y por si no fuera poco, hacen gala de una fecunda coprolalia.

El fútbol mueve millones, los futbolistas dependiendo del país ganan de regular a bien y a veces demasiado bien. ¿Cómo explicarse que personas con menos de quinto de secundaria ganen más que muchos médicos, ingenieros y jueces?

Mi experiencia con el fútbol se reduce a ser complemento en el equipo de mis tíos adultos los domingos a las cinco de la madrugada cuando tenía diez años. Recibí un montón de pelotazos en la cara y varias reprimendas por no jugar bien. Pero nadie se dio el trabajo de enseñarme el juego.

No nací con talento natural para el fútbol, y hoy a la luz de los hechos, lo agradezco.

Por alguna inexplicable razón, le tengo cariño al equipo de mi ciudad, (el mismo que entrenaba en el gimnasio al que iba hace años) pero no tengo el estómago para ver un partido de ellos noventa minutos. Me entero de cómo van los fines de semana en los programas deportivos. Mi afición empieza en algún momento de la noche del domingo, cuando se lee la tabla de ubicaciones y termina veinte minutos después.

Puedo explicar con precisión de relojero suizo las razones sociales por las cuales un joven de clase media, media baja, pobre o de extrema pobreza se enrola con pasión a las filas de una barra más o menos brava de algún equipo de fútbol, exponiendo su vida, matando o dejándose matar. El hecho de que lo pueda explicar no significa que lo asimile. Aún me parece inverosímil.

Me causa risa y también preocupación la forma como los dirigentes deportivos manipulan cifras, datos, cuentas, situaciones y conceptos para mantenerse en el poder y enriquecerse a costa de los hinchas, fanáticos y simpatizantes.

Me fastidia que la selección nacional esté tan mal como esté. ¿Por qué podría fastidiarme tanto en mérito a las razones previas? Pensé mucho en ello y me fastidia por el hecho de que usen los colores de mi país para hacer el más soberano ridículo. No se me ocurre otra solución que no sea retirarnos saludablemente del deporte y dedicarnos masivamente al softbol o al pingpong.

Hace años que no desperdicio una tarde viendo un partido de fútbol. A lo mucho, los uso para dormir.

Son una farsa risible los partidos sabatinos o dominicales de varios amigos míos, que salen de casa so pretexto de hacer deporte y regresan ebrios por la tarde. No más comentarios. Sonrisas nuevamente.

Tengo la teoría, más o menos sostenible, de que en los próximos años el fútbol tomará los espacios que vaya cediendo la religión. Se van formando nuevos arzobispos, prelados, diáconos, que manejan el negocio, se enriquecen, predican y bautizan en el nuevo credo. La masa creyente los sigue ciega envuelta en la promesa de una copa, de un campeonato, de un “este año no lo logramos, el próximo año lo haremos.” Mientras los dirigentes se hacen más ricos, los clubes se van convirtiendo en empresas y los pobres barristas desalentados quedan permanentemente hipnotizados con la promesa de tal vez un título el próximo año en el próximo campeonato, tal vez la próxima vez.

2 comentarios:

  1. Hay mi querido Miguel, yo soy bien futbolera y muestra de eso es que he escrito dos artículos en mi blog para hablar de futbol, me apasiona y quizá si en mi epoca de colegio el futbol hubiera tenido más auge habría jugado sin duda, lastimosamente no tengo habilidades físicas o nunca lo he intentado al contrario del BKB. Comparto muchos de los puntos que dices, de hecho tienes demasiada razón. Te comparto los dos artículos que escribi talves te apetece otro punto de vista.
    http://loquetehacefeliz.blogspot.com/2011/01/este-fcb-que-manera-de-hacer-futbol.html
    http://loquetehacefeliz.blogspot.com/2010/10/uno-la-historia-de-un-gol.html

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  2. Gracias por leer el post Arely. Si lei tus notas en tu blog. Muy buenas. Me parece curioso que la gente invierta tanto tiempo y energía en el futbol, pero me parece bien, debe ser algo similar a la religión en cuanto a la justificación social y emocional. Felicidades por ello!!! Un abrazo!!

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