miércoles, 29 de febrero de 2012

PASEO POR LA HABANA

No era la Cuba que soñé ni la que imaginé, ni mucho menos la que describe la CNN o los detractores de Fidel ni los documentales de Maradona. Por mera casualidad visto una camisa caqui de corte militar cuando ingreso a migraciones en el aeropuerto internacional José Martí, me formo en la fila y una funcionaria se me acerca con una amabilidad a todas luces forzada y me pregunta de arranque de dónde vengo, a qué me dedico y para qué vengo. Le contesto sin muchas ganas pero con una diplomática sonrisa, nos deja en paz luego de unos minutos. Luego en la ventanilla me hacen muchas más preguntas, Cuba se toma muy en serio el tema de las migraciones a pesar de que, como descubro después, en la actualidad su principal fuente de ingresos son, precisamente, los visitantes.

Una vez en el taxi me quedo pensando en el enredo que tuvimos en la agencia de cambios en el aeropuerto. Los cubanos tienen dos monedas: el peso cubano común y corriente y el peso cubano de cambio (llamado CUC), este último equivale a un dólar (más impuestos) y a su vez un CUC equivale a 25 pesos cubanos de los normales. Le pregunto al taxista y me contesta con la musical impronta característica del cubano: “Señol, yo aquí como me ve, tengo estudios universitalios, ¡y yo no sé polqué coño en Cuba tenemos dos monedas!”

Claudio y yo reímos de buena gana durante el viaje tratando de averiguar para qué podrían servir los doscientos cincuenta pesos en billetes de cinco que cambiamos en el aeropuerto. Al final del viaje descubrimos que a pesar de que cada billete de cinco equivale aproximadamente veinte centavos de dólar, no sirven para nada que no sea pagar el boleto del bus. Así que decidimos conservar los billetes para regalarlos a los amigos en el Perú como souvenir.

Nos registramos en el Hotel, aprendemos de golpe que el edificio tiene más de sesenta años pero se ve sumamente moderno y cuidado, aprendemos también que originalmente era el Habana Hilton, la revolución lo rebautizó como Habana Libre. Nos tomamos unas fotos y salimos para almorzar, en la recepción un encargado de seguridad nos mide rápido, nos da unos consejos veloces de qué cosas hacer y no hacer por las calles de La Habana y nos recomienda un restaurant (según él económico) que es “particular”, entendemos que es uno de los pocos restaurants que empiezan a emerger en Cuba que no son del estado. Nos pide que digamos su nombre como santo y seña al llegar al lugar, nos dirigimos entonces al Aries y encontramos una acogedora casa con relojes y platos antiguos colgados en la pared, es realmente una casa que funge de restaurant, damos el nombre de nuestro consejero improvisado y recién caemos en cuenta que recibe una comisión por cliente remitido, no importa, probamos un plato hecho de cordero llamado “ropa vieja”, delicioso. Los platos “económicos” no bajan de los siete CUC (más de siete dólares), ya se imaginarán cuánto cuesta un plato en los otros restaurants.

Por la tarde contratamos a José Manuel, un taxista cubano que no cree en la revolución ni en Fidel. Nos cuenta que nació en Matanzas, de niño vino a la Habana, su padre luchó junto a Fidel, pero cuando se dio cuenta que lo que se iba a imponer era un régimen comunista y no un socialista, renegó de la revolución. El taxi que conduce era de su padre. José Manuel con la sabiduría de quien conoce el oficio nos lleva por La Habana Vieja y nos cuenta historias, nos advierte de los jineteros, así se llama en Cuba a los que se aprovechan de los turistas. Conocemos la fábrica de ron, la de tabaco, el Capitolio, la Plaza de la Revolución, José nos cuenta que nunca fue a la plaza a escuchar a Fidel, nos cuenta también que se ha casado nuevamente, aprendemos algo nuevo: en Cuba los matrimonios y los divorcios… son gratis.

Entre charla y charla José nos explica que los cubanos transmiten propiedad casándose, como las ventas están prohibidas, la forma de vender una casa o un auto es casándose con él o la comprador o compradora, luego se hace un documento de separación de bienes, él o ella se queda con el auto o la casa y luego viene el divorcio.

Le compramos habanos o puros a un verdadero personaje de la Cuba moderna que José nos presenta, que por sus características, se merece una nota aparte. Compramos algunos souvenirs, nos tomamos fotos, visitamos lugares clásicos e imperdibles como el Buena Vista Social Club, la Bodeguita del Medio y el Bar Havana Club. En el taxi nos preguntamos seriamente con Claudio, ¿cuánto queda ya de la Cuba de nuestra infancia, cuántos se dan cuenta de la importancia de estos lugares? ¿De lo que encierra Cuba para Latinoamérica más allá de lo político, sino también en lo social y cultural?

Cuba ha cambiado. La Unesco ha declarado a La Habana vieja como patrimonio cultural de la humanidad, se han restaurado edificios y calles, el gobierno (tímidamente eso sí) ha comprendido que el turismo puede sacarlos del hueco en el que se encuentran atorados por culpa de la mezquindad yanqui y del otro extremo por la testarudez de la cúpula revolucionaria. Se están restaurando más edificios, emerge un notable y espectacular circuito turístico y con Claudio entristecemos cuando pensamos que tal vez en diez años ya no quede nada de la Cuba de nuestros sueños, pero volvemos a sonreír cuando replanteamos la idea y confiamos en que el pueblo Cubano pueda salir adelante con esa gracia con la que cantan y bailan la salsa, con la que nos venden todo al doble del precio, con las que nos quieren convencer que en todos los bares se sentó Hemingway a tomarse un mojito y con esa sonrisas grandotas que nos trajimos bien grabadas en nuestras mentes y nuestros corazones.

5 comentarios:

  1. Que buena nota Miguel, has logrado resumir lo que yo aun tengo como un mar de ideas y pensamientos de cuba, de la habana, de todo, gran nota! Fue un placer recorrer esas calles con ud maestro… le dejan a uno las ganas de regresar, de disfrutar más del encanto de esa ciudad estacionada en el tiempo.

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    1. Gracias Claudio! Y gracias también por darme el empujón para ir a abrir esos horizontes. Un fuerte abrazo maestro y claro que tenemos que volver!!!

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  2. estacionaba en el tiempo. es una buena reflexión de alguien que a ido a cuba. me hubiese gustado conocerla con ustedes. me parece interesante. sobre todo porque ya la conozco a través de un muy buena amiga que estudio allí. y siento que estuve allí pero que necesito ir y recordar cada lugar... buena nota miguel. me has hecho viajar un poco con la mente.

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    1. Pero claro que tienes que ir Edwar!!! Como comentabamos con Claudio en Varadero, las fotos no le hacen justicia al lugar, imgínate, lo mismo pasa con las referencias y otras cosas, hay que estar allí!! A eso tenemos que apuntar, decretado y cumplido maestro, es una experiencia inolvidable!

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