miércoles, 29 de febrero de 2012

PUROS CLANDESTINOS

José Manuel nos lleva a la fábrica de ron más antigua de Cuba, curiosos preguntamos el precio de los habanos que vemos en un mostrador, el tendero nos dice que cada uno cuesta aproximadamente cinco dólares. José Manuel nos susurra que más tarde nos llevará a un lugar donde podemos comprar habanos de buena calidad a buen precio.

Más tarde en el taxi José Manuel, mientras conduce, nos cuenta que un negocio habitual en La Habana y al parecer en toda Cuba es tratar de venderle puros en la calle a los turistas despistados, negocio que usualmente termina en estafa cuando el turista abre el paquete y descubre que la mercadería son puros de mala calidad, si tuvo suerte, o si no, una caja llena de basura en el peor de los casos (José Manuel al igual que otros cubanos que nos advierten del asunto, nunca usan la palabra “estafa”, prefieren decir cualquier otra cosa, como “problemas” o “cosas que no son”).

Minutos después entramos a una callejuela estrecha, a la izquierda una mujer conversa con un hombre mayor en la puerta de la casa. José Manuel se estaciona frente a ellos y los saluda con naturalidad, ellos corresponden y rápidamente desaparecen de la escena, por arte de magia aparece un sujeto cuyo nombre no importa, es de baja estatura, viste una camiseta verde que tiene el logotipo de la marca “Polo” y que lleva estampada una corbata azul con líneas amarillas y rojas en el pecho; en la cabeza lleva un gorro caqui militar que a todas luces es de marca, tiene – no podía ser de otra forma – un habano encendido en la boca e irradia una simpatía a prueba de balas.

Viene acompañado de otro sujeto, que discretamente casi no interviene, nos invitan a pasar a la casa, un zaguán y una pequeña sala a la izquierda, pasamos a la sala. No sentamos, el tipo nos pregunta en qué nos puede servir – como desentendiéndose del asunto – y nosotros algo sorprendidos pero seguros, preguntamos por los habanos, sonríe, da una chupada a su puro llenando de humo el ambiente y sube las escaleras, regresa luego de unos minutos con cajas con todas la variedades posibles de puros cubanos, en todas la presentaciones. Hablamos de precios y notamos que efectivamente está muy por debajo de los precios de las tiendas destinadas para turistas. Compramos unas cajas y nos quedamos con las ganas de llevarnos todo. Claudio le pregunta si acepta sacarse una foto con nosotros y contra lo que esperábamos acepta gustoso.

Más tarde José Manuel nos explica que nuestro clandestino proveedor trabaja en la tabacalera nacional, motivo por el cual tiene acceso a esa mercadería. En ese momento me surgen cien preguntas pero prefiero no saber, precisamente ahora que escribo esta nota, también cambio de decisión , pensaba acompañar la nota con una de las fotos que nos tomamos con este personaje, pero desisto, no quiero meter en problemas a este simpático cubano. Sin duda alguna es una de las estampas que me traje de Cuba, un tipo carismático y alegre, y unos habanos de muy buena calidad que todavía no me termino de fumar.

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