domingo, 31 de marzo de 2013

EL NOMBRE (Cuento)

Una sensación cálida en la superficie de sus muslos lo despertó, entreabrió los ojos, la reverberación del sol en el cerco pintado con cal lo cegó momentáneamente. No se movió del asiento, tomó sus lentes de sol de la mesa que siempre alguien acomodaba a su lado y se los puso lentamente, con no poca dificultad pero con cuidado. Su mente se introdujo como en los últimos días en los meandros de tiempos pasados, y allí, entre imágenes difusas y sombras indescifrables, la vio. Siempre la recordaba, pero ahora la notaba particularmente bella, más ligera, grácil, sonriente y contenta.

De golpe y sin invocarlos, se le aparecieron mil recuerdos y emociones, le pareció oler su perfume, el aroma de sus cabellos recién lavados. Nuevamente vio su sonrisa y sabía que le sonreía a él, los ojos le brillaban como solo sucedía cuando estaba realmente feliz. Ella era feliz con cosas tan pequeñas, con un chocolate, con una flor. Podía ser inmensamente feliz con un libro nuevo o una nueva planta para el jardín. No recordaba el traje que traía, no se lo había visto puesto nunca, era como de gasa, blanco, impecable, tal vez era nuevo. Pero sus sandalias de cuero eran las de siempre y el de siempre también era ese sombrero de paja con el que se protegía del sol. El pañuelo de seda alrededor de su cuello fino lo hizo sonreír a él también. Por alguna extraña razón siempre le había gustado ese pañuelo en particular, pese a que ella se reía siempre de que le gustara más, precisamente el pañuelo más viejo que tenía.

Se preguntó si realmente la había amado. Se preguntó si el amor había existido cuando menos para él, si acaso no lo había negado con persistencia solo para evadirse conscientemente del inevitable dolor que todo amor acarrea, sobre todo el de pareja. Se preguntó si había redención, si el tiempo realmente cura todo y si la vida da segundas oportunidades siempre.

Cerró los ojos y no la pudo ver más, fue entonces cuando sintió su presencia con nitidez, abrió los párpados con algo de temor y ya no estaba allí. No estaba allí físicamente pero podía sentirla, sintió su presencia infinita, permanente. Se dio cuenta que nunca se había ido, que estaba allí omnipresente desde siempre y tuvo ante sí una dolorosa revelación que había estado transitando a paso de oruga por los recovecos de su mente durante años, descubrió en ese instante luminoso que a pesar de todo ella lo había amado. Ella sí lo había amado. ¿Dónde estaría ahora? ¿Qué habría sido de su vida? ¿Lo recordaría? Miró el horizonte y abrió lentamente los labios para llamarla, levantó ligeramente la base de la lengua y apoyó su extremo en la parte posterior de los dientes de su maxilar inferior, llenó de aire sus pulmones para exhalar su nombre y… no pudo recordarlo. Frunció las cejas como quien está a punto de llorar de impotencia, sin cerrar la boca temblorosa, abrió y cerró los ojos varias veces para espantar las lágrimas, intentó de nuevo buscar en su memoria rota y no encontró ningún nombre, ninguna palabra, las letras eran retorcidas patitas de arañas que tejían cada día telas en sus recuerdos, instintivamente y por costumbre estiró la mano derecha para acariciar la cabeza de su perro, como siempre que quería hallar consuelo y palpó solo el vacío, trató de silbar y solo emitió un sordo quejido. La amaba, ahora sabía que la amaba y que siempre la amó. Solo quería decírselo o sencillamente decirlo a quien quisiera escuchar, quería deshacerse de esa amargura y solo necesitaba un nombre. Apretó los puños y los dientes tratando de recordar, no podía, no podía. Nunca más podría… ni ahora ni nunca… pero la amó… la amaba…, sintió frio en las piernas y trató de cubrirlas con la manta, se acomodó con dificultad, acomodó sus lentes porque el sol de la mañana le hacía daño en los ojos. Respiró con calma, se sabía frustrado, con tranquilidad trató de recordar lo que estaba pensando hace un rato y que lo frustraba tanto y no pudo, se sorprendió de ver su mano apretada en doloroso puño, la abrió despacio mientras observaba su propia piel manchada, las venas enormes surcando el dorso arrugado, los dedos cansados temblorosos, en el reflejo de la mampara se vio a sí mismo sentado en la silla de ruedas, el cabello y barba encanecidos, se miró fijamente y no pudo recordar su propio nombre… y recordó, eso sí, que aquello ya le había pasado otros días. Y como otros días, dejó de hacerse problemas con el asunto. Miró el horizonte una vez más y se entregó como todos los días al placer de sentir como el sol calentaba la superficie de sus muslos ateridos.

domingo, 17 de marzo de 2013

VIDA SALUDABLE: EL GIMNASIO ¿ENTRENAR O NO ENTRENAR?

El primero de febrero del dos mil once regresé al gimnasio después de casi tres años. Si bien en esos últimos tres años me preocupé de caminar, trotar y darle a las pesitas que siempre llevo a cuestas, es toda una experiencia desoxidarse y sentir como la sangre fluye de nuevo por los músculos y van recuperando su forma y volumen.  Entrené regularmente hasta enero del dos mil doce, luego por cuestiones laborales que resultaron finalmente favorables paré hasta setiembre del año pasado. En ese momento había llegado al exorbitante peso de setenta y siete kilos, que para mi talla es un exceso y se hacía notorio en mi imagen en los espejos, sobre todo de corbata. Se veían mis hombros estrechos, el vientre abultado y el talle ancho. Los pantalones de talla treinta y dos empezaban a quedarme ajustados. Regresé el gimnasio con una rutina intensa y alimentación limpia. Para diciembre había bajado a sesenta y ocho kilogramos y talla 29 de pantalón. Luego en los últimos meses he mantenido ese peso ganando un poco de masa muscular y espero reducir mi porcentaje de grasa en los próximos meses. Pero no es solo lo visual, se recupera ánimo, energía, postura y resistencia física. Ello ayuda mucho a mantener el buen humor en el trabajo, se produce más a nivel laboral y evidentemente  uno termina sintiéndose mejor con uno mismo.

Sin embargo, ya después de tantos años de ir al gimnasio y ejercitarme, (ya son más veinte  ¡Cómo pasa el tiempo!) creo que he aprendido algunas cosas que quiero compartir con quienes recién empiezan y con quienes retoman. Trataré de ponerlas en términos sencillos para que todos podamos sacar algo en beneficio:

Un error habitual sobre todo para principiantes es llegar a diciembre y tomar la decisión de ir al gimnasio esperando tener resultados visibles en un mes, para verse regio o regia en febrero. ¡No! Está usted rotundamente equivocado, tal vez se vea bien para febrero del año siguiente, pero no para este febrero. El cuerpo reacciona por etapas, durante unas tres o cuatro semanas recién se habrá acondicionado, el crecimiento o formación muscular solo vendrá después de tres o cuatro meses de trabajo intenso.

Resulta divertido ver gente que recién empieza llegar con el ipod, los audífonos, sentarse, preparar la banda sonora de Rocky I, II, III, IV y V y entrenar. Eso es pésimo. Primero aprenda los ejercicios, incorpórelos, entiéndalos y luego  agregue lo demás.

Otra cosa curiosa es ver a las personas pendientes de sus aparatos electrónicos. Es un mal vicio. Apague el equipo por un rato, si recibe una llamada pare, conteste y luego continúe.  Si usted está en la bicicleta y habla por teléfono, o escribe mensajes entre serie y serie, se desenfoca. Está perdiendo miserablemente su tiempo y su dinero. Le puedo asegurar con certeza que no tendrá resultados. No se trata solo de hacer ejercicio o sudar, tiene que concentrarse y enfocarse en lo que está haciendo. No hay que ser un genio para darse cuenta, observe a su alrededor. Los que muestran resultados visibles, son personas enfocadas en su entrenamiento.

Otro asunto es el mito de la quema de grasa. No se puede quemar grasa visiblemente y lograr crecimiento de músculo al mismo tiempo. Es un axioma absoluto. Es materialmente imposible que en el mismo periodo se queme grasa y crezca la masa muscular. O es lo uno o es lo otro. Normalmente en los primeros meses parece que hay crecimiento muscular, pero en realidad es quema de grasa. Es como tallar madera. Imagínese un cilindro de madera y usted lo talla dándole formas curvas al medio y disminuyendo el grosor en los extremos. A simple vista parece más voluminoso pero en realidad lo único que usted hizo fue sacar madera, y si no me cree mire las virutas en el piso. En el gimnasio usted se ve mejor porque fue sacando la grasa que sobraba y el musculo ganó tonicidad, que le da más dureza, ganó curvas pero no ganó volumen.

Una vez que se acondiciona el músculo y gana tonicidad recién puede trabajar volumen, eso se hace con una buena dieta llena de proteínas y carbohidratos. El músculo crece y usted sigue trabajando. También gana algo de grasa, por eso es mejor trabajar crecimiento en mayo, junio, julio, agosto y setiembre; tiene de octubre a diciembre para volver a perder grasa, si tiene un buen entrenamiento y dieta perderá la grasa perdiendo muy poco del volumen muscular ganado.

No deje de comer. Si usted deja de comer, el cuerpo reaccionará generando más depósitos de grasa como reserva y consumirá músculo para asegurar energía. Coma normal, sano y trabaje duro. Su metabolismo hará el resto.

Para poder comprender este asunto se debe leer mucho para entender cómo funciona el cuerpo; pero un ejemplo sencillo que sirve para explicar es este: Piense que el cuerpo tiene su propia capacidad de pensamiento y  voluntad.  Luego cuando usted deja de comer, el cuerpo piensa que se acerca un periodo de escasez, en consecuencia lo poco que usted coma lo convertirá en depósitos de grasa  y hará que su metabolismo sea más lento. Si usted toma poca agua, con la misma lógica retendrá agua. Lo mismo pasa cuando usted come mucho o toma mucha agua, el cuerpo interpreta que se acerca un periodo de escasez, si no, usted no comería tanto.  Cuando usted toma cantidades razonables de agua, come varias veces al día (en sus horas) y de manera sana (o limpia) el cuerpo sencillamente excreta los excesos, toma lo necesario y no genera depósitos de grasa o de agua.

Una vez que usted se haya acondicionado, piense en objetivos. Si quiere estar saludable y no ganar masa muscular, trabaje ejercicios cardiovasculares, haga los ejercicios que su instructor le indique con la fórmula regular peso, muchas series, muchas repeticiones. Si lo que quiere es ganar volumen, la fórmula es peso máximo, pocas repeticiones, máximo cuatro series.

Tenga claras sus metas, defina claramente que resultados quiere. Piense en un modelo a seguir, es distinto ser un fisicoculturista profesional que ser un sujeto “fitness”. Plantee bien sus retos.

El músculo crece por ruptura de fibra muscular, al trabajar usted rompe la fibra muscular, al curarse la fibra forma una especie de cicatriz que es lo que en el fondo le da volumen al músculo. Si lo que desea es ganar musculo, rompa esas fibras con trabajo intenso, luego vaya a descansar, duerma bien y dele tiempo para que se recuperen. Luego vuelva al mismo procedimiento.

Si desea masa muscular, coma porciones pequeñas cada dos horas durante todo el día. Eso ayuda al metabolismo. Si está quemando grasa o desea bajar de peso, solamente coma a sus horas. Tres comidas al día. Un buen desayuno, un almuerzo mediano y una cena pequeña. No coma nada más y ¡no se mate de hambre! Eso nunca funciona a largo plazo.

Mentalice, en la noche antes de dormir, vea su cuerpo como lo desea, véase haciendo los ejercicios. Al día siguiente solo materialice lo mentalizado.

Si usted es una dama y dice: “Yo no quiero hacer máquinas porque no quiero ser como las físico culturistas de los posters de los gimnasios, llenas de fibra y espaldonas” está equivocada de nuevo. Le pongo un par de ejemplos muy claros, al principio de esta nota puede ver las fotos de Jen Jewell, ella es una atleta fitness, la primera es de Jen en la escuela, la segunda es poco después en bikini, recién empezando a entrenar, la tercera foto es del dos mil diez, observe que su cuerpo en esa foto está en reposo, la cuarta foto es de junio del dos mil once, en competencia y la última por las mismas fechas en reposo. Lo que quiero que tome en cuenta es que las fotos de competencia implican que la persona se ha sometido a una dieta estricta por lo menos dos o tres semanas antes, se llega a un porcentaje de grasa corporal cercana al 7%, es evidente que ese porcentaje no se puede mantener todo el año, y sobre eso se debe aclarar que en el backstage las competidoras y competidores están bombeando sangre a los músculos con pesas a fin de mostrar lo mejor en el escenario.  No olvide además que las damas de los posters de físico culturismo entrenan mínimo cuatro horas al día y usan la fórmula peso máximo, pocas repeticiones máximo cuatro series. Las de fitness con poco peso, muchas repiticiones y cardio también por la misma cantidad de horas. Observe la foto de la derecha, es la atleta fitness rusa Areha Opan, la primera toma es de competencia la segunda es modelando con el cuerpo en reposo. ¿Nota la diferencia? El cuerpo que usted ve en la foto cuatro de Jen Jewell y la primera de Areha Opan son producto de años de entrenamiento. Usted no lo va a conseguir en unos meses por más que quisiera. Sea realista. Lo que usted está haciendo es inventarse una excusa. Haga ejercicio en máquinas, poco o regular peso, muchas repeticiones, muchas series. Entrene cuarenta minutos diarios y le garantizo que mantendrá sus mismas medidas o si no menores. No busque excusas o justificaciones, eso no sirve en los gimnasios. Para terminar la idea observe la foto abajo, es Jennifer Andrews, la primera foto es de competencia, debidamente musculada y la segunda modelando con los músculos en reposo.



En el caso de los varones pasa lo mismo. Escucho esta frase casi siempre en los principiantes: “Quiero entrenar pero no quiero estar lleno de musculos, eso ya es feo.” O las chicas que alientan esa justificación diciendo: “Pero no entrenes mucho, es feo ver a los hombres musculosos”. Bueno, ese es otro mito. Observe la foto de la izquierda. Se trata de Jay Cutler, es un sujeto sumamente masivo, campeón de fisicoculturismo (no puedo negar que consuma o no esteroides) pero lo cierto es que ese volumen no se consigue entrenando una hora por día. No sea iluso. Para llegar a esos niveles usted tendría que entrenar tres o cuatro horas diarias, invertir mucho dinero en vitaminas y proteínas concentradas, además de tener una disciplina de acero para el asunto de la alimentación, descanso y rutinas. Nuevamente, no se ponga excusas ni justificaciones. Además una cosa es ver a Cutler en la primera foto en competencia y en la segunda foto en reposo.

Los abdominales son toda una historia. Los músculos abdominales y oblicuos son otro grupo más de músculos. No son mágicos. Si usted hace mil abdominales diarios sólo logrará tener unos músculos abdominales poderosos, pero escondidos debajo de una capa de grasa. Nadie los podrá ver. Los músculos abdominales ayudan mucho con el equilibrio y con una buena postura, pero si desea tener unos visibles abdominales de guerrero espartano, primero queme la grasa que los recubre. Para este caso es un ejemplo notable el del atleta fitness Scott Do, cuya foto aparece a la derecha. La primera foto de arriba es una más o menos reciente. Scott Do asesora a personas que desean perder peso, Scott ha hecho un experimento, durante cuarenta y cinco días comió solo comida chatarra y gaseosas, logró el cuerpo que pueden ver en la segunda foto de arriba. Su propósito es comprender el proceso de lograr un estado saludable a partir de un cuerpo lamentable. Él está narrando día a día sus experiencias, recién va dos semanas en la recuperación y su principal observación es la falta de energías y fuerza a la que se tiene que enfrentar. La comida chatarra y las gaseosas destruyen el cuerpo, la foto inferior es de él modelando no hace mucho tiempo. No se olviden que Scott aún tiene buenos músculos, pero se encuentran escondidos bajo capas de grasa y evidentemente algo debilitados por cuarenta y cinco  días de inactividad. Este es un buen momento para que usted se fije sus metas. ¿Desea tener un físico como el de Jay Cutler o como el de Scott Do?   

La grasa se quema con número de pulsaciones, no con abdominales. No importa qué ejercicio haga usted, la grasa se quema proporcionalmente en todo el cuerpo. Perderá la misma cantidad de grasa en el abdomen si trabaja pantorrillas, bíceps, pectorales o abdominales. El ejemplo que siempre uso es el de los tenistas. Se demostró que un tenista profesional tiene la misma proporción de grasa en ambos brazos a pesar de usar con mayor intensidad uno solo de ellos.

Para quemar grasa eficientemente y mantener elevado el número de pulsaciones por minuto no descanse mucho entre serie y serie, el tiempo de descanso correcto es entre sesenta y noventa segundos entre serie y serie. Eso garantiza que sus pulsaciones no descenderán tanto que regresen al estado de reposo. Si usted retorna a las pulsaciones de reposo, deja de quemar grasa.

El atleta fitness peruano Daniel Dávila Aranibar, cuya foto aparece a la izquierda, siempre reitera que no existen ejercicios para reducir abdomen (o pancita) y es cierto. La grasa abdominal no se pierde con ejercicios solamente, es necesario y obligatorio controlar la alimentación como ya se señaló líneas arriba.

No olvide que la postura es el ochenta por ciento de su apariencia. Desde el primer día corrija su postura, contenga su abdomen  y ponga su espalda derecha. Sólo con eso usted se verá bastante mejor.

Hidrátese, antes, durante y después del ejercicio. Durante en pequeñas dosis o sorbos. Es una regla básica. No tienen que ser bebidas especiales. Con agua pura es suficiente.

Los ejercicios más eficientes son los que recurren a la simple lucha contra la gravedad, mientras más sofisticada la máquina, más tiempo le tomará darle forma al músculo o ganar volumen. Dedique parte de su entrenamiento a los fierros tradicionales con ejercicios clásicos.

La edad no tiene nada que ver, puede empezar ahora aunque tenga cincuenta años, no hay mejor ejemplo para ello que la atleta fitness chilena Loreto Soto, tiene 41 años y se ve... como ustedes pueden ver. No hay límites, el cuerpo siempre reacciona bien a una buena alimentación y apropiado ejercicio. Puede demorar un poco más o un poco menos, pero siempre se obtienen resultados positivos.

Aunque algunos podemos ser lo suficientemente disciplinados como para trabajar solos, siempre es mejor trabajar con una pareja que lo incentive y aliente y no deje que se rinda, usted en retribución deberá hacer lo mismo. Los resultados son mejores y más rápidos.

Una cosa interesante es la siguiente: Mucha gente se pregunta si debe dejar de comer definitivamente carnes rojas, asados, parrilladas, helado, chocolate, etc. Bueno, la mejor respuesta la vi en la red, por parte de un atleta fitness, la recojo porque es totalmente adecuada y dice más o menos así: “Digamos que usted es sedentario, come comida chatarra, bebe café en exceso, fuma y además toma gaseosas. Si un usted decide por un día hacer ejercicio, comer sano, tomar solo agua… para luego regresar a su misma rutina al día siguiente; ¿cambió algo en su vida? La respuesta es no. No va a haber ningún cambio sustancial en su vida o su salud por un día. Pues bien, al revés  sucede lo mismo. Si usted come limpio y sano, hace ejercicios, se cuida, toma solo agua y por solo un día come un buen churrasco y se da el gusto de un postre o un helado y luego regresa a su vida saludable, tenga la certeza de que nada malo le pasará.”:

Lleve una muda de ropa al gimnasio y de ser posible dúchese allí mismo al terminar, limpia las toxinas que en caso contrario quedarán en su piel hasta que llegue a su casa.

No deje de ir al gimnasio, si está con mucho trabajo, vaya aunque sea quince minutos. Ese ritual le ayudará a no abandonar el entrenamiento.

Lo no trabajado nunca se recupera. Si usted no trabajó hoy piernas no espere compensarlo trabajando mañana el doble. El cuerpo no funciona así, solo logrará lesionarse.

Un consejo adicional: Si usted va al gimnasio a mirarse al espejo y conversar con otros piense dos cosas:
a) Tal vez está interrumpiendo el trabajo de  otra persona que por cortesía no le dice nada y
b) Mírese al espejo al culminar el trabajo, para evaluar resultados, no en medio de él. El gimnasio no es un lugar para desfile de modas. Los espejos son para corregir posturas y evaluar el trabajo en desarrollo. Mucha gente va a trabajar su físico realmente, no los interrumpa.

Finalmente, sea respetuoso con sus compañeros de gimnasio y cuando termine de usar una máquina, déjela como la encontró.  Educación básica del gimnasio, todos se lo agradecerán.

Espero que esta nota sea de utilidad y ayude a quienes lo desean con lo poco aprendido estos años. Por mi parte yo me comprometo a seguir en mi propósito de ganar algo más de masa muscular y llegar a un doce por ciento de grasa corporal.

jueves, 14 de marzo de 2013

LA CAJA DE JUSTIFICACIONES

Tal vez no se haya percatado pero usted,  y yo también, tenemos una pequeña caja en algún lado; una que nos acompaña permanentemente. Tal vez no la vea ahora, si la busca en sus bolsillos no la hallará, pero créame, está allí y aunque aparentemente no pesa, eventualmente su carga puede hacer que usted se vea imposibilitado de avanzar a cualquier lugar.

Esta caja es ciertamente mágica, aparece de la nada y está llena de cosas que nunca se agotan: Justificaciones, una para cada ocasión.

Así, cuando alguien decide empezar un reto, inconscientemente busca su pequeña caja de justificaciones y encuentra una que dice “Pero eso no es para mí.” O una de las más recurrentes “¿Y si no funciona?” o “¿Y si es una pérdida de tiempo?”

También hay justificaciones cotidianas y son las más usadas. Usted se corta el cabello de una manera digamos vanguardista, ello porque le apeteció precisamente tener un corte vanguardista y ha decidido que se vería mejor así y que esas formas en su cabellera están más acorde con su personalidad. Entonces alguien le pregunta “¿Por qué te has cortado el cabello así?” con perversa entonación de exclamación horrorizada de la cual se puede comprender que a dicha persona no le gusta como ha quedado,  entonces en ese acto toma usted su caja de justificaciones y busca rápidamente una que se ajuste: “Ah…, este…  sí, ya me había aburrido del cabello largo, y así me peino más rápido en las mañanas…”

Hay una diferencia notable entre una razón y una justificación. La razón suele ser la causa real y concreta del hecho, sirve para el análisis y la comprensión del fenómeno. La justificación tiene como finalidad establecer un anclaje con la necesidad de aceptación social, en unos casos, y para evitar realizar una actividad, en otros; ocultando así defectos de formación como la falta de orden, flojera o simplemente desinterés.

Un ejemplo clásico es cualquier actividad que implique disciplina. Piense en cualquier ejemplo, ya sea que deba levantarse más temprano, dedicar más tiempo al estudio, o alguna actividad física exigente. Siempre se encontrará una justificación adecuada en la cajita: Desde que “hace frio y me puedo resfriar, mejor en verano...”, que “tengo mucho trabajo”, que “eso es para gente ociosa”, hasta el  “yo tengo que mantener a esta familia”, etc., etc., Todas ellas no son razones, son simplemente justificaciones.

Cuando uno halla la razón de algo, puede hallar la solución. El proceso es así de sencillo. La justificación, inevitablemente y siempre, bloquea la solución.

¿No le ha sucedido que alguien le pide hacer algo? un favor cualquiera, usted lo hace y en ese momento digamos que se le cae algo y lo rompe…  ¿Qué hace? ¿Acaso no es cierto que su primer pensamiento es echarle la culpa a la persona que le pidió el favor? “Si no me hubiese pedido esto… tal cosa no se hubiese caído” ¡Incluso algunas veces se lo enrostramos a esa persona! “Por hacerte ese favor, rompí tal cosa…” tratando de que la otra persona se sienta mal, que por cierto es una de las consecuencias más pérfidas de la justificación.

Esta conducta ha sido reforzada por años de imposición de paradigmas en nuestra infancia. Pongo un ejemplo y si es usted mamá no niegue que le ha pasado: Le dice a su niño o niña que vaya a dar de comer al perro o botar la basura, o algo así. Resulta que el niño va a hacer la tarea encomendada, se cae y se lastima, digamos que se hace un corte. ¿Cómo reacciona la mamá? Acaso no dice: “¡En qué bendita (o maldita) hora te mandé a hacer tal cosa!” o peor, mientras el niño llora le decimos “No llores, es mi culpa por haberte enviado, debí haber ido yo…”

El niño que todavía se encuentra formando juicios y paradigmas aprende a justificar piensa “¡Claro! ¡Me resbalé, pero es culpa de mi mamá por enviarme!” en lugar de "Debo tener mayor cuidado y estar más atento para próximas ocasiones." Así se refuerza la idea de que el otro siempre tiene la culpa, en otras palabras, le acaba de regalar a su hijo una caja nuevecita llena de justificaciones que le durarán toda la vida.

Y así crecemos construyendo justificaciones en lugar de buscar razones y soluciones. Se internaliza tanto en la mente que ya no nos damos cuenta que hacemos uso de nuestras justificaciones ni que llevamos la caja de ellas a cuesta.

Como siempre digo, y lo repito ahora, las más peligrosas son las justificaciones totalmente inconscientes. Lo son porque son difíciles de detectar, pasan desapercibidas y no son otra cosa que aquellas acciones mediante las cuales nos boicoteamos nosotros mismos. Por ejemplo, tomamos la decisión de levantarnos mañana temprano, sabemos que por tanto hemos de acostarnos temprano también, pero pese a ello buscamos alguna película en la televisión y nos quedamos pegados con ella. Al día siguiente no nos levantamos, ¿justificación? Es que nos hemos quedado viendo una película hasta tarde. Decidimos (o acordamos) pasar más tiempo con nuestra familia, pero precisamente por esos días, se nos ocurre, por alguna razón, ponernos al día en todo el trabajo pendiente en la oficina; en consecuencia llegamos más tarde aún de lo habitual a casa, y si nos reclaman… pues “tengo que ponerme al día, tengo trabajo atrasado.”

Otro tipo de justificaciones, pero más pueriles y burdas, son las que tienen que ver con los estereotipos y las sembramos también en el subconsciente de los chicos desde muy temprano, de tal manera que si un sujeto tiene una conducta moralmente reprochable se dice "Así son los hombres..." o si una mujer llega tarde o no está lista a la hora: "Las mujeres siempre se hacen esperar..." si el funcionario público roba "todo el mundo lo hace" o si se hace un reproche a deficiencias educativas: "el que tiene plata escribe (o habla) como quiere.", Peor aún cuando el asunto tiene que ver con nuestra propia salud y expectativa de vida, así el fumador que realmente no quiere dejar de fumar, a pesar de que sabe que el cigarro lo mata, suele decir: "De algo se tiene que morir la gente."

La justificación viene normalmente con el sentimiento de culpa, no queremos asumirla y la desplazamos hacia alguien más. Muchas veces sentimos culpa por nuestros fracasos y culpamos a quien, en el mismo rubro, ha tenido éxito. “Claro, para él fue fácil, siempre tuvo de todo…”

Cuando uno recibe reproches es cuando más útil resulta ser la caja de justificaciones. Todos cuando hemos sido adolescentes hemos sido, de alguna u otra manera, exigidos en nuestras calificaciones por nuestros padres o profesores. Siempre hay una justificación, desde la muerte del gato o de la abuelita o porque se perdió el cuaderno o hubo corte de luz precisamente en nuestro distrito. También son usuales las justificaciones del "incomprendido" que normalmente aparecen en la adolescencia y en la mayoría de casos desaparecen con la edad, por ejemplo la expresión "Es mi vida, yo puedo hacer lo que quiera." o "Qué les importa a los demás lo que hago" o "Yo no vivo de la opinión de la gente." Bueno, la mala noticia es que si aceptamos vivir en sociedad, la opinión de la gente sí importa. Difícilmente el entorno nos enseña a asumir nuestra responsabilidad (hallando para ello la verdadera razón de la falla), cuesta trabajo decir con honestidad “soy flojo” por ejemplo, pero admitirlo es la única manera de empezar a resolver el problema. Si no se resuelve, el problema se seguirá reproduciendo en nuestros  ámbitos laborales y familiares a lo largo de nuestra vida. 

Estamos tan acostumbrados al juego de las justificaciones que llega el punto en que dejamos de ser conscientes siquiera del sentimiento de culpa o frustración que normalmente apareja. He visto personas totalmente ineficientes en sus labores afirmar con absoluta certeza que las llamadas de atención que reciben, así como los memorándums correspondientes son porque "tal o cual jefe se le ha agarrado", término que se usa en mi país para decir que el jefe tiene un encono gratuito y no justificado con la persona. Uno se pregunta si esa persona en realidad no se da cuenta de esas cosas, sobre todo si es una persona adulta y aparentemente responsable.

He usado el ejemplo de la cajita porque de unos meses a esta parte (poco más de un año), he podido implementar un ejercicio mental que me ha permitido deshacerme de varias justificaciones a partir de tomar conciencia de la existencia y uso de la caja. Cada vez que me sucede algo, y como consecuencia de ello estoy a punto de confeccionar  una excusa, me imagino buscando en mi bolsillo la caja y seleccionando una justificación, entonces me sacudo y trato de buscar una razón en lugar de una justificación. De hecho la semana pasada tenía el encargo de regresar rápido a casa porque la estudiante que cuida a mi hija los martes se iba a retirar temprano; decidí entonces en el gimnasio entrenar más rápido que de costumbre y terminé lesionando de mala manera un músculo de mi pierna izquierda. Inmediatamente después de sentir el agudo dolor, mi primer pensamiento fue que me había lesionado por culpa de..., si no hubiese tenido que ir más temprano para... En qué bendita hora acepté.... ¡Y paré! Me dije "¡No! Me lesioné yo porque no calenté, yo tomé la decisión de no calentar apropiadamente por mi afán de llegar más temprano." Asumí mi responsabilidad y no me enojé con nadie y nadie se enojó conmigo. Logré que nadie se sienta mal innecesariamente por una cuestión cuya responsabilidad era solo mía. Es interesante ver como las justificaciones vienen tan rápido a la mente, y es bueno saber que uno puede aprender a controlar ese reflejo. Poco a poco trato de ser más consciente de que soy dueño de mis decisiones y de las consecuencias de ellas, sin justificaciones.  Quién sabe y esta estrategia pueda ayudar a alguien más. Busquemos razones, no justificaciones.

domingo, 3 de marzo de 2013

LAS BENDITAS MALETAS CON RUEDAS PARA LA ESCUELA


¿Por qué los colegios piden ahora maletas? ¿Cómo es que hemos llegado al punto de hacer que nuestros hijos lleven una maleta a la escuela? ¿Es realmente necesario?

Cuando era pequeño iba al colegio con un maletín pequeñito de cuero – tipo ejecutivo –  y una lonchera de cuero también. Ambos hechos por mi papá y repujados por el mismo. En ese tiempo no me daba cuenta, pero hace algunos años me di cuenta que era un lujo que no todos los niños puede tener: Un maletín y lonchera de cuero repujado a mano y personalizado.

Me parece que en tercer grado empecé a usar un maletín de imitación de cuero de cocodrilo – usado por supuesto – con hebilla y una división en el medio tipo fuelle, pero más o menos del mismo tamaño que el anterior. Luego en quinto grado un cartapacio negro de material sintético imitación de cuero, de esos con seguro a presión con llavecita, sin división (por tanto de menor espesor) y no tenía asa, así que lo sostenía de la base y lo llevaba bajo el brazo.

Luego entre sexto de primaria y primero de secundaria con la moda de los maletines tipo James Bond, de alguna manera conseguí uno destartalado, con marco de madera revestido de marroquín y con seguros parecidos a los de las loncheras de plástico, andaba tan mal que cuando caminaba con él, al mismo tiempo que lo sostenía de la asa, usaba el índice para asegurar la tapa y no se me desparramen los cuadernos por el piso.

A partir de segundo de secundaria recuerdo haber empezado a usar un morral del ejército, mi hermano Tony en un viaje que hizo trajo uno del ejército coreano o vietnamita y me lo regaló. Ese morral lo usé hasta quinto de secundaria intercalándolo con el destartalado James Bond y el todavía existente cartapacio negro.

Nunca necesité mochilas ni maletas, es más, no recuerdo que en mi escuela alguien llevara mochila, casi todos usábamos maletines, yo era el más revolucionario con el morral, pero como la directora del Colegio tenía espíritu militar no veía del todo mal a mi indumentaria.

En ese entonces llevábamos pocos cuadernos y muchas ideas. Escribíamos mucho, conversábamos más, jugábamos fulbito con chapitas de gaseosa, los cuadernos eran del tamaño de una cuartilla, uno cuadriculado para matemáticas y otro rayado para lenguaje, en la secundaria aumentaban pero con el horario uno sabía qué llevar; al igual que los libros. Nunca nos torturaron obligándonos llevar kilos y kilos de materiales.

Un niño no debe ser un viajero permanente, debería poder correr, saltar, jugar. ¿Por qué tantos materiales? Veo a los chicos ir cargados de pesadas maletas a la escuela, arrastrándolas con esfuerzo con las dichosas rueditas, en realidad sufriéndolas, además con el calor y los incómodos uniformes. Me pregunto: ¿De verdad usan todos esos libros en un día? ¿De verdad usan todos esos cuadernos en una jornada? A mí me parece que es un engaña muchachos en el que todos los padres caen. A mí no me cuentan cuentos. Nadie puede usar tanto material en un día. Es un truco para que parezca que cada centavo pagado de pensión vale la pena. Nos hacen creer que nuestros chicos reciben una instrucción de primera y no es cierto, basta conversar con los profesores – no todos, pero lamentablemente sí la mayoría – para darse cuenta que no saben cosas básicas, que escriben con horrendas faltas de ortografía, que se saben de paporreta las modernas técnicas educativas pero no saben hilar cuatro ideas complejas en un oficio o en un comunicado.

Prueba de mi teoría es el nivel educativo de los chicos que andan hoy entre los quince a veinte años.  Su manera de escribir, de hablar, de conducirse, sus niveles de violencia verbal e intolerancia, su incapacidad para plantear respuestas inteligentes ante situaciones con algún grado (leve por cierto) de complejidad, es preocupante. Esa generación estudió con mochilas enormes y maletas con ruedas, con enormes listas de materiales escolares y con libros de editoriales prestigiosas. ¿Sirvió? A todas luces no.

Este año yo caí redondito. Se las ingenian bien para hacer parecer que ciertos materiales son necesarios. En realidad prefiero comprar el próximo año una buena mochila Porta o Samsonite en lugar de una maleta de ruedas con una Barbie de plástico en el frente, pero esta vez no me dio tiempo para explicarle a mi hija.  Entiendo que a veces es difícil luchar contra las ilusiones de los chicos y el imperativo social (todas la chicas usan mochilas o maletas de Barbie o de las princesas); ¿Pero acaso no es ese nuestro rol como padres? ¿Debemos dejar que nuestros hijos sigan al rebaño? ¿No debemos acaso cumplir con el deber de hacer que sean seres pensantes, que razones sus decisiones? Me doy cuenta que he cometido una falta de consecuencia enorme. Nos la pasamos despotricando en las redes sociales contra el consumismo y luego a la primera oportunidad caemos en el juego. Yo he caído en el juego. Mea culpa.

El próximo año compraré una mochila sólida, contundente y cómoda, mi hija no lo entienda muy bien tal vez, pero me lo agradecerá y valorará en el futuro, así como yo agradezco y valoro la lonchera y maletín de cuero que me hizo con sus propias manos mi papá.