jueves, 28 de febrero de 2013

LO QUE DEJARON LAS VACACIONES


Ya se me acaban las vacaciones y fue un mes especial.

Al margen de los viajes y experiencias (estuve en cinco distintos países, incluyendo Arequipa donde regularicé mi calidad migratoria obteniendo mi correspondiente pasaporte), este fue un mes de crecimiento.

Como siempre y cada vez que me encuentro con mi gran amigo Claudio, reevalué metas, proyectos e ideas. Es sumamente nutritivo para el alma conversar a nivel de introspección y darnos cuenta de lo que estamos haciendo bien y de los errores que todavía mantenemos por causa de los paradigmas equivocados y que no hay forma de dejar sin la ayuda de alguien que los señale desde afuera.

Me he acercado más a mi hija y eso me satisface mucho, somos cada vez más unidos, ella confía mucho en mí y eso me hace muy feliz, sin olvidar que es también una gran responsabilidad.

Me siento más unido a mi familia y eso es indudablemente bueno.

Me hice chequeos médicos, comprobé que estoy bien, hay algunos desperfectos por reparar, pero son lesiones que se producen por hacer. Es mejor tener lesiones por hacer, que por no hacer. En mi caso me vida deportiva me ha causado esta lesión, es de fácil reparación y repito: Son preferibles las lesiones que tienen como causa el hacer cosas que aquellas que se producen como consecuencia del sedentarismo y el abandono.

Me olvidé por completo del trabajo, salvo dos o tres llamadas impertinentes que se resolvieron rápidamente.

Regreso al trabajo con nuevos bríos y nuevas metas. Este año será un año de éxitos y conquistas.

Tuve que deshacerme de muchos contactos en la red social y cada vez estoy más convencido de que fue una buena decisión. Somos lo que comemos, somos lo que consumimos. No quiero abrir el Facebook para ver las noticias de mis amigos queridos y encontrarme con imágenes desagradables, comentarios de personas que se han hundido en su propia miseria o peor, que están boicoteando ellas mismas su felicidad y logros con decretos de tristeza y decepción.

Este año debe ser de éxitos, de alegría, sin olvidar a las personas que la pasan mal, pero siendo proactivo respecto a las formas como ayudarlos. No se ayuda a nadie con compartir enlaces o haciendo click en “me gusta”, se ayuda siendo un buenos ciudadanos, limpios, ordenados, tratando de ser un buenos ejemplos para nuestros hijos y claro, apoyando discretamente a quien no tiene posibilidades.

Este es un año de proyectos personales, y me gustaría también que sea un año de proyectos colectivos. Quien quiera dar ideas para hacer cosas que nos hagan crecer como grupo con intereses comunes. ¡Bienvenidos!

¡Éxitos a todos!

miércoles, 20 de febrero de 2013

ANALFABETOS FUNCIONALES


Un analfabeto es una persona que no sabe leer y por tanto tampoco escribir. No comprende el significado de los signos que componen el abecedario, no es capaz de reconocerlos e identificarlos con los sonidos que seguramente sí puede emitir al expresarse.

Si un analfabeto se sienta en una mesa y colocamos frente a él la palabra “oso” en un papel, no podrá conectar por ejemplo el símbolo de línea ondulada “s” con el sonido seseante que le corresponde, pero incluso si pudiera lograr esa identificación no podría ligar entre sí las tres letras para emitir el sonido “oso” y luego asignarle un significado, es decir la imagen mental de un oso pardo, negro, de anteojos o cualquier otro.

En cambio un analfabeto funcional sí sabe leer y escribir, puede asignarle sonidos a los símbolos del abecedario y componer palabras. Puede incluso asignarle un significado a cada palabra y ligar estas con una imagen mental.

El analfabetismo funcional puede tener diversos grados. De alguna manera todos pasamos por momentos de analfabetismo funcional, el problema es la gravedad e intensidad de este analfabetismo y hasta qué punto nos limita en la vida diaria y la interacción con la sociedad a niveles eficientes.

Un caso de analfabetismo funcional complejo es el siguiente: Todos sabemos construir un cubo a partir de un plano. Se dibujan seis cuadrados en un papel, más o menos en forma de cruz, se recortan y se construye el cubo. Eso en arquitectura se llama geometría descriptiva, el arquitecto se entrena durante años para poder ver dibujos planos y construir mentalmente el sólido que se produciría a partir de ese determinado dibujo. Es decir, el arquitecto es capaz de interpretar el plano y asignarle mentalmente la imagen de un sólido. Nosotros, los que no somos arquitectos somos analfabetos funcionales en geometría descriptiva, nuestra capacidad se agota en un cubo, un cono, una pirámide y allí se termina normalmente.

Un músico es capaz de leer los símbolos dibujados en un pentagrama e imaginar los sonidos que se producirían a partir de ellos. Los que no somos músicos estamos incapacitados para esta labor, no hemos entrenado para leer pentagramas y nuestro cerebro no se ajusta para imaginar sonidos complejos a partir de la lectura de claves, negras, blancas, corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas, luego somos analfabetos funcionales en música.

Lo mismo pasa respecto al programador de ordenadores, al ingeniero, al contador, al dentista, el médico, etc.

Pero ese nivel de analfabetismo funcional está socialmente aceptado porque tiene que ver con la especialización, si he invocado estos ejemplos es sencillamente para que se entienda mi punto de vista, punto que paso a describir:

La gravedad del analfabetismo funcional genérico es que impide algo tan sencillo como la comprensión de lectura. El analfabeto funcional comprende las palabras y significados, por ejemplo si la frase es “El oso come miel” el analfabeto funcional puede imaginar un oso y la miel y eventualmente visualizar al oso comiéndola.

El problema va en procesos lingüísticos más complejos. En una composición con multiplicidad de ideas, con problemas lógicos más elaborados, el analfabeto funcional se rinde, por tanto se frustra y termina cerrándose, lo que genera como consecuencia un círculo vicioso, pues abandona la lectura. Este abandono no hace otra cosa que recrudecer su estado de analfabeto funcional.

El analfabeto funcional al frustrarse se justifica, al no poder leer bien, tampoco escribe bien ni siquiera oraciones sencillas. Su ortografía es pobre, y si uno osa corregirlos, muchas veces salen con frases tan estúpidas como “El que tiene plata escribe como quiere”; pues no, no es cierto. Estadísticamente los analfabetos funcionales están ligados a altos índices de pobreza y criminalidad.

Seguramente se preguntarán el porqué escribo acerca de los analfabetos funcionales. Pues bien, es porque estoy sumamente preocupado. Gran parte de las personas que conozco directa o indirectamente, no leen, y cuando lo intentan no son capaces de comprender conceptos complejos. Lo que revela que el promedio anda muy mal. Me pregunto si esto no tiene que ver con la automatización de  los medios. Obsérvese el facebook por ejemplo: Si se analiza, hace tan solo tres años, la mayoría de posts eran básicamente texto, las personas se veían obligadas a leer y usar su imaginación. Ahora son solo imágenes con algún texto pobre. Las personas no leen textos largos, si usted postea un texto de más de cinco líneas, reduce automáticamente el número de lectores. Me parece que pronto la gente empezará a comunicarse como Tarzán.

Geometría descriptiva, programación de computadoras, planes contables, física, etc., solo se aprenden mediante estudios especializados. Comprender lo que se lee solo se aprende leyendo, no hay otra forma. Resulta curioso que en el mercado existan manuales de comprensión de lectura para postulantes a universidades y otros. ¿Es posible “enseñar” a comprender lecturas con un manual? Evidentemente los compradores de estos textos han sido vilmente engañados, eso no es posible. Solo se aprende a leer leyendo.

Marco Aurelio Denegri afirma, y yo le creo, que cuando se entabla un diálogo entre dos personas, la conversación se mantiene en el nivel más bajo, nunca en el más alto. El interlocutor mejor preparado se verá obligado a descender al nivel del otro para poder mantener el diálogo.  Es por ello que las conversaciones en el facebook son usualmente tan pobres.

A eso se suma que así como somos lo que comemos, somos también lo que leemos, lo que vemos. Consumir tanto amarillismo, tantos comentarios muchas veces soeces y pobres, nos arrastra al embrutecimiento. Solución: Dejar de consumir esa información. Es por ello que en los últimos días decidí reducir sustancialmente mi número de contactos. No estoy dispuesto a convertirme en cómplice de mi propia estupidización.

Yo sinceramente no le veo la solución al problema, el Estado no está dispuesto a invertir en educación, solo nos queda educar a nuestro entorno, a nuestros hijos, a nuestros familiares, tratar de no reducir el nivel de las conversaciones y más bien aumentarlo. No olvide, mire a su alrededor, vea a sus cinco amigos más cercanos, con los que comparte más. Obsérvelos bien y sabrá quién es usted. Es innegable que somos el promedio de las cinco personas más cercanas a nosotros. Piénselo.

EL CHE


Para muchos el Che Guevara es el tipo de las camisetas. Para los de mi generación y muchas generaciones anteriores y posteriores es un ícono. No necesariamente un ícono positivo por cierto para todos. La figura del Che genera simpatías y rencores, detractores y simpatizantes. Es polémico y por tanto histórico.

Esta es una de las notas que más trabajo me ha costado hacer, y si no la hago ahora, no la haré nunca. Llevo ya en la idea casi un año, desde mi fugaz paso por La Habana. Instintivamente luego de mi regreso de Cuba quise escribir acerca del Che, habiendo visto los lugares donde estuvo y las calles que lo vieron pasar. Sin embargo, rápidamente me di cuenta que no iba a ser una tarea sencilla, así que quise hacer un trabajo con toda la rigurosidad histórica posible y entre marzo y noviembre del dos mil doce leí, escuché y vi todo lo que pude acerca del Che Guevara.  Ciertamente se ha hablado mucho de él, hay tantas biografías que me pareció finalmente ocioso redundar respecto a esos temas. Abandoné la idea de la rigurosidad histórica, mi análisis será entonces personal y más visceral que racional.

Se ha dicho que el Che fue un sanguinario sin corazón, un tipo racista que detestaba el aseo y que en la revolución aprovechó para hacer aflorar sus más abyectos instintos. Del otro lado de la línea se ha dicho que era un líder natural, un visionario, desprendido de su propio proyecto de vida en favor de los menos favorecidos y la libertad de las naciones. Se han creado una serie de mitos en favor y en contra. Desde la muerte de Camilo Cienfuegos por orden de Fidel Castro a pedido del Che hasta su misión suicida en Bolivia.

Nadie puede meterse en la mente de las personas, cualquier especulación es sencillamente eso, un truco de prestidigitación que pretende adivinar el pensamiento de los sujetos a través de sus hechos. ¿Era Guevara realmente un líder desprendido, creyente ferviente de la revolución y la libertad de los pueblos? ¿O era sencillamente un tipo que sufría de una febril paranoia, mesiánico y oportunista? Nunca lo sabremos a ciencia cierta.

“Por sus hechos los conoceréis”, reza la frase y gran parte de los hechos del Che fueron registrados, por la prensa, los fotógrafos, los biógrafos y por él mismo a través de sus diarios y libros. Invocando a grandes rasgos episodios de su vida, esta tuvo que estar marcada por importantes hitos del siglo XX, Guevara nace el año 28, debido a su asma queda recluido en casa adquiriendo el hábito de la lectura. Este dato es de vital importancia. Curiosamente, de acuerdo a sus biógrafos y él mismo, leyó a esa edad los mismos autores que yo leía en la adolescencia: Emilio Salgari y Julio Verne. Guevara por cierto no era pobre, más bien de clase media alta. Cuando Guevara tenía entre quince y veinte años, que es la edad de los cuestionamientos y contradicciones, corrían los años cuarenta y tres a cuarenta y ocho, en plena guerra mundial y el peronismo en Argentina. Sospecho que tuvo que haber oído luego acerca de los abusos nazis y el juicio de Núremberg (1945-1946), esos hechos más lo dramático del movimiento político argentino debieron influir necesariamente en él.

Más adelante y luego de culminar sus estudios de medicina, emprende un largo viaje por Sudamérica que le cambia la vida. Viaja junto a su mejor amigo Alberto Granado, que por cierto,  me atrevo a afirmar que no es para nada el personaje que presenta la película “Diarios de motocicleta”, Granado fue preso político en la secundaria, así que al parecer estuvo desde temprano involucrado en la política, cosa que no le sucedió a Guevara  que toma interés mucho más tarde por ella, precisamente en este periplo por los países latinoamericanos.

No daré muchas vueltas a su biografía, baste decir que en este viaje pudo ver las condiciones de la clase obrera latinoamericana y sus penurias, así como las aún vigentes dificultades de la clase campesina. Los que hemos viajado por el interior del país cuando menos, sabemos que hay una distancia enorme entre el reportaje periodístico o televisivo y la realidad que le toca vivir a miles de compatriotas, me parece que esta experiencia de vida fue determinante también para el futuro del Che.

Otro elemento que me parece crucial de este viaje de Guevara fue su acceso a los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui. Este tuvo que haber sido el detonante, Guevara había visto el problema y probablemente le había causado el dolor que siente todo latinoamericano al ver a sus hermanos en esas condiciones, pero no tenía la posible solución, Mariátegui se la aportó, cuando menos en embrión.

Los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana es un libro que todo peruano (y latinoamericano), sin importar su filiación política, debería leer. Lamentablemente la gente hoy en día lee menos. No se puede comprender el problema social del Perú y de Latinoamérica si no se lee este texto, es triste que nuestros jóvenes no estén siquiera cerca de saber quién fue Mariátegui, al margen de las ideas, partidos y posturas.

Luego de este viaje la percepción de la realidad latinoamericana de Guevara tuvo que haber cambiado. No voy a hacer una reseña de la revolución cubana, porque existe amplia información respecto a ella en la red. Quiero enfocarme en la crítica a Guevara: Se afirma que era un tirano despiadado e inmisericorde. Existen reportes en los que Guevara habiendo ordenado fusilar a desertores y contrarios, estos finalmente se habían salvado gracias a los buenos oficios de Camilo Cienfuegos.

Trato de ponerme en las botas de Guevara, al mando de un ejército de rebeldes, en medio del monte, con pocas municiones, armas imprecisas. Se desarrollaba la revolución bajo el principio de guerra de guerrillas. ¿Era prudente en estos casos dejar a los enemigos y traidores a salvo? ¿Encerrarlos? ¿Dónde? No tenía un ejército regular ni cuarteles. Si seguimos la filosofía de Sun Tsu, el guerrero no debe dejar enemigos en pie, pues estos se levantarán y volverán con mayor fiereza. ¿Hacía lo correcto Guevara al no dejar enemigos a sus espaldas? Es discutible, pero lo que sí tengo claro es que no se puede afirmar a rajatabla que estas decisiones lo hicieron, per se,  un líder sanguinario.

De otro lado, Guevara comprendía que la revolución exigía un grado de compromiso sumamente alto. “Un cubano que no defendía la revolución era un cubano contra la revolución”, se solía decir. Si bien es cierto se permitía que los que no querían luchar se alejaran de las zonas de guerrillas, la traición no estaba permitida. ¿Esta regla de no permitir la traición, con el costo de la vida del traidor, era una práctica vedada? No me parece. Habría que analizar al asunto a la percepción del momento. Con la percepción de hoy y a la luz de las resoluciones de Corte Interamericana de Derechos Humanos, no sería aceptable; pero precisamente de eso se trata, de no incurrir en la falacia de juzgar los hechos de 1959 con los ojos del 2013.

Guevara creía firmemente en la necesidad de participar él personalmente en las grandes gestas revolucionarias, al parecer sí poseía una personalidad mesiánica. Se puede leer entre líneas, en sus cartas cuando se va a África (El Congo) y luego a Bolivia, que se siente llamado a luchar por la libertad de esos pueblos.

La gente que lo conoció lo recuerda como un tipo ordenado, organizado, puntual, claro y preciso. El gobierno de Estados Unidos se ha encargado durante años de financiar y promover campañas con el ánimo de desprestigiar al Che, hoy en día eso ya no tiene sentido. Los jóvenes confunden a Guevara con Don Ramón o Cantinflas. Es una tristeza.

La muerte del Che en 1967 trajo lo que se quiso evitar, su ejecución se hizo con la clara intención de no darle espacio en la prensa y no convertirlo en un héroe. Se produjo todo lo contrario, se creó un mito. Sucede siempre (guardando las distancias): Jesús, Mozart, Lennon y Mercury por citar algunos ejemplos. Personajes que quedan en el imaginario popular como jóvenes eternos, héroes populares y románticos. La magia que los envuelve, la pregunta de ¿Qué habría pasado si hubiesen vivido más? los hace más intensos e interesantes. Eso mismo pasó con el Che.

A mí lo que me causa fascinación es la revolución cubana, que ciertamente es La Revolución, al margen de la perniciosa dictadura de los Castro, me pregunto siempre: ¿Qué habría pasado si no se le hubiese impuesto el embargo económico a Cuba? ¿Sin el bloqueo? ¿En que se hubiese convertido Cuba con el desarrollo sostenido que parecía tener en los primeros años? ¿No sería una potencia hoy? ¿Se habría irradiado el socialismo a toda América? De hecho eso asustó a los americanos, ¿pero habría sucedido?

La Revolución Cubana me parece uno de los hitos históricos más importantes de Latinoamérica, y el Che Guevara fue una pieza importantísima si es que no determinante. Ernesto Che Guevara, el gran Camilo Cienfuegos, Fidel Castro, y otros que pasarán bien o mal a la historia nos regalaron una de las gestas más heroicas. Mi juicio personal es que Guevara cumplió su rol, ordenó las prioridades de la revolución y las ejecutó disciplinadamente. Sospecho que era del tipo de persona que habría ejecutado a su propio hermano si hubiese incurrido en traición. Me parecen coherentes sus acciones, me parece también que se le ha idealizado demasiado, olvidando que fue también un ser humano con sus imperfecciones. No lo justifico, lo comprendo.

Finalmente, los resultados de la Revolución Cubana a la luz actual son cuestionables, pero ¿Quién que haya escuchado a Silvio Rodríguez y leído algo sobre el Che Guevara en su temprana juventud no soñó por lo menos por un instante, salir al monte, a la guerra, con un fusil en bandolera a luchar por la libertad? ¿O, cuando menos, entre humo y metralla contento y desnudo, ir matando canallas con un cañón del futuro?

martes, 19 de febrero de 2013

HOSTAL (Cuento)


Esteban se sentó en la fría cama del pequeño hostal, el lugar era sencillo pero no desagradable. Una cama de dos plazas, con algunas tristes marcas de quemadura de cigarro de distraídos amantes en el edredón, una austera mesa, dos sillas, una cómoda de cuatro cajones, una mesa de noche y un pequeño televisor. Se desató los pasadores, buscó el control del televisor y lo encendió. Pasó rápidamente por los canales y nada le llamó la atención, lo apagó nuevamente. Se incorporó y caminó hacia la silla donde había dejado su mochila, extrajo su computador portátil, lo colocó sobre la mesa y lo encendió, luego extrajo una botella de agua de dos litros, la abrió y tomó un largo trago directamente de la botella.

Una vez que se sentó frente al ordenador,  colocó los dedos sobre el teclado e inició la escritura. Escribió el título que ya había pensado con anterioridad y en el primer párrafo se describió él mismo sentado en la fría cama de un pequeño hostal, describió la habitación y la manera cómo se puso a buscar canales de televisión, sin que ninguno llame su atención. Luego describió con detalle el momento en que se acercó a su mochila y extrajo su ordenador, su botella de agua de la que bebió un largo trago y de cómo empezó a escribir su novela soñada.

La trama de la novela era sencilla, se trataba de un tipo que cuenta como otro llega a un hostal, sencillo por cierto pero no desagradable. Se sienta en la fría cama, se distrae con la televisión, luego la apaga, se incorpora y busca su mochila donde llevaba su ordenador, y empieza a escribir una novela, con la que sueña todo escritor, todo ello luego de describir la habitación donde inicia su aventura y tomar un largo trago de agua de una botella de dos litros que había llevado consigo.

Decidió que el personaje de su novela, el escritor, se llamaría Esteban también. Este Esteban había decidido escribir la novela de su vida, la novela soñada y para ello se recluiría en un hostal, uno pequeño pero no desagradable, a ese hostal llevaría su computador portátil y se dedicaría escribir acompañado de una botella de agua para no deshidratarse. Empezaría la novela describiéndose a sí mismo, la habitación y cómo se ponía a escribir.

Una vez que Esteban terminó de darle forma al primer párrafo, tuvo la clara sensación de que alguien lo observaba, miró hacia atrás y no había nadie, se le ocurrió que pasaba como en la casa de los espejos, sentirse observado por él mismo a través de infinitos espejos que multiplicaban al infinito su imagen sin poder distinguir cual era la verdadera.

Regresó las manos al computador, las colocó cerca del teclado y no pudo escribir, sus dedos quedaron tiesos, dolorosamente inmóviles, sintió de pronto una sed sofocante que lo abrasó, estiró la mano para tomar la botella de agua y no la alcanzó, la sed se hacía intensa y la botella misteriosamente había desaparecido, trató de gritar y su garganta no emitía sonido alguno, el aire ya no ingresaba a su pulmones, se ahogaba en su propia desesperación, exhaló un gemido lastimero, tenue… De pronto adquirió consciencia, apretó los dientes y exhaló. Estaba allí, sobre la cama, agitado, saliendo de una pesadilla, su frente empapada de sudor. La botella de agua estaba sobre la mesa, se acercó. Tomó un trago largo y presionó una tecla del ordenador. En la pantalla apareció el primer párrafo de la novela que estaba escribiendo y a pesar de sus esfuerzos no recordó en qué momento durmió, se sabía despierto y leyó el párrafo del tal Esteban que estaba por escribir la novela de sus sueños, luego de haber visto un rato la televisión en un hotel sencillo pero no desagradable, luego de un largo trago de agua. Cuando terminó se miró y no recordaba haber llegado con esa ropa y observó que los pasadores de sus zapatillas seguían atados, estiró la mano hacia su mochila y no pudo alcanzarla, nuevamente la garganta se le cerró, era un nuevo sueño, estaba soñando dentro de un sueño pero que no era un sueño, era parte de la novela, el segundo párrafo, en el que Esteban es atrapado en un sueño, pero ya no sabía qué sueño ni qué Esteban, se había perdido entre uno de los infinitos espejos que eran sus sueños y sus personajes, trató de despertar con la incertidumbre de que no sabía si despertaría en otro sueño, si sería otro Esteban, uno de los que lo espiaba desde atrás cuando escribía la novela, la novela de sus sueños, de los sueños donde se había quedado atrapado para siempre, sin saber nunca más cómo volver a la realidad.

LA RENUNCIA DEL PAPA


Como todos saben no soy religioso. Creo en una divinidad, un ser superior, pero no confío en las instituciones religiosas. Tengo fe en que un día el Perú sea un estado laico y que el credo de cada uno sea un tema del ámbito de la intimidad personal. Es decir realmente libre, tan libre que nadie sea discriminado por tener un culto distinto y tan libre que nadie se vea en la posición de tener que ser catequizado o convertido contra su voluntad.

Pese a que la Iglesia Católica ya no es el credo mayoritario que muchos creen, para mejor información, esta afirma que de los siete mil millones de habitantes que tiene el mundo, mil millones son católicos, sumados a ellos los evangélicos, protestantes y otros, los cristianos llegarían a los dos mil millones (según los reportes de estos credos).

El Islam en todas sus variantes afirma llegar a los mil setecientos millones. Las personas sin religión llegarían al impresionante número de mil cien millones y el hinduismo a los mil millones. No son despreciables tampoco novecientos millones que tendrían las religiones tradicionales chinas.

En otras palabras, cerca del veintiocho por ciento de la población mundial sería cristiana y solo el catorce por ciento católica. Los musulmanes tendrían un importante veinticuatro por ciento, las personas sin credo un quince por ciento, los hindúes otro catorce por ciento y trece por ciento las religiones tradicionales chinas.

El agudo lector a este punto ya debe haberse dado cuenta que los porcentajes ya superan el noventa y cuatro por ciento de la población mundial. Faltan todavía contabilizar las etnias africanas, asiáticas y americanas, el budismo, el resto de credos minoritarios y se apreciará que se supera fácilmente el cien por ciento que deberían sumar todos los credos.  Es decir que hay más creyentes que pobladores del planeta. 

Bueno, esto tiene una explicación lógica: Como los números son aportados por cada credo, estos tienden a inflar sus números. Adicionalmente una segunda variable es el hecho de que una misma persona puede reportar varios credos a la vez, en primer lugar porque en realidad es politeísta y en un segundo, pero no menos importante término, porque muchas personas se reportan como creyentes o no dependiendo de requerimientos que hacen las instituciones públicas o privadas en función a los beneficios que puedan recibir de estas o los requisitos que imponen para proveer de determinados servicios. Ejemplo de ello, muchos colegios que exigen que los padres sean católicos por citar uno.

El saber estos datos estadísticos ayuda mucho para entender las falacias de los fundamentalistas. No existe una religión universal. Nadie se va a condenar por no conocer una determinada religión. Sin importar el credo, lo importante es sencillamente vivir con rectitud.

Regresando al tema de fondo, el Papa resulta ser el líder de un importante catorce por ciento de la población e influye de manera indirecta en otro catorce por ciento. Es por ello que el actual Papa tomando en cuenta este liderazgo, decide, inteligentemente creo yo, renunciar.

Me explico: La regla establece que el cargo es vitalicio. Esta es la regla general. Esto es importante desde el punto de vista de unidad. No es apropiado para un credo tener pugnas por el poder y si las hay, estas deben estar ocultas y estar distanciadas cuanto más se pueda en el tiempo. Por ello también existe la regla del cónclave cerrado. Los espectadores de afuera percibimos una elección en ambiente de santidad. No siempre ha sido así y nada nos garantiza que ahora sea distinto.

El Papa es consciente de que la realidad no es la misma que en la Edad Media, en esa época en el mejor de los casos el Papa agonizante era recluido y cuidado en sus aposentos hasta su deceso. Era fácil pasar desapercibido. En la actualidad el puesto de Papa está mediatizado, la experiencia de los últimos meses de Juan Pablo II mostraron lo difícil que es permanecer en el cargo cuando el cuerpo no da para más. Por cierto Juan Pablo II tenía un prestigio y un aura que le permitió obtener el respeto del mundo pese a su lamentable estado. Ratzinger no es Juan Pablo II y él lo sabe.

Siendo así, el cálculo es brillante. Un Papa debilitado no le hace ningún bien a la Iglesia Católica y ahora menos que nunca. Ratzinger sabe esto y sabe también que los problemas que afronta su rebaño requieren con urgencia de un prelado con la disposición de ánimo y fortaleza física suficientes como para reconducir sus principales políticas.

Dicho esto, mi posición personal es que es demasiado tarde como para que la Iglesia Católica pueda retomar el rol protagónico que tuvo en su momento. La globalización no lo permitirá pese a sus bien intencionados intentos, como por ejemplo la cuestionable cuenta de Twitter. Me parece que se requieren serias reformas, nuevos principios, lamentablemente la iglesia no tiene los mecanismos necesarios para modificar el dogma sin perder más credibilidad. Pese a ello mi pensamiento está con los católicos creyentes de corazón, quienes depositan buena parte de su fe en el Papa como vocero de Dios en la tierra, conforme sus preceptos. 

domingo, 3 de febrero de 2013

SOMOS LO QUE COMEMOS

Estoy seguro de que la mayor parte de lectores ha escuchado esta frase alguna vez: Somos lo que comemos. Es probablemente una de las frases menos debatibles desde cualquier óptica, tanto el sentido común como la ciencia concluyen exactamente en lo mismo: Somos lo que comemos. Y resulta por tanto increíble que tanta gente no observe esta regla tan básica para conservar su salud.

El comer es un proceso que se califica como necesidad básica. Si no se come, se muere. La alimentación permite aportar al cuerpo los elementos necesarios para su funcionamiento y desarrollo, así como para restaurarlo ante el natural desgaste. 

Lo primero que debemos hacer es diferenciar entre comer bien y comer rico. En Arequipa, mi ciudad de origen, se solía comer bien y rico, aunque en los últimos años se come cada vez más rico y cada vez peor. Es preocupante.

Comer rico es el resultado de un proceso mental racional. No tiene nada que ver con la alimentación de subsistencia. Si alguien piensa que me equivoco, observen otras culturas, lo “rico” parte de una definición cultural: Una rica vaca para nosotros puede ser como una rica rata o un rico perro en otras culturas. Nosotros creemos que es rico un rocoto relleno que nos hace lagrimear, para un suizo eso es una masacre a su sentido del gusto. Nuevamente, el  aprecio por la intensidad del sabor es una construcción racional, mental, producto de paradigmas socio culturales.

En un inicio el hombre aprendió a asar la carne, luego descubrió la sal, desde entonces ha tratado de agregar cosas a las comida para hacerlas más agradables al paladar, para resaltar los sabores, en ese proceso hemos llegado a las hamburguesas y alitas de pollo cargadas de grasa y colesterol, acompañadas de abundante mayonesa y papas fritas.

Hemos olvidado el fin primordial de la comida: Alimentar. Al haber olvidado este fin, comemos cualquier cosa por hambre y nos suicidamos lentamente,

Desde los años cincuenta buena parte de los premios Nobel de medicina han sido otorgados a científicos por sus descubrimientos respecto a cómo reaccionan la células humanas ante el consumo de determinados productos. Estas investigaciones no han tenido difusión por causa de intereses ciertamente siniestros por un lado y por la falta de interés de la propia gente por otro, pero lo cierto es lo siguiente: La comunidad científica está de acuerdo en que un cuerpo con un alto grado de PH acido es más susceptible a albergar y desarrollar cáncer. Un cuerpo con un PH más alcalino tiene menos posibilidades de albergarlo y desarrollarlo. Es más, recientes estudios demuestran que un cuerpo alcalino no solo no alberga y desarrolla cáncer si no que es capaz de neutralizar y destruir un cáncer ya existente.

Ahora, cómo todos saben el PH no es otra cosa que un factor de medición, permite saber el grado de alcalinidad o acidez de una solución. El cuerpo humano es 80% agua, así que no estamos lejos de ser una solución también. 

El cuerpo humano se torna ácido cuando consumimos frituras, aceites de origen animal, azúcares, bebidas gaseosas, carnes rojas, café en exceso. También contribuyen notablemente los hábitos de fumar y el consumo de alcohol.

El cuerpo se torna alcalino mediante el consumo de vegetales, legumbres, hortalizas, proteínas de origen vegetal, pescado, frutas, etc. 

No se sorprenda. Esto es evidente y usted lo sabe. No es una noticia nueva. Otra cosa es que seamos esclavos de los malos hábitos y entre tomar una botella de agua y una gaseosa escojamos la gaseosa. Que entre una hamburguesa y un par de manzanas, escojamos la hamburguesa. Siempre hay una excusa para mantener un mal hábito. 

Lo que sucede es que nos mentimos a nosotros mismos descaradamente y luego culpamos a la contaminación o a la radioactividad cuando el médico diagnostica cáncer, y queremos curarlo con una pastilla mágica en veinte días. 

Somos lo que comemos. Si está usted saludable hoy, es probablemente consecuencia de sus buenos hábitos de alimentación. Si sufre de problemas gastrointestinales, algún sarpullido, dolores de cabeza, etc. Es probable que sea por sus malos hábitos alimenticios, fuera del obvio factor genético.

Conozco gente que no almuerza si el plato no trae carne y si está frita mejor. Otra gente que agrega abundante sal a todo. Personas que toman uno o dos litros de gaseosa diario, que almuerzan todos los días en lugares llamados de “comida rápida”, personas que agregan enormes cantidades de mayonesa a cualquier cosa que comen. ¿Cabrá quejarse luego de sobrepeso o cáncer?

Entonces se tiene que la clave es regresar al origen, entender la razón primigenia por la cual comemos. Comemos para tener energía, para reponer el desgaste de células. No tiene absolutamente nada que ver con el paladar. El paladar en su dimensión básica cumple el rol de advertirnos si la comida no está podrida, pasada o fermentada, es decir en un estado en el que no nos haga daño, al igual que el olfato.  Nosotros hemos distorsionado esas funciones, sublimándolas al extremo de causar lo que el órgano quería evitar: Provocarnos daño con lo que consumimos.

No está mal disfrutar de la comida, no está mal comer un plato típico o comida gourmet el fin de semana, pero quedan seis días para comer sano (y más barato por cierto), coma zanahorias crudas, dese el gusto de morder un tomate. Abra una palta y cómala sin sal directamente de su cascara como si fuese un helado. Hay platos típicos que pueden ser muy saludables, como la palta rellena (use mayonesa casera, no de sobre), el soltero de queso, el escribano, la causa. Hay métodos para cocer la carne sin usar aceite, disminuya su consumo de embutidos, tome agua en lugar de gaseosas o los venenosos refrescos de sobre. Aproveche más el pescado y deje el pollo a la brasa para una vez al mes. Abra las puertas para la espinaca, las vainitas, el brócoli. Coma más papa sancochada como fuente de carbohidratos y deje de lado la frita. Hágase un bien, hágalo por sus hijos, incúlqueles buenos hábitos. Ellos quieren que usted los acompañe por más años. 

sábado, 2 de febrero de 2013

EL ENCUENTRO (Cuento)

– ¿Aló Mary?
– Sí, ¿Quién habla?
– ¡Rafael! – Cuando Mary escuchó ese nombre y lo conectó con la voz al teléfono todos los recuerdos en tropel se arremolinaron en su mente, se le erizó la piel y le faltó la respiración. Luego de unos segundos de silencio donde quería decir todas las palabras y ninguna salió de sus labios, se compuso, carraspeó y trató de aparentar una calmada sorpresa:
– ¡Hola Rafael! Qué bueno saber de ti luego de tantos años.
– Hola linda, estoy en la ciudad. Vine por unos asuntos de trabajo. ¿Te parece si nos tomamos un café?
– Claro… – dijo Mary nerviosa, se arrepintió, debió haber dicho otra cosa, que tenía que ver si tenía tiempo, que ese día no, que tal vez mañana, algo para no demostrar su ansiedad, quiso decir que tal vez no podría, pero sus labios le jugaron una mala pasada – ¿a las nueve te parece bien?
– Me parece bien – contestó Rafael y fijaron el punto de encuentro en uno de los nuevos cafés que la vorágine de la modernidad había traído a la ciudad. Se despidieron, Mary lo hizo por cierto con mal disimulado afecto formal, y colgaron.

Con el celular en la mano Mary se llevó los dedos a la boca, iba a morder una uña y recordó que hacía años ya había abandonado esa costumbre. Dejó el aparato sobre el escritorio y se frotó las manos con fruición, se tomó de las sienes, el rostro, se levantó de su asiento, caminó hasta la puerta de su oficina, negó con la cabeza y regresó a su lugar, cuando estuvo a punto de sentarse volvió a dirigirse a la puerta con la mano en la frente, luego regresó y se quedó de pie frente al computador, miró la pantalla del celular como si en ese cuadrado de colores pudiera ver la imagen todavía de Rafael hablándole. Habían pasado diez años y todavía le temblaba el cuerpo al oír su voz. Siempre había pensado que luego de terminada la universidad, madre soltera por azares de la vida y profesional por su propio esfuerzo y dedicación, con una jefatura a sus espaldas ya nada podía sorprenderla, sin embargo ahora sus tobillos no podían soportar el peso de su ligero cuerpo, se derrumbó sobre el sillón y se abandonó a los recuerdos.

* * *

Mary tenía diecisiete, era el tercer día de su segundo semestre de derecho. Estaba emocionada porque recién ahora estaban haciendo los cursos de la carrera, esa mañana se había levantado temprano como siempre, tal vez no era la más estudiosa de su promoción pero sí era responsable y ordenada. Estaba sentada en la fría carpeta de fórmica y fierro cuando entró Rafael, ese primer momento no produjo ninguna sensación en ella, él no era un sujeto de aquellos que llaman la atención con su aspecto, fuera de su corrección en el vestir no había nada en particular que pudiera considerarse espectacular o cuando menos fuera de lo común.

Lo que pasó con Mary sucedió ese primer día. El hombre aquel, de edad indescifrable, que parecía joven, imprecisamente cerca sus treinta, pero que hablaba de situaciones, lugares y hechos como su hubiese vivido cien años, con un extraño brillo en los ojos, con una envidiable certeza en sus afirmaciones, terminó por llamar su atención.

Con el tiempo su admiración crecía más y más, esperaba con ansias el día en que llegaran sus clases, él se mostraba seguro en sus conceptos e ideas, incluso cuando se equivocaba, reconocía su error de una manera tan elegante y oportuna que terminaba pareciendo que nunca se había equivocado.

A veces Mary iba con sus compañeras, nunca sola, a preguntarle cualquier cosa antes de que suba a su carro solo por el placer de verlo de cerca, de percibir el rastro de su perfume. Un día de esos, su compañera Janet haciendo gala de su frescura le pidió su correo, él lo anotó en un papel y mientras escribía Mary lo memorizó, pero nunca se atrevió a escribirle. Semanas después recibió un mensaje de Janet acerca de un trabajo y en la lista estaba el correo de Rafael, con los dedos temblorosos le escribió un correo pidiendo cualquier precisión, ese fue el inicio, poco tiempo después se comunicaban a menudo por correo electrónico pero sin mayor profundidad, para saber cómo iban las clases de ella, el trabajo de él o el clima.

Un día de la nada, casi al fin del semestre, correos iban y venían y él le contó que la había visto en otro lugar, mucho tiempo antes de verla en la universidad. Ella se quedó helada cuando lo leyó, preguntó ¿cuándo la había visto antes? ¿Dónde…? Él le contestó que cerca de una céntrica cafetería, dos años antes, que le había llamado la atención y que nunca olvidó su rostro, ella rió, efectivamente su madre tenía un negocio cerca de ese lugar. Le preguntó, escribiendo muy nerviosa en el teclado, que qué le había parecido y él contestó el mensaje con una sola palabra: “linda”. Ella casi se muere, no contestó el correo y no encendió la computadora todo el fin de semana. Cada vez que recordaba esa palabra le latía el corazón a toda prisa y se sentía desfallecer. Se sentía una idiota, una adolescente idiota enamorada de su profesor, se reía nerviosa y sacudía la cabeza.

En los últimos días de clase, terminados los exámenes, Rafael le envió un mensaje, la invitaba a dar un paseo. Ella aceptó. A las siete de la noche él pasó cerca de la universidad en su camioneta, ella estaba esperando en la esquina, se subió, dieron muchas vueltas mientras conversaban de todo un poco, por primera vez. Ella nerviosísima como siempre y él seguro, como siempre también.  Cerca de las nueve de la noche ella le pidió para que la lleve cerca de su casa, él sonrió y accedió recordándole que lo había pasado muy bien en su compañía. Cuando estuvieron cerca de la casa, él estiró la mano hacia el asiento de atrás y tomó una caja larga de cartón blanco, Mary se asustó, no comprendió lo que pasaba hasta que tuvo entre sus manos y sobre su regazo la caja de florería adornada con una cinta y conteniendo en su interior un hermoso tulipán. Miró a Rafael a los ojos, dijo gracias con la voz quebrada y temblorosa y se bajó corriendo de la camioneta sin mirar atrás ni despedirse mientras las lágrimas de emoción corrían por sus mejillas y sentía que desfallecían sus piernas.

No volvió a ver a Rafael nunca más a pesar de sus correos.

* * *

Esa noche Mary se probó casi toda su ropa antes de poder decidirse, quería verse bien, reflejar que estaba bien, quería  demostrar que ya no era una chiquilla asustada sino una mujer profesional, madura, segura de sí misma.

A las nueve en punto Mary entró al café, Rafael estaba en una mesa redonda, con impecable terno y corbata negros, tomando un café expreso, Mary no pudo evitar recordar el rumor que en broma corría en la universidad: “El profesor Rafael ha hecho un pacto con el diablo”, en efecto le pareció que se veía más joven todavía que diez años atrás. Según sus cálculos debería tener poco más de cuarenta y difícilmente los aparentaba, se le veía saludable, sonriente, la madurez le asentaba como al buen vino, nuevamente sus piernas temblaron.

Se acercó y él se puso de pie caballeroso, se saludaron con un beso y un abrazo breve, ella se dio cuenta de inmediato que el perfume ya no era el mismo, era una fragancia distinta, intensa, un sutil aroma dulzón de naranja, era demasiado, su mente estaba a punto de nublarse, Rafael le preguntó si quería tomar un café o ir a otro lugar, ella sin pensar repitió la última parte de la frase y recién cayó en cuenta que había pedido ir a otro lugar. Rafael pagó y salieron, caminaron por la calle iluminada todavía con gente. Ella se sentía feliz, cuántas veces había soñado caminar con él por las calles, justo así, ella de vestido, él de traje, miraba de reojo y sabía que hacían una bonita pareja. Llegaron a un bar, subieron las escaleras, se sentaron un punto donde podían ver las luces de la ciudad. Pidieron un trago y hablaron de lo que habían hecho últimamente, sobre todo;  Rafael le preguntó acerca de su trabajo y ella orgullosa le contó cada detalle, él sonreía complacido, le dijo que siempre estuvo seguro de que llegaría lejos. Luego él le contó algunas cosas, siempre con esa manía de guardarse detalles, de no contar todo, de dejar secretos, de lanzar cabos sueltos al aire dejando algunas historias inconclusas, Mary no sabía si lo hacía adrede o era su forma de ser, esa forma tan misteriosa e interesante, mientras lo veía hablar en algún punto perdió el hilo de la conversación, ahora solo podía ver sus ojos brillantes y sus labios en movimiento, ya no entendía lo que decía, le importó un pepino la gente en el bar, el mundo, como embriagada por alguna exótica sustancia, pudo ver su propia mano deslizándose debajo de la corbata de Rafael, buscando el botón de su camisa, queriendo sentir  el calor de su pecho, buscó sus labios y lo calló con un beso, sintió su aroma, no el del perfume, sino ese que tantas noches se imaginó en la soledad de su cama, los labios carnosos, su respiración agitada, sabía que era una locura pero se dejaba llevar, se subió sobre él buscando su cuerpo, arrancando los botones de la camisa, amasando su cabello, halándolo para no dejarlo escapar nunca más…
– ¿Me estás prestando atención? – dijo Rafael, sacándola del delirio.
– Perdóname – replicó Mary con rubor en las mejillas – me quedé pensando en algunas cosas.
– ¿Qué cosas?
– Tonterías
– Dime – insistió Rafael
– Vas a pensar que son tonterías, cosas de una chica cursi.
– Anda dime, prometo no pensar nada de lo que dices.
– ¿Te acuerdas del tulipán que me regalaste? – preguntó.
– Claro – dijo Rafael – luego de esa vez no te volví a ver, ¿qué paso con él?
– Hasta ahora lo tengo – confesó Mary – lo dejé secar y tengo cada hoja, cada ramita, por tu culpa casi dejo la universidad, me enamoré Rafael, me enamoré como una tonta. No quería que me vieras la cara, me moría de vergüenza, he estado enamorada de ti todos estos años, sigo enamorada de ti...

Rafael le tomó la mano mientras Mary lloraba en silencio, tomó un sorbo de licor y se recompuso… pidió perdón por el exabrupto, cambiaron de tema. Luego de un rato Rafael carraspeó y le dijo:
– Si solo me hubieses esperado…
– ¿A qué te refieres?
–  Hace unos cinco años, cuando me divorcié te envié un correo, para contártelo, ¿recuerdas? Tú me contestaste que habías vuelto con el papá de tu hija. Se me rompió el corazón, ese era nuestro momento Mary.
– No lo era Rafael – y empezó a llorar de nuevo – y nunca volví con el papá de mi hija. ¡Te mentí!
– ¿Pero por qué? ¡Acabas de decirme que estabas enamorada de mí! ¡No entiendo!
– No era nuestro momento Rafael, cuando me contaste de tu divorcio no quise ser la mujer con la que mataras tu soledad. Tú no te divorciaste por mí, te divorciaste por ti, eso lo tengo claro. No quiero ser alguien en tu vida. Siempre quise ser lo más importante en tu vida y si no tengo eso prefiero ser un bonito recuerdo, porque… ¿Soy un bonito recuerdo verdad?
– Lo eres Mary – respondió Rafael con tristeza.

Continuaron con la conversación, rieron, recordaron a gente que conocieron ambos en la universidad, se pusieron al día. Al terminar, bajaron las escaleras abrazados, como si fuesen enamorados de toda la vida, es más, como una pareja de felices casados. En la fría noche de media semana de una ciudad colonial, sobre la calle empedrada de granito, Mary esperaba de corazón que Rafael se la lleve con él a pasar la noche, estaba lista para amanecer en sus brazos. Pararon un taxi, subieron, abrazados y en silencio, en el asiento de atrás vieron pasar las avenidas, las luces de la ciudad, Mary fue reconociendo las calles, su barrio, su casa. Se bajó del taxi, abrió la puerta y bajo el umbral se quedó mirando cómo el taxi en el que viajaba Rafael se alejaba hasta convertirse en un par de luces rojas, perdiéndose lejos en la oscuridad, tal vez para siempre.